Un film de EL PERIÓDICO

VÍDEO | Un donante para siete vidas: "Gracias a esa persona anónima, siento mi corazón por primera vez"

EL DOCUMENTAL | EL PERIÓDICO ha seguido durante cuatro meses el antes, durante y después del trasplante de Montse López, una mujer de 43 años con una cardiopatía genética

EL PROBLEMA | Las negativas familiares a donar órganos en Catalunya se sitúa ya en el 28% en lo que va de año

Barcelona
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La persona que salvaría a Montse López estaba viva (y muy probablemente no sabía que iba a morir) el día en que ella le dijo por primera vez a periodistas de EL PERIÓDICO: "Soy Montse, tengo 43 años y estoy en lista de espera para un trasplante de corazón". Esta vecina de Lliçà d'Amunt (Vallès Oriental) padecía una enfermedad cardiaca genética que se llevó por delante la vida de varios de sus familiares, entre ellos, su madre y uno de sus hermanos. El día en que accedió a que el diario la entrevistase en su casa, llevaba dos meses en lista de espera para un trasplante. "Necesito un donante. Puedo ser la primera superviviente de toda esta saga genética", exponía. Es paciente del Hospital Clínic de Barcelona.

Montse López, de 43 años y en lista de espera para un trasplante de corazón.

Montse López, de 43 años y en lista de espera para un trasplante de corazón. / Manu Mitru / Patricio Ortiz / Beatriz Pérez

Aquello fue un viernes de febrero. Ni ella ni nadie sabía que al día siguiente, menos de 24 horas después, aparecería su donante. Una persona anónima que regaló su corazón, su hígado, sus riñones, sus pulmones, su páncreas y sus tejidos, salvando así, además de la de Montse, seis vidas más. El documental de EL PERIÓDICO 'Un corazón contra reloj' recoge la historia de Montse y hace un seguimiento de su vida (antes, durante y después del trasplante) a lo largo de cuatro meses.

Un donante anónimo regaló su corazón, hígado, riñones, pulmones, páncreas y tejidos, salvando así, además de la de Montse, seis vidas más

La mayoría de los donantes de órganos y tejidos son personas de mediana edad, por encima de los 60 años, que sufren un accidente cerebrovascular. En algunos casos, también hay pacientes que fallecen como consecuencia de un traumatismo craneoencefálico por un accidente de tráfico o laboral.

Montse López, de 43 años y en lista de espera para un trasplante de corazón.

Montse López, de 43 años y en lista de espera para un trasplante de corazón. / Manu Mitru / Patricio Ortiz / Beatriz Pérez

A la espera del corazón

Montse sufre una cardiopatía dilatada debido a la mutación de una proteína llamada lamina. Se la detectaron a los 28 años, cuando se quedó embarazada. "Si lo hubiera sabido, no habría tenido un hijo", dirá en algún momento. Desde los 35 años vive gracias a un DAI (un desfibrilador automático implantable) pero su corazón se ha ido debilitando tanto, que ahora necesita un trasplante. Si ese donante no llega en un plazo de varias semanas, los médicos le implantarán un dispositivo de asistencia ventricular izquierda (un DAVI o corazón mecánico): una máquina externa conectada al órgano que lo ayuda a bombear sangre.

En la espera, Montse vive pegada al teléfono móvil. "Que hay un donante: esa es la llamada que siempre esperas". Su relato se interrumpe en varias ocasiones porque no puede evitar llorar. "La espera de ese donante que no llega es complicada. A mí tampoco me hace gracia que una persona tenga que fallecer para que yo pueda vivir. Piensas que puede llegar mañana, pero no viene. Pasan meses, puede pasar un año. Y, en mi caso, pues se me está deteriorando el corazón".

"Que hay un donante: esa es la llamada que siempre esperas", dice Montse, que vivía pegada al móvil

Montse trabajó toda su vida en el sector de la industria. En 2016 le dieron la incapacidad permanente debido a su cardiopatía, que le fue detectada en 2009. En 2010 sufrió un infarto de miocardio. Dice que a veces finge estar bien para que sus seres queridos no sufran. Su hijo, Hakim, tiene ya 15 años. "Intento hacer cosas por él". Pero cada vez se cansa más. "Voy bajando el nivel de vida. Lo que más me preocupa es verme en un sillón o en la cama todo el día porque ya no pueda moverme. Me niego a ello", asegura con una sonrisa. 

Montse, el día que apareció un posible donante, esperando a bajar a quirófano.

Montse, el día que apareció un posible donante, esperando a bajar a quirófano junto a su hijo, Hakim. / Manu Mitru / Patricio Ortiz / Beatriz Pérez

La mejor de las llamadas

En España todas las personas son donantes por ley, a menos que se haya expresado lo contrario. Una persona puede evidenciar su voluntad de ser donante mediante el carnet de donante, indicándolo en La Meva Salut (en Catalunya) o dejando constancia de ello en el documento de voluntades anticipadas. Aun así, los médicos siempre preguntan a las familias si desean donar los órganos del fallecido y en ellas recae normalmente el consentimiento. Desde hace tres años, y esto es lo que preocupa a la Organització Catalana de Trasplantaments (OCATT), aumentan las negativas de las familias a la donación. Entre enero y abril de este año, hubo en Catalunya un 27,9% de negativas familiares, según la OCATT, frente al 25,8% de todo 2024 y el 22,4% de 2023.

La Organització Catalana de Trasplantaments (OCATT) advierte del progresivo aumento de negativas familiares a la donación

Fue un sábado de febrero por la tarde cuando Montse recibió la llamada del Clínic que tanto estaba esperando: había un "posible donante". Le dijeron que se preparara para desplazarse al hospital. Aun así, la validez del órgano que se va a trasplantar se desconoce hasta que este se extrae.

El doctor Àngel Ruiz es el coordinador de trasplantes del Clínic. "Llamaron al médico que estaba de guardia esa tarde, le explicaron las características del donante [altura, peso] y nos pareció el adecuado para Montserrat", explica. "Vimos que el corazón del donante tenía una buena función y movilidad y confirmamos que era un órgano válido para trasplantar".

El 'match' entre donante y receptor

Sobre las 22.00 horas de aquel sábado, Montse ya estaba en el hospital acompañada de su familia y, una hora después, la bajaron a quirófano. Aún habría que esperar un poco más para saber si se podría llevar a cabo el trasplante.

"En un trasplante de corazón hay que encontrar el 'match' entre donante y receptor: tú puedes tener un corazón muy bueno, pero debe ser también bueno con el receptor"

Elena Sandoval

— Cirujana cadiovascular del Clínic

"En un trasplante de corazón hay que encontrar el 'match' entre donante y receptor: tú puedes tener un corazón muy bueno, pero debe ser también bueno con el receptor", explica la cirujana cardiovascular Elena Sandoval. Ella operó a Montse porque, sí, aquel nuevo corazón resultó ser compatible. Abrió su tórax por la mitad, conectó su corazón antiguo con una máquina que mantiene la función circulatoria y pulmonar e introdujo el nuevo corazón en el cuerpo de Montse mediante un procedimiento denominado anastomosis. La cirugía, que empezó a medianoche, duró cinco horas.

"Un trasplante es una experiencia en la cual la vida y la muerte se entrelazan porque alguien tiene que morir para que otra persona siga viviendo", reflexiona la cardióloga de Montse, Marta Farrero.

Una persona recién fallecida le dio a Montse la oportunidad de seguir viviendo.

"Ya no me ahogo"

El trasplante fue el "nacimiento" de Montse. Diez días después de la cirugía, todavía ingresada en la unidad de semicríticos del Clínic, ya se encontraba "genial". "No tengo sensación de ahogo, estoy con ganas de hacer cosas. Me noto la voz más enérgica". Asegura, emocionada, que después de mucho tiempo por fin siente latir su corazón. "Cuando desperté, la primera vez que lo sentí me acordé de esa gran persona que es el donante. También se lo agradezco mucho a esa familia, que sé que lo estará pasando muy mal. Me han dado a mí la oportunidad de seguir viviendo".

"Un trasplante es una experiencia en la cual la vida y la muerte se entrelazan porque alguien tiene que morir para que otra persona siga viviendo"

Marta Farrero

— Cardióloga del Clínic

El objetivo que tienen ahora los médicos es que Montse haga una vida "absolutamente normal", asegura la doctora Farrero. Podrá hacer todas esas cosas que antes no podía: subir escaleras, hacer senderismo, ir a bailar, nadar en el mar. "Aun así, un trasplante cardiaco es cambiar una enfermedad por otra. No es un camino de rosas, pero la segunda enfermedad te da muchos más años de vida y mucha más calidad de vida", precisa, sonriente, esta cardióloga. "Nosotros tenemos pacientes que han corrido maratones, competido en olimpiadas de trasplantados, viajado por el mundo".

La alegría de las semanas 'post-trasplante' de Montse se ve empañada en abril, cuando los médicos descubren que su hijo también posee la mutación genética responsable de su cardiopatía. Pero confían en que el hecho de haberlo detectado tan pronto le evitará a Hakim los sufrimientos que ha pasado la madre.

Retrato del equipo médico encargado del trasplante de corazón de Montse: Marta Farrero, cardióloga: Elena Sandoval: cirujana, Robert Pruna, cirujano, Àngel Ruiz: coordinador de trasplantes, Antonio y Montse.

Retrato del equipo médico encargado del trasplante de corazón de Montse: Marta Farrero, cardióloga: Elena Sandoval: cirujana, Robert Pruna, cirujano, Àngel Ruiz: coordinador de trasplantes, Antonio y Montse. / Manu Mitru / Patricio Ortiz / Beatriz Pérez

"Gracias, sanidad pública"

En mayo, solo tres meses después de la cirugía, Montse fue a su primer concierto 'post-trasplante': de Estopa, donde estuvo acompañada de Antonio (su pareja) y Rafa (uno de sus hermanos), que han estado con ella "al pie del cañón". Con mascarilla y alejada del mogollón, pudo bailar por primera vez en mucho tiempo. Es consciente de la suerte que ha tenido (y no solo por su donante): "Si no fuera por la sanidad pública —comenta—, muchos no viviríamos porque estos son tratamientos muy costosos. Yo, como pensionista y sin trabajar, no podría permitírmelo". 

Montse, a la familia de su donante: "Prometo que lo voy a cuidar y que va a estar siempre feliz"

La donación de órganos en España es anónima por ley. Montse no sabrá nunca de dónde procede su nuevo corazón. Pero a esa persona que se lo regaló, ella le hace un juramento: "Prometo que lo voy a cuidar y que va a estar siempre feliz".

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