EN LA PIEL DE UN RESIDENTE

"El sistema sanitario es una de las mejores cosas de este país"

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Beatriz Pérez

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"No me imaginaba otra cosa". Álex Mayer sabía que quería ser médico desde pequeño. Ahora tiene 27 años, es residente de tercer año de Medicina Interna en el Hospital Parc Taulí (Sabadell) y el líder sindical de la huelga de <strong>médicos internos residentes (MIR) </strong>que comenzó en Catalunya el pasado 21 de septiembre y que se retomará en algún momento de las próximas semanas porque las negociaciones con las patronales y el Institut Català de la Salut (ICS) están "encalladas".

"Mis dos padres son médicos. Me gusta la Medicina porque es la ciencia más humana y puedes ayudar a los demás", explica. Pero también hay cosas que no le gustan: el mucho tiempo que exige esta profesión y las malas condiciones laborales. Los MIR encarnan la gran paradoja actual: por un lado, encarnan, en mucho mayor medida que el resto de sus colegas médicos, la precariedad laboral; por otro, en los últimos tiempos y tras una década de recortes en la sanidad pública, se han convertido en indispensables en hospitales y centros de atención primaria (CAP) debido a la falta de personal.

Álex cobra unos 1.800 euros al mes. Un sueldo que incluye unas cuatro guardias. A veces son cinco. En teoría, su jornada laboral es de 37 horas y media semanales. "Aunque siempre hago más", asegura. También en teoría, el día después de una guardia, debe tomarse un día de descanso, pero no siempre es posible. "Una de las cosas que denunciamos es que hasta un tercio de los residentes, después de una guardia de 24 horas, tiene que quedarse a trabajar en el hospital porque no hay más personal", explica. Él, por ejemplo, ha encadenado recientemente tres fines de semana seguidos con guardias de 24 horas. "No he hecho las 36 horas de descanso estipuladas después de una guardia en prácticamente un mes".

Todo empieza a las 8

Para Álex, la vocación no justifica el maltrato laboral que viven los médicos de la sanidad pública y, en concreto, los más jóvenes, los MIR. Su jornada laboral comienza a las 8 de la mañana, cuando los colegas que han estado de guardia por la noche le explican cómo se encuentran los pacientes de los que, a partir de ese momento, se hará cargo él. Con el café delante del ordenador, revisa las pruebas hechas hasta ahora, como las analíticas. A continuación, Álex visita a los pacientes que están ingresados en planta. "¿Tú no eres muy joven?", le pregunta un señor mayor. Y él le explica que es médico, pero que está en formación.

Ocurre con frecuencia que a los MIR no los toman lo suficientemente en serio por su edad. "Hay pacientes que no saben muy bien qué somos nosotros. Hay días que te confunden con un estudiante; otros, con un adjunto", cuenta. "Y con las mujeres es peor, les ocurre más y a veces les dicen: '¿Bueno, cuándo entra el médico?’", añade.

La pandemia de marzo

Álex, como hizo el resto de sus compañeros MIR, arrimó el hombre como nunca antes durante el pico más intenso de la pandemia de coronavirus, en marzo y abril. "Muchos hospitales como el mío organizaron turnos de 12 horas. Hacíamos entre tres y cuatro turnos por semana. Y dejamos de cobrar las guardias porque, con la reorganización horaria, estas dejaron de existir esas semanas", se queja Álex. Así, muchos MIR vieron cómo se reducía su sueldo hasta la mitad. "Y todo asumiendo mucha más responsabilidad de la que nos tocaba. Hicimos de médicos, no de residentes, en tiempos de crisis".

De aquellas durísimas semanas, a finales de marzo, Álex recuerda cómo, cada día, el Parc Taulí abría "prácticamente cada día" unas 100 camas nuevas. "No sabíamos ni de dónde sacar profesionales. Todo el rato teníamos la sensación de que no íbamos a llegar. Estábamos llegando al límite del sistema y no sabíamos dónde estaba el final", relata. Si las ucis no llegaron a colapsar, asegura, fue porque los profesionales "estiraron las camas, los profesionales y los recursos al límite".

Cuidar el sistema de salud

Álex come sobre las dos del mediodía, pero nunca consume la hora entera que tiene para ello. No suele haber tiempo. Una de las cosas que más le disgusta de las diferentes administraciones, tanto en España como en Catalunya, es que "no cuiden" el sistema de salud, que es "una de las mejores cosas del país". El trato que se les dispensa a los MIR en España difiere mucho del de otros países. "Esto de hacer guardias de 24 horas está extinguido en la mayoría de los países europeos. Aquí no, porque hace falta personal y no lo tenemos", explica Álex. Lo que el sistema de salud necesita es una "reestructuración", algo que no se consigue a corto plazo. "Los MIR de Portugal, Francia o Reino Unido cobran mucho mejor que nosotros. Y tienen descansos asegurados y una presión asistencial más baja", señala.

Lo mismo que en Catalunya sucede en otras comunidades autónomas de España. Con solo una diferencia: fuera del territorio catalán los horarios son de 35 horas semanales, frente a las 37 horas y media de Catalunya. Los MIR catalanes también echan de menos tener más tiempo de formación. "La que tenemos la hacemos sobre la marcha asistencial con el médico adjunto. Si es que tienes un adjunto, porque a veces el MIR está solo. Si lo tienes, vas formándote, pero no hay tiempo para estudiar, lo que es estudiar. Y todo esto además del trabajo que hacemos durante el día", cuenta Álex.

Equiparación con el Clínic

Un MIR de primer año cobra unos 16.000 euros anuales brutos a dividir en 14 pagas. Los demás, unos 18.000. Una de las cosas que reclaman a las patronales y al ICS es equiparar su sueldo anual al de los MIR que trabajan en el Hospital Clínic de Barcelona, que cobran entre 22.000 y 24.000 euros. "El Clínic tiene una parte privada, pone más dinero y lo hace para llamar al talento. Creemos que debería plantearse, en los próximos años, una equiparación a los MIR del Clínic. Aun así, seguiríamos por debajo de las medias europeas de los sueldos de médicos", dice.

La jornada laboral de Álex termina a las cinco y media de la tarde. Desde Sabadell, regresa en tren a su casa en Barcelona, en el barrio de Sants. Seguirá movilizándose junto a sus compañeros. "Volveremos a la huelga", advierte.

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