Dos veces superviviente
"Pasar el covid-19 me salvó la vida"
A Antonio Valero, médico en el Hospital Clínic, le detectaron un cáncer en unas pruebas rutinarias que le hicieron tras haber ingresado por el virus. "Fue un hallazgo incidental", dice la doctora que lo trató. Esta es la historia de un hombre que sigue vivo gracias a la pandemia.
Beatriz Pérez
Periodista
Responsable del área de sanidad/salud de EL PERIÓDICO DE CATALUNYA desde 2018. Durante este tiempo, entre otras cosas, he hecho el seguimiento de la pandemia de covid-19, el acontecimiento sanitario más relevante de las últimas décadas.
Beatriz Pérez
Antonio Valero, de 63 años, quiere comprarse un póster del covid-19 ("no sé ni si lo hay", precisa) para colocarlo en su despacho. Porque el virus que lo puso en un serio aprieto (Valero pasó 10 días ingresado en el Hospital Clínic, donde trabaja como médico, y estuvo cerca de ingresar en la uci) acabó librándolo de algo peor: de un diagnóstico tardío de cáncer de hígado. "El covid-19 posiblemente me salvó la vida, o me la arregló. No sé si me hubiera muerto al final. Pero gracias a él pude solventar una situación médica compleja grave", relata. La que sigue es su historia, que comenzó en marzo de 2020, en el peor momento de la pandemia.
"A finales de aquel mes empecé a tener escalofríos y tos. Ya sospeché que tenía covid-19", relata este alergólogo del Servicio de Neumología y Alergia del Clínic de Barcelona, que en aquel momento, como todos los sanitarios, estaba volcado con la pandemia. Aunque en aquel momento no había PCR, Valero logró que le hicieran una y se confirmó el diagnóstico: tenía coronavirus y se aisló en su casa. Pero a los siete días se agravó su situación y tuvo que ser ingresado en el hospital donde trabaja. "Me pusieron oxígeno y tuve miedo de entrar en la uci, porque sabía que estaba empeorando", cuenta. Por suerte a partir del sexto día mejoró y al décimo pudo volver a casa.
La historia de Antonio da un salto de un mes y medio en el tiempo. En mayo se encuentra totalmente recuperado y en junio vuelve a trabajar. Se sentía muy bien. "Iba en bici al Tibidabo, estaba enérgico. Volví a trabajar a tope. Y entonces en el hospital me dicen que están haciéndoles un seguimiento postcovid a los enfermos que pasaron el virus, y que si quería yo también hacerme esas pruebas". Eran sencillas: un TAC y una analítica. "Y, aunque me encontraba perfectamente, me las hice porque me iba bien por agenda", añade. Ya era julio de 2020.
Aquí se dio la primera de las casualidades que salvaron la vida de Valero: el TAC que le hicieron de los pulmones permitió ver parcialmente el hígado. "Me llamaron de Radiología y me dijeron que los pulmones estaban muy bien, pero que circunstancialmente el TAC cogió una parte del hígado y que me veían un nódulo", cuenta este médico. Como él se encontraba bien y no había perdido peso, los médicos le dijeron que sería algo benigno.
Sin embargo, no fue así. Una vez la ecografía descartó que fuera un angioma (un tumor benigno), Valero comenzó a preocuparse. Y una biopsia confirmó todos los temores: era un carcinoma hepatocelular, el tipo más frecuente de cáncer primario de hígado. "Me operaron para sacármelo y tuve que esperar a la biopsia. Si la cosa había ido bien, sabía que tendría bajo riesgo de recurrencia. Pero si tenía metástasis, sabía que entraría en una fase de radioterapia o quimio", relata Valero.
La primera casualidad fue que el TAC que le hicieron de los pulmones permitió ver parcialmente el hígado
Pero todo salió bien. Lo cuenta, junto a él, su médica, la doctora que lo trató, y además su compañera de trabajo: María Reig, Jefa de la Unidad de Oncología Hepática del Clínic. "Mandamos analizar la pieza quirúrgica que le extrajimos y vimos que no había ningún criterio para pensar que el cáncer podría volver a aparecer en un período corto de tiempo. Por eso ahora lo único que hace Antonio es seguimiento, ni quimio ni radio. Y lleva vida relativamente normal", dice esta hepato-oncóloga.
Valero fue operado el 18 de julio del año pasado. "Me encuentro perfectamente. No bebo alcohol, recuperé los 10 kilos que perdí cuando me operaron, hago bicicleta. Pero ha cambiado mi percepción de la vida. Un día estás bien y otro, de repente, se te va la vida", reflexiona este médico.
Factores de riesgo
Aun así, Reig llama a la concienciación sobre un tipo de cáncer, el de hígado, que suele ser asintomático hasta que se encuentra en fases avanzadas. "La grasa en el hígado es un factor de riesgo para desarrollar cáncer, pero la mayoría de la población no lo sabe o lo menosprecia", explica esta oncóloga. La grasa en el hígado se asocia al sedentarismo, al sobrepeso y a la obesidad, entre otras causas.
Y este no es el único factor de riesgo. También lo es haber pasado enfermedades en el hígado como la hepatitis B o C, y el consumo de alcohol. "Hay un estigma, que es pensar que el paciente alcohólico es aquel que no va a trabajar, que se pasea por la calle, sin soporte familiar, y no es así. El consumo de alcohol crónico en unos pacientes con determinadas características puede generar problemas en el hígado, por lo que hay que disminuir este factor de riesgo", dice Reig, quien recomienda que todos aquellos pacientes que tienen una enfermedad en el hígado se hagan una ecografía cada seis meses. "Es muy importante no saltarse los controles", insiste. Cree que, si se hicieran cribados en el cáncer de hígado como se hacen en el de mama, podrían diagnosticarse muchos pacientes que están en riesgo.
Tener grasa en el hígado, haber pasado una hepatitis o el alcohol son factores de riesgo para desarrollar un cáncer que es asintomático
"El caso de Antonio fue un hallazgo incidental, como decimos en la Medicina. En este caso ha salido muy bien, pero no es lo que habitualmente vemos. Este tumor es asintomático, da síntomas cuando está en fase avanzada y por eso es clave ir a buscarlo intencionadamente en los pacientes de riesgo", insiste. La detección en una etapa precoz fue lo que salvó a Valero. "Yo me encontraba bien, no hubiera ido al médico. Espero morirme de otra cosa", dice el alergólogo.
Reig apunta, además, que en los últimos años ha cambiado "radicalmente" el tratamiento del cáncer hepático. Si en 2007 había un gran porcentaje de pacientes que no tenían ningún tratamiento, ahora hay "hasta cinco opciones incluso en pacientes en fase avanzada".
Cuando el cáncer de hígado es diagnosticado en fases tempranas, la posibilidad de que reaparezca el tumor al cabo de cinco años es de un 75%. Cuando es detectado en fases avanzadas, la tasa de supervivencia media, sin tratamiento, es de seis meses. Con tratamiento, incluso se pueden superar los 19 meses.
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