SECUELAS DEL COVID-19

La pandemia de la salud mental

Un 30% de la población sufre, en estos momentos, ansiedad, depresión o estrés postraumático. "Una burrada", apuntan los psiquiatras. Los expertos lo vinculan a la crisis sanitaria y sus efectos económicos. En el horizonte, reina la incertidumbre

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Beatriz Pérez / Elisenda Colell

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Las heridas del dolor emocional son invisibles; sin embargo, en muchos casos también profundas. Las secuelas del confinamiento, el aislamiento y la crisis económica han atravesado miles de vidas que han acabado por tambalearse. En estos momentos, aun a falta de cifras oficiales, los expertos calculan que al menos un 30% de la sociedad está padeciendo algún trastorno mental: ansiedad, angustia, depresión o estrés postraumático. Es una cifra preocupante si se tiene en cuenta que, antes de la llegada del covid-19, los expertos consideraban que hasta un 25% de las personas tendrían, en algún momento de sus vidas, algún problema psíquico. Las crisis sanitaria y económica han hecho crecer la curva de otra pandemia, la más silenciosa de todas: la de los trastornos de salud mental.

"Este porcentaje [del 30%] es una burrada. Sabíamos que, de cada 100 personas que pasan al día por la plaza de Catalunya, 25 tendrían problemas de ansiedad, depresivos o estrés postraumático. Y lo que estamos viendo, si hacemos una foto trasversal de la plaza, es que 30 de las 100 personas que están ahora mismo en la plaza de Catalunya tienen un trastorno mental", explica Josep Antoni Ramos-Quiroga, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Vall d’Hebron (Barcelona) e investigador del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam). Según él, este 30% podría ascender al 50% entre algunos colectivos, como por ejemplo, los trabajadores usuarios de geriátricos.

"La gente está peor, y lo notamos en la gravedad de la clínica. Tenemos la impresión de que las personas vienen demasiado tarde y con un claro empeoramiento de la sintomatología", certifica Ramos-Quiroga. Se está viendo afectada toda la población general, pero sanitarios y empleados que trabajan en los servicios esenciales son de los que más sufren la angustia, ansiedad, la depresión o el estrés. Y este psiquiatra opina que lo que está por venir es aún peor, cuando muchas más personas se vayan al paro.

Pero de todos los trastornos hay uno que repunta sobre todo los demás y que tiene que ver con la incertidumbre que asuela a la población: el de ansiedad. Lo certifica la propia Conselleria de Salut de Catalunya. "Está aumentando más la ansiedad que la depresión. La mayor parte de las consultas que se hacen en atención primaria son por ansiedad", dice Jordi Blanch, director del Pla Director de Salut Mental i Addiccions del departamento. Blanch asegura que, si bien a partir de la segunda quincena de marzo las citas en la atención primaria relacionadas con los trastornos del estado de ánimo "bajaron en picado", a partir de mediados de abril las visitas por trastornos de ansiedad se recuperaron, "superando con creces los volúmenes del año pasado en el mismo período".

La Federació de Salut Mental de Catalunya calcula que la depresión se ha triplicado este año y la ansiedad se ha multiplicado por cuatro. "El aislamiento, las pérdidas de familiares sin poder despedirse, el paro y la incertidumbre frente a la situación económica ha generado un enorme impacto en la salud mental y emocional de muchas familias", cuenta la directora de la federación, Marta Poll. "Entendemos que la salud mental está relacionada con el acceso a la vivienda digna, a tener relaciones sociales, trabajos y hacer actividades de ocio", dice Fidel Villalonga, jefe de proyectos y calidad de la Fundació Els Tres Turons, que acompaña a personas que padecen algún trastorno de salud mental en algunos de los barrios más empobrecidos de Barcelona.

Infradiagnóstico

La Generalitat de Catalunya admite que los datos de los que disponen actualmente no muestran el alcance real de la problemática, ya que hay un "infradiagnóstico", en palabras de Blanch, pues la gente va menos al médico de cabecera porque tiene "miedo" de contagiarse de coronavirus. "Lo que sí hemos visto, a lo largo de este 2020, es que a medida que la gente iba más al centro de salud se disparaban mucho los diagnósticos de ansiedad: la agorafobia -las fobias en general-, el miedo generalizado, el trastorno de pánico…", añade. Según él, la ansiedad es un trastorno que va a seguir aumentando y, si no se soluciona la incertidumbre, "se mantendrá o empeorará".

Después de la ansiedad, el trastorno que más están viendo los médicos de cabecera son los del estado de ánimo, como la depresión o la bipolaridad. Y no solo aumentan las personas que "debutan" en los trastornos mentales (es decir, que tienen uno por primera vez), sino también la gravedad de aquellas que ya sufrían uno. "Hay enfermedades más graves que vienen en un estado de gravedad aún mayor, personas mucho más descompensadas", dice Blanch. Es una percepción que tienen también entidades como Els Tres Turons. "Estamos viendo un grave deterioro en el proceso de recuperación", dice su presidenta.

Hay más personas que "debutan" en un trastorno de salud mental y una mayor gravedad en aquellas que ya sufrían uno

Según el grupo de salud mental de la Societat Catalana de Medicina Familiar i Comunitària (Camfic), actualmente el 60% de las consultas al médico de cabecera son por un tema relacionado con la salud mental, un 20% más que el año anterior. La Camfic confirma que ven a pacientes con depresiones que se han "agudizado" e, incluso, intentos de suicidio en gente que ya lo había intentado.

Un dato. El Teléfono de la Esperanza (682 300 003), servicio de apoyo y acompañamiento emocional con más de 50 años de historia de la Fundació Ajuda i Esperança, recibió, del 14 de marzo al 30 de junio, un 26% más de llamadas (11.421) que el año anterior. La mayoría de los usuarios (un 48,7%) llamaban por un problema de salud mental. Después, por soledad (un 36%) y, por último, por el covid-19. "La pandemia agrava las problemáticas ya existentes", asegura Sergio García, psicólogo de la fundación.

Menores de edad

Tampoco los menores y adolescentes se libran del dolor emocional. Expertos sanitarios y entidades aseguran que este año se han agravado los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), como la anorexia. "Sobre todo después del confinamiento porque, durante la cuarentena, la familia hacía un mayor control de la comida", dice el psiquiatra Ramos-Quiroga.

"Aunque a mí en menores lo que más me preocupa es el uso y abuso de los videojuegos y de las pantallas. El trastorno más frecuente en los centros de salud mental infanto-juvenil [los CSMIJ] es el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). El 6% de los niños de los CSMIJ tienen TDAH y, por tanto, más riesgo de desarrollar adicciones. Estas generaciones han pasado muchas horas sin poder salir a la calle, sin hacer nada", añade este psiquiatra.

Tampoco hay estudios poblacionales para saber cómo les ha afectado el confinamiento, pero los sanitarios ven, en la práctica clínica, que pasan muchas horas delante de la pantalla y que hay "riesgo de juego 'online'".

En los menores se han detectado déficits de atención generados por el abuso de pantallas durante el confinamiento

En niños y adolescentes, los expertos también están viendo "dificultades de adaptaciones" ante los procesos de pérdida de familiares, estrés relacionado con el confinamiento o padres que hayan enfermado, más irritabilidad y nerviosismo. "Ello se ha plasmado en cambios de conducta, como trastornos alimentarios u obsesión con los videojuegos o las pantallas", concluye Roger Ballescà, miembro de la junta del Col·legi de Psicòlegs de Catalunya y trabajador de un CSMIJ.

Una red de asistencia frágil

Los médicos de cabecera son los que valoran a los pacientes con síntomas de problemas de salud mental y les recomiendan ir a las unidades especializadas. En Catalunya, hay cerca de 80 centros de salud mental para adultos (los llamados CSMA) y 60 para menores (los CSMIJ). En ellos trabajan psiquiatras, psicólogos, enfermeros y trabajadores sociales que atienden los trastornos de salud mental que no son tan graves como para requerir un ingreso hospitalario. Son centros públicos y, en su mayoría, están gestionados por entidades sociales y fundaciones especializadas.

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