SIGLO Y MEDIO DE UNA ENTIDAD HISTÓRICA

El asilo de los niños

En el patio 8 Residentes de Casa Asil, el sábado 14 de noviembre, en un acto para celebrar el aniversario.

En el patio 8 Residentes de Casa Asil, el sábado 14 de noviembre, en un acto para celebrar el aniversario.

SILVIA ALBERICH / BARCELONA

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La Fundació Casa Asil de Sant Andreu de Palomar (Agustí i Milà, 78) se encuentra inmersa en la celebración de su 150 aniversario. Los actos conmemorativos han empezado este mes y se alargarán durante un año con distintas actividades mensuales, como caminatas por el barrio, exposiciones fotográficas y varios conciertos.

Su actual edificio, tan sobrio y moderno, puede despistar. Solo la fachada original, en el patio interior, refleja la edad real de la entidad, la más antigua del barrio. Dos filas de arcos sostenidos por columnas se erigen delante de la residencia, en la que viven 150 ancianos. Al otro lado del patio, el colegio Escola Sagrada Família (Safa), a la que acuden 1.350 alumnos, de entre 3 y 18 años. Mayores y jóvenes, usuarios del asilo y estudiantes, comparten un espacio y mantienen una relación cercana.

Inicios difíciles

En 1865, una devastadora epidemia de cólera afectó a mucha gente mayor, que se vio desamparada y sin recursos. Esta situación llevó al ayuntamiento de Sant Andreu y a varias religiosas a instalarse en un inmueble para dar cobertura a las necesidades de estos ancianos. «Al principio, eran muy habituales las aportaciones personales y mucha gente mayor venía a vivir aquí cuando se quedaba sola y dejaba sus propiedades en herencia a la fundación», afirma Josep Maria Roig, vocal del patronato.

Tres años después, en 1868, en los terrenos de una antigua fábrica de cerámica se construyó el edificio donde actualmente está ubicada la Fundació Casa Asil de Sant Andreu del Palomar. La escuela llegaría en 1879. Ahora se celebran los 150 años de la entidad con una fuerte apuesta por las relaciones intergeneracionales, materializada en el proyecto Como en casa, en el que trabajan intensamente desde hace dos años. «Este proyecto potencia las relaciones humanas y nos acerca más a los residentes. Antes tenían que adaptarse al centro y ahora es al revés: la residencia está a su servicio y les ofrece una atención personalizada y respetuosa», explica Susanna Fraile, directora de la residencia y del centro de día de la fundación.

Los alumnos de la Escola Sagrada Família tienen mucho que ver en este cambio, ya que suelen hacer actividades con sus vecinos más longevos, la mayor de las cuales tiene 107 años. «Desde 3º de la ESO hacemos un servicio comunitario, es decir, durante un trimestre, una parte de la clase dedica una hora a la semana a los más mayores», explica Marina Medina, de 16 años. Para su compañero de clase en el Safa Jaime Rosillo es una suerte compartir estas experiencias: «Les hacemos compañía y aprendemos mucho de ellos, de cómo ven la vida. Y nos hacen pensar en la suerte que tenemos de poder estudiar».

Maria Bernat, una vecina de Sant Andreu, de 92 años, también está encantada con este vínculo: «La Casa Asil está muy integrada en el barrio. Aquí me siento acompañada y los jóvenes del Safa se portan muy bien con nosotros»