BALÓN DE OXÍGENO

Los contagios caen con fuerza en los países con confinamientos domiciliarios

Un paciente con covid es atendido en la uci de un hospital de París, el pasado 17 de noviembre

Un paciente con covid es atendido en la uci de un hospital de París, el pasado 17 de noviembre / periodico

Manuel Vilaseró

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La segunda ola de la pandemia de coronavirus sigue barriendo el continente europeo con virulencia aunque parece haber alcanzado ya el ansiado pico máximo de la curva de contagios. La incidencia permanece estabilizada desde hace una semana ligeramente por encima de los 600 casos por 100.000 habitantes a 14 días, un nivel altísimo del que va a ser difícil bajar con rapidez. La fuerte caída de los contagios en los países que han implantado confinamientos más estrictos es una de las razones que explica un frenazo que no puede hacer olvidar que la factura en vidas humanas está siendo muy elevada. El número de fallecidos desde el 1 de julio sube ya a 98.308 y es muy probable que acabe superando los 175.509 de la pasada primavera.

Hay un dato que induce especialmente al optimismo. El índice de reproducción, la famosa R(o) que revela a cuantas personas contagia cada infectado, está por debajo o en el entorno del 1 en casi todos los países, un indicativo claro de que la incidencia empezará a bajar de modo inminente, una vez superada la actual fase de estabilización.

El 2% de infectados

Es un signo claro de que las restricciones impuestas están dando ya sus frutos, especialmente en los citados países con severos confinamientos, como Francia, Holanda, Irlanda, Bélgica y República Checa. En estas dos últimas se alcanzaron cifras estratosféricas de casos, hasta el punto que el 2% de la población podía infectar al resto. En Bélgica han caído a la mitad.

Francia era, de los cinco grandes, el país en peor situación, con incidencias superiores a los mil casos. En agosto, el presidente Macron declaró que no volvería a tomar medidas drásticas porque perjudicaban demasiado a la economía pero hace un mes se vio obligado a cerrar los bares y decretó el confinamiento total hace dos semanas, lo que le ha permitido bajar el índice de reproducción a 0,63. Más allá, por ejemplo, del 0,8 que Catalunya se fijó como objetivo. España, con medidas en general más laxas está anclada en el 0,93. La curva francesa ha empezado a bajar de modo pronunciado, aunque sigue por encima de los 800 casos.

La rapidez

Una de las incógnitas más inquietantes es si el descenso será suficientemente rápido en todos los estados para afrontar con garantías una posible tercera ola causada por llegada del invierno y la caída acusada de las temperaturas, como ha alertado la cancillera alemana Angela Merkel. Solo Finladia se encuentra en la actualidad en zona considerada segura, por debajo de los 100 casos.

Hay un grupo pequeño de países, entre los que figuran Italia y Austria, que no consiguen contener el virus aunque se encuentran con altas incidencias, de 779 y 1.024 casos. Ambos han tomado medidas drásticas, el confinamiento domiciliario en las siete regiones italianas más afectadas y para todo el país en el caso austríaco, pero aún no ha empezado a notarse su efecto.

De modelo a epicentro

El país transalpino ha pasado de ser un modelo para desescalada a sumergirse en pocos días en escenas que recuerdan cada vez a lo ocurrido en la primera ola, cuando fue el epicentro europeo de la pandemia.  Las ucis atienden a 3.600 pacientes en estado crítico, los mismos que el 9 de abril, en pleno tsunami de la primavera pasada.

"Italia y Francia son un ejemplo de que no basta con hacer buenas desescaladas o un buen rastreo de contagios y contactos. Cuando la situación se descontrola hay que tomar medidas drásticas lo antes posible. Si se retrasan, la mejoría tarda más en llegar y la suma de muertes y hospitalizados es mucho más alta". Esta es la principal lección que deja el análisis de la situación actual de Europa, según Daniel López Codina, investigador del grupo de BIOCOMS de la UPC, que diariamente elabora informes sobre la situación en Europa y cuyos datos se han utilizado en esta información.

La lección de Irlanda

El contraejemplo de Italia y Francia es Irlanda. Tras alcanzar los 250 casos por 100.000 habitantes y ante la ineficacia de medidas más laxas confinó a todos los habitantes en sus casas el pasado 21 de octubre. Tres semanas después los ha bajado a menos de la mitad, 120 casos, una cifra que superan todas las autonomías españolas salvo Canarias. Aún quiere bajar más y el encierro se mantendrá como mínimo hasta el 1 de diciembre.

Alemania ha intentado aplicar los mismos principios, pero algo más laxos y con menos éxito por ahora. A primeros de mes, con una incidencia de 204 casos cerró bares, gimnasios y espectáculos, pero dos semanas después, la cifra se ha encaramado a los 300 casos Merkel propugna ya un confinamiento casi total que los ‘länder’ han frenado a la espera de cómo evolucionen los datos hasta el próximo lunes.

El Reino Unido no logra frenar

El Reino Unido es otro gran foco de preocupación. Lleva semanas con un confinamiento severo que aún no le ha permitido alcanzar el pico, aunque sí ralentizar el crecimiento de la epidemia. Su incidencia roza cerca a los 500 casos y ha sumado tres mil muertes solo en la última semana.

En el panorama europeo el caso de España es el más singular. Fue el primer país en sumergirse en la seguna ola. Encabezó las cifras de contagios y muertes en julio, agosto y septiembre. A partir de la primera semana de octubre, como puede verse en el gráfico, la empezaron a superar Bélgica, República Checa y Francia hasta situarla en el 17º puesto en incidencia que ocupa en la actualidad.

La larga duración de la segunda ola en nuestro país y la alta incidencia a la que ha llegado a alcanzar, rozando los 600 casos, arroja un balance muy negativo en número de fallecidos: casi 13.000, el 13% de los registrados en el territorio considerado (UE más Suiza, Noruega y Reino Unido), mientras que solo representa un 8,8% de su población.

La curva ha empezado a bajar también en España, pero la incógnita es si lo hará con suficiente rapidez para llegar al invierno en buenas condiciones sin echar mano del confinamiento domiciliario.   

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