Los médicos piden eliminar este clásico bocadillo de los almuerzos

Bocadillo de chorizo

Bocadillo de chorizo

Lola Gutiérrez

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En España, el sobrepeso infantil asciende al 40%. Y hay más datos demoledores, tal y como comenta la periodista de este diario Olga Pereda. El libro ‘Nutrición y cáncer. Lo que la ciencia nos enseña’, coordinado por el doctor Carlos A. González Svatetz, asegura que la carne procesada -bacón, butifarra, chistorra, chorizo, sobrasada, jamón curado o cocido, fiambre de pavo, morcilla, chorizo, salchichón…- es responsable del 1,8% de todos los tumores. Es una cifra muy inferior a la cantidad de cánceres que provoca el tabaco o el alcohol, pero hay que tenerla en cuenta.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado al chorizo -y al resto de carnes procesadas- como un carcinogénico de grupo 1. Es decir, que existe suficiente evidencia científica como para afirmar que se relaciona con el desarrollo de algunos tipos de cáncer, como el colorrectal.

Consumo esporádico

Es por ello por lo que científicos y expertos, como Miquel Porta, recomiendan espaciar su consumo. "No recomendaría a nadie que coma un bocadillo de chorizo todas las mañanas", aseguraba hace más de un lustro este epidemiólogo del Hospital del Mar.

Sin embargo, la idea no es tenerle miedo al chorizo, sino dejarlo para ocasiones especiales. Y no solo porque se asocie su consumo con el cáncer, sino también porque se asocia con obesidad, diabetes, enfermedad cardiovascular y mortalidad prematura.

A ello se le añade el hecho de que el bocata de fiambre se suele hacer con pan blanco. Y este contiene unas 230 kilocalorías por cada 100 gramos -la misma cantidad de arroz blanco tiene 130 kilocalorías-, por lo que es una fuente calórica importante.