Prácticas de riesgo y madurez

Sexo, drogas y alcohol: los malos hábitos de la 'generación baby boom' desafían al sistema de salud

Mientras que entre los jóvenes desciende el consumo de cocaína o de alcohol, se incrementa en los mayores de 45 años

Las infecciones de transmisión sexual también aumentan en este grupo demográfico que empieza a envejecer

Los divorcios a partir de los 50 se disparan un 40% en una década: cuando las mujeres dicen basta

Tardeo 'boomer' en la Sala Razzmatazz de Barcelona. FOTO de ZOWY VOETEN

Tardeo 'boomer' en la Sala Razzmatazz de Barcelona. FOTO de ZOWY VOETEN / Zowy Voeten

Patricia Martín

Patricia Martín

Madrid
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“Yo creo que los ‘boomers’ hacemos más o menos lo mismo que cuando éramos jóvenes: salimos, bebemos, fumamos, a veces tenemos sexo… y luego nos arrepentimos”, apunta, tirando de ironía, Susana, una barcelonesa de 52 años, sobre las aficiones de la gente de su generación. Con arrepentimiento, o no, las estadísticas indican que una parte significativa de la generación del 'baby boom' español –es decir, los que ahora están a las puertas o superan los 50 años– e incluso sus hermanos mayores, en referencia a las personas de más de 60 años, continúan, en mayor o menor medida, con malos hábitos que adquirieron en la juventud, hasta el punto de que expertos en adicciones y salud pública los definen como la nueva "generación problemática".

De hecho, mientras que el mayor problema de los jóvenes en España y otros países ricos está hoy día relacionado con su adicción a los móviles y a las redes sociales, sus padres pertenecen a una generación que hizo suyo aquel viejo lema de los 60 de ‘sexo, drogas y ‘rock and roll’ y muchos de ellos han perpetuado patrones poco saludables desde los 'salvajes' años 90 hasta las puertas del envejecimiento, lo que aumenta los riesgos para la salud.

"Al ser un grupo de población que va en aumento, es previsible que los problemas de salud, en general, y los asociados a conductas de riesgo, en particular, aumenten, lo que puede suponer un desafío para la salud pública", apunta María João Forjaz, presidenta de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE).

Expertos en adicciones y salud pública califican a este grupo demográfico como la nueva "generación problemática"

Un ejemplo es el consumo de alcohol. No es que los jóvenes no beban, pero lo hacen menos que sus padres a su edad (a la vez que está bastante más desterrada la peligrosa combinación alcohol más volante). El consumo entre chavales de 14 a 18 años ha caído del 74% al 56% en los últimos 12 años. Sus padres, en cambio, son más de la copita de vino diaria. Los datos indican que la prevalencia del consumo a diario es de casi un 16% entre la población de entre 55 y 64 años, más del doble que entre quienes tienen entre 25 y 34 años (7,3%).

Y sucede igual en otros países. En EEUU, por ejemplo, la proporción de jóvenes que ha bebido ‘alguna vez’ ha descendido del 72% al 62%, mientras que en los mayores de 55 años ha aumentado del 49% al 59%, según una encuesta de Gallup.

Los especialistas reclaman campañas de prevención de drogas e ITS enfocadas a los mayores de 40

Tabaco y cannabis

Con el tabaco sucede algo similar. Aunque el consumo es equiparable entre los 25 y los 64 años y ronda el 25% de la población, despunta el grupo de 45 a 54 años, con casi un 30% de fumadores a diario (el grupo más consumidor), frente a un 20% de los que tienen entre 15 y los 24 años. Entre este último grupo, preocupa el consumo de cigarrillos electrónicos, pero sus padres fuman, mayoritariamente, el cancerígeno tabaco tradicional.

Mario, un catalán de 51 años, es un buen ejemplo: "Día sí, día también, mis hijos me presionan para que deje de fumar. Y tienen razón, pero siento que no podría. El conflicto y las tensiones forman parte de mi trabajo y creo que no podría añadir una cosa más. Que me rompería. A día de hoy, esto es lo que más me preocupa. Tengo otros malos hábitos –como permitirme ciertas chaladuras en la temporada de festivales de verano–, pero son cosas muy puntuales, que no creo que pasen factura”, comenta.

He intentado hacer dieta y dejar de fumar, pero conservo de mi juventud, casi como un trofeo o como un placer culpable, el canuto de antes de ir a dormir. Y no voy a renunciar

Alex

— 54 años

Otro tanto sucede con el cannabis. En EEUU está aumentando en las cohortes de más edad, dado que es legal en la mayoría de Estados. En España, Alex, un catalán de 54 años, explica que ha dejado de fumar y “hace dieta", pero “conserva” de su juventud, “casi como un trofeo o como un placer culpable, el canuto de antes de ir a dormir”. “Y, de momento, no voy a renunciar", afirma.

Cocaína e hipnosedantes

Una tendencia similar se registra en las drogas duras: el consumo de cocaína ha caído entre los jóvenes y se ha cuadruplicado entre los 34 y los 64 años (del 0,5% en 1999 al 2% en 2024), hasta casi igualarse las tasas (2,9% en la franja de 15 a 34 años). Ante ello, la media de edad de los fallecidos por adicciones –muchos menos ahora que en los 80 debido a la heroína– ha pasado de 35 años en 2003 a 45 años en 2020. Además, en 2003, los fallecidos de más de 45 años apenas eran un 10% de la cifra total, mientras que en 2020 ya alcanzaban el 56%. La mayoría de las muertes se producen por hipnosedantes, opioides y cocaína.

De hecho, en el apartado de hipnosedantes, destacan los séniors como la población con mayor consumo. Así, casi uno de cada cuatro mayores de 65 años los toma con asiduidad, frente a un 8,6% entre los menores de esa edad.

Por último, en el trío ‘sexo, drogas y rock and roll’, hay que tener en cuenta también el primer mandato. El aumento de la soltería y de los divorcios (a partir de los 50 se han disparado un 40% en la última década) se ha traducido en que un grueso considerable de personas tengan una vida sexual activa más allá de la pareja convencional. Este fenómeno ha coincidido con un incremento en estas edades de las enfermedades de transmisión sexual.

Tras un divorcio, las personas quieren libertad, lo que favorece las relaciones esporádicas, pero sin precaución llegan los contagios

Nuria Jorba

— Sexóloga

El motivo, apuntan los especialistas, es que “el preservativo se relaciona con el embarazo y si hay pocas posibilidades de que suceda debido a la edad, la píldora o la vasectomía, no lo usan”, lo que abona el terreno para el gran problema de las infecciones de trasmisión sexual (ITS). “Tras un divorcio, las personas quieren libertad, lo que favorece las relaciones esporádicas –avisa la sexóloga Núria Jorba-. Pero, sin precaución, llegan los contagios”. De hecho, las ITS se han incrementado en España en todas las edades y afectan sobre todo a la población más joven, pero el mayor incremento en la infección de clamidia se ha producido entre los mayores de 55 años (un 31,7% en hombres y un 21,8% en mujeres).

Y, de nuevo, lo mismo sucede en EEUU, donde la prevalencia de gonorrea entre mayores de 55 se ha multiplicado por seis desde 2010. También en Inglaterra, donde entre los jóvenes la sífilis ha descendido ligeramente, mientras que entre los séniors ha aumentado el 31%.

"Un problema de salud pública"

Por tanto, no solo en España, sino en la mayor parte de los países industrializados, los adultos maduros se han convertido en un “problema de salud pública” debido a que las conductas de riesgo se traducen en multitud de enfermedades y problemas sociales. En España, al tratarse de la generación del 'baby boom', de la explosión demográfica, aumenta la presión sobre el sistema sanitario ante el “posible peligro” de que persistan los malos hábitos en edades avanzadas, según los expertos consultados.

"Se sienten invulnerables, porque llevan haciéndolo toda la vida, en grupo, y creen que no les hace daño, lo tienen normalizado"

Luis Miguel Real

— Psicólogo experto en adicciones

Uno de ellos es Luis Miguel Real, psicólogo experto en adicciones, quien habla de un problema multifactorial. “Por un lado, las generaciones anteriores no estaban tan bien informadas sobre los riesgos de consumir drogas, por lo que se iniciaron en su juventud, pero como son sustancias adictivas, si llevas 30 o 40 años fumando, es muy difícil dejarlo –advierte–. Además, se sienten invulnerables, porque llevan haciéndolo toda la vida, en grupo, y creen que no les hace daño, lo tienen normalizado. También ocurre que en las crisis de los 40 o los 50 caen en la nostalgia y quieren retomar costumbres de la juventud, o lo ven necesario para lidiar con la soledad, un divorcio o los problemas económicos. El problema es que consumen más a menudo y caen en la dependencia”.

Perder el miedo

También Felisa Pérez, vicepresidenta de la red de atención a las adicciones UNAD, opina que años atrás no se informaba suficientemente de los riesgos de las drogas y, aún hoy, el alcohol está completamente normalizado. “Por eso, muchos adultos que llevan años consumiendo han perdido el miedo y continúan. El problema es que, poco a poco, pueden caer en una adicción. El alcoholismo se genera en 10 años”, advierte.

En su opinión, además, es un “error” que las campañas de prevención ante las drogas o las ITS se dirijan especialmente a los jóvenes. “Se ha pasado de la alerta en los 80 por la heroína a la invisibilidad total del problema de las adicciones”, lamenta. Con los datos y las tendencias detectadas, “es hora de que las autoridades tomen nota y actúen en prevención en estos grupos de edad”, reclaman los especialistas.

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