Opinión | Análisis

Manuel Vilaseró

Vimos venir el tren pero no nos apartamos

Las autoridades sabían de antemano el resultado de la relajación navideña de las restricciones por el covid pero la mantuvieron

Sanitarios atienden a un paciente en la uci del Hospital de Sant Pau de Barcelona.

Sanitarios atienden a un paciente en la uci del Hospital de Sant Pau de Barcelona. / Ferran Nadeu

Cuando el pasado 19 de diciembre escribí que había que cancelar la Navidad lo hice desde la impotencia. Estábamos parados en una vía viendo cómo se acercaba el tren pero íbamos a ser incapaces de apartarnos. Por desgracia, así ha sido. El tren del virus ha vuelto a pasarnos por encima y en este caso no tenemos ni la disculpa de no haberlo visto venir.

Desde el 10 de diciembre, los contagios habían vuelto a subir y en vez de adoptar medidas más restrictivas las relajamos para poder celebrar la Navidad. Tanto el Gobierno como casi todas autonomías admitían en voz alta que los contagios iban a subir aún más por las fiestas que se avecinaban pero no se atrevieron a prohibir viajes, tanto de familiares como de esos ambiguos allegados por los que podía colarse cualquiera. Las reuniones no se limitaron a los convivientes, como ha hecho ahora Baleares. Se le dijo a la gente que se podían reunir ¡¡¡hasta 10 personas!!! 

Habrá una parte de irresponsabilidad de la población pero la principal es de que quienes decidieron abrir la mano sabiendo la que se nos vendría encima. Tanto el Gobierno como las autonomías. Y no vale decir, como Fernando Simón, que hemos tenido unas Navidades “más relajadas” de lo que debíamos y ahora toca sacrificarnos y controlar más.

No. Esto no es como si nos hubiéramos dado un atracón que se arregla poniéndonos a dieta. Por el camino quedarán miles de enfermos y fallecidos que se podían haber evitado. Solo un dato para meditar: los 204.000 contagios diagnosticados las últimas semanas se convertirán en 20.000 ingresados y 1.500 muertes con el paso de los días. Mil quinientos fallecidos a los que nadie devolverá la vida aunque en la cuesta de enero nos pongamos mucho a dieta.

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