Salud mental
Diagnosticada de autismo a los 41 años: "Me pasé la vida pensando que tenía una tara"
Sara Codina, autora de 'Neurodivina y punto', explica su experiencia tras toda una vida sin saber que tenía TEA

BARCELONA 24/02/2023 Sociedad Sara Codina, mujer a la que diagnosticaron un trastorno del espectro autista a los 41 años y ha escrito un libro. FOTO de RICARD CUGAT / Ricard Cugat


Beatriz Pérez
Beatriz PérezPeriodista
Responsable del área de sanidad/salud de EL PERIÓDICO DE CATALUNYA desde 2018. En este tiempo he podido profundizar en temas de relevancia social y humana, como la pandemia de covid-19, el sistema de salud catalán, los avances médicos o las desigualdades en el acceso a la sanidad. En abril de 2024, gané la primera edición del Premi Salut i Drets Socials del Col·legi de Periodistes de Catalunya.
Siete de cada 10 mujeres con trastorno del espectro autista (TEA) no están siendo diagnosticadas. Son adultas a las que no se les detectó cuando eran niñas porque existe un importante sesgo de género en los diagnósticos médicos, los cuales básicamente tienen en cuenta las características diferenciales de los varones. A Sara Codina (Barcelona, 1979), después de toda una vida sintiéndose "la rara", se lo diagnosticaron a los 41 años, hace tres. Cuenta su historia en 'Neurodivina y punto' (Lunwerg Editores).
Cuenta que toda su vida se ha sentido diferente. ¿Qué le ocurría? Desde niña veía que no encajaba, que los demás hacían cosas de manera natural que a mí me costaban mucho más. La sensación era que habían nacido todos con un manual de instrucciones que yo no tenía. Pero, como era muy reservada, no decía nada. Me costaban cosas tan simples como hablar con los profesores o con los otros niños, tenía intereses muy diferentes a los demás. Por ejemplo, a la edad en que las niñas empezaban a hablar más de ropa y de chicos, a mí eso no me interesaba nada, aunque simulaba que sí. Me interesaba más pensar, por ejemplo, en cómo montaría yo un negocio.
¿Qué creía que le pasaba? Me veía rara, pensaba que estaba rota, que tenía una tara. Yo intentaba encajar y no lo conseguía. Me asustaba un montón. No sentía la necesidad de dar fiestas de cumpleaños o estar con otros niños. Tenía alguna amiga, pero necesitaba estar con más gente. Llegué a pensar que era una marciana.
¿Qué patologías desarrolló como consecuencia del infradiagnóstico? Vivía siempre con ansiedad. Luego vino la depresión. Y luego la endometriosis, la fibromialgia: un montón de cosas que se desarrollaron tras muchos años con ansiedad día tras o otro. Yo siempre era la niña que estaba enferma, con bajada de defensas. Por el camino también me hicieron otros diagnósticos que me fueron encaminando al autismo, como la fobia social, la agorafobia, la hipersensibilidad auditiva. Pero al final el diagnóstico que realmente me dio respuestas fue el de trastorno del espectro autista.
¿Cómo se lo diagnosticaron? Fue a los 41 años, a base de insistir muchísimo, de no quedarme satisfecha con que me dijeran lo de siempre: que estaba otra vez con depresión. A mucha gente le ocurre que, cuando diagnostican a su hijo o hija con TEA, se sienten identificadas. En mi caso fue a base de insistir en que ahí había algo más. Finalmente un psiquiatra se sentó conmigo y me propuso hacer las pruebas.
¿Cuáles? Me hicieron varios test, entrevistas… Y pasaron dos meses hasta que llegó el diagnóstico.
¿Por qué no se diagnosticó antes? Por un lado, los criterios del diagnóstico están muy enfocados al niño varón. Y también es verdad que, hace 40 años, la sociedad educaba a la mujer, aún más que ahora, para mantenerla en un segundo plano, para no molestar. De esta manera ya estaba enmascarando síntomas. Por ejemplo, yo tengo un problema a la hora de reconocer las emociones, las mías y las de las demás. A veces me preguntan cómo estoy y digo que no lo sé. Y, claro, si me cuesta reconocer las emociones, las intenciones -buenas y malas- ni te cuento. Querer encajar a toda costa en un mundo que no entiendes es peligroso. Sufrí acoso laboral en el trabajo. Todas [las mujeres con autismo] hemos pasado por situaciones de este tipo, todas hemos tenido ideaciones suicidas.
Teníamos la idea de que el TEA está relacionado con trastornos del lenguaje, pero no es así. No siempre. Yo empecé a hablar súper pronto. Lo que pasa es que luego hablaba con poca gente. Hay personas que tienen asociada una discapacidad intelectual, y otras, altas capacidades. Pero el autismo es tan amplio… En el mismo espectro hay varios niveles según la ayuda que requieras en tu día a día.
Ahora usted es madre de dos niños. Es posible ser feliz. Es posible, pero teniendo un diagnóstico. Yo sin diagnóstico no era feliz. Desde que lo tengo, creo que puedo llegar a serlo.
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