UN VECINO DE SANT ANDREU
Feliu Formosa "Sant Andreu es uno de esos barrios con personalidad"
Trabaja en su quinto diario literario. Lo hace entre Igualada y Sant Andreu, los dos lugares en los que Feliu Formosa (Sabadell, 1934) se reparte sus jornadas de residencia y continúa abrazándose a las letras, como lector y como escritor. Traducciones y poesía ocuparon sus horas días atrás. En 1962 tradujo el primero de más de un centenar de libros del alemán. Tenía entonces 28 años. «Un catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras, donde yo estudiaba, me presentó al primer lector de alemán que hubo en la Universitat de Barcelona, Felix Schnitzler, que fue también el primer director del Instituto Alemán de Cultura, hoy el Goethe Institut. Le hice de cicerone en estas ciudad y nos hicimos amigos, hasta tal punto de que nuestras familias se conocieron y yo viajé muchas veces a su casa en Heidelberg, donde él fue profesor de Traducción y Literatura Contemporánea en la universidad», detalla Formosa.
Su vida entre las letras y la lengua alemana le acercó a la figura del poeta y dramaturgo alemán Bertolt Brecht, de la mano del cual, Feliu Formosa se interesó por el teatro, una disciplina muy arraigada en Sant Andreu, de donde es vecino desde 1987. «Mi segunda mujer, Anna Vila, era enfermera del ambulatorio de Sant Andreu junto a la calle de Coroleu, y buscamos un piso cerca de allí», relata Formosa. «Lo encontramos en la misma calle de Coroleu, un piso para vivir y, poco después, el piso de encima, como estudio para mí», añade. En él, el escritor se ha pasado largas horas concentrado trabajando. Ahora apenas dos horas por la tarde son suficientes para adelantar aquellos proyectos que se propone.
PRENSA, CAFÉ Y PASEO
En Sant Andreu, Feliu Formosa tiene muy definidas sus rutinas. «Entre las nueve y las diez de la mañana, salgo a comprar el diario y lo leo en la granja La Grangeta. Y cada día acostumbro a caminar tres cuartos de hora. Normalmente por la tarde», precisa. «Voy a dar la vuelta a Sant Andreu, por la Rambla y luego voy variando el trayecto. A veces camino por la Meridiana, aprovechando sus amplias aceras», comenta. «Me gusta el aspecto que Sant Andreu conserva, de cuando era un pueblo. Hay personas que lo reivindican mucho, entre ellos, el andreuenc Pau Vinyes Roig, sobrino de Montserrat Roig», explica.
Formosa fue amigo de la escritora y periodista Montserrat Roig y de otros personajes ilustres de la literatura como el poeta Joan Oliver (Pere Quart). «Yo no soy dramaturgo» , dice, en alusión a quienes así lo consideran, seguramente porque, además de trabajar para las editoriales Salvat y Enciclopèdia Catalana, Formosa trabajó, desde 1975 hasta su jubilación, en el 2000, como profesor de Teórica y Taller de Interpretación en el Institut del Teatre.
Y su vinculación al mundo teatral no termina ahí. Formosa escribió también alguna obra y también fue actor y director durante un par de años. «En el 58, en la facultad habíamos hecho lecturas de Brecht y, a partir de 1962 y hasta 1964, creamos un grupo de teatro, Gil Vicente, para actuar en barrios obreros, incluso en barrios de barracas que aún quedaban en la ciudad», recuerda.
CANCIONES PARA SU HIJA
Una de las dos hijas de Feliu Formosa es la cantante Ester Formosa, que trabajó como actriz. «Hace unos años que vive en Cerdeña y el 3 de marzo (a las 20.00 horas) actuará en el TNC en el concierto Del Paral·lel a Nàpols, con coplas y canciones napolitanas», anuncia el padre de la cantante. «Cantará con el guitarra Carlo Dondeddu y el trompeta Nico Casu (Elva Lutza)», puntualiza Formosa, que para su hija escribió siete letras de canciones.
Una pared de su estudio muestra algunos reconocimientos a la trayectoria creativa y de fomento al arte y al teatro del poeta, escritor y traductor que en 1987 recibió la Creu de Sant Jordi. La semana pasada salieron a la luz sus memorias de infancia y adolescencia que ha titulado Sense nostàlgia (Proa). En ellas, Formosa repasa cómo vivió su familia el exilio de su padre a Francia, cuando él tenía 3 años. «Sí que siento nostalgia, pero fueron épocas tristes y duras que mejor no añorar, aunque sí conviene recordar», precisa de camino a la calle de Peronella. «Esta es una de las calles, en el Sant Andreu sur, que mejor definen el estilo rural que conserva el barrio, uno de los barrios de Barcelona con personalidad, como Gràcia o Sants», apunta. «En Sant Andreu es como estar en las calles de Sabadell», compara.
La Casa Bloc, construida entre 1932 y 1936; el ancestral Café Colombia, en la rambla de Sant Andreu; las deterioradas pinturas de Josep Verdaguer en la iglesia de Sant Andreu, y la reciente rehabilitación de la Fabra i Coats como espacio cultural son parte de esa personalidad que Formosa atribuye a su barrio.
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