EL PORTAVOZ PACIENTE

'San Simón', para los compañeros de profesión

Epidemiólogos y expertos en salud pública admiran el trabajo y el aguante del médico ante los ataques y críticas personales

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Manuel Vilaseró

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Algunos especialistas en salud pública y epidemiólogos empiezan referirse al director del Centro de Coordinación de Alerta y Emergencia Sanitarias (CCAES) como San Simón. No les falta razón. Cada día durante tres meses ha comparecido diariamente para intentar explicar la evolución de la epidemia y concienciar a los ciudadanos ajeno a la tormenta de insultos, descalificaciones y hasta demandas judiciales que cada día van en aumento pese a que la situación mejora cada día.

A cada descalificación o acusación responde siempre lo mismo: "no tengo tiempo de ocuparme de estas cosas". Cuando se ha equivocado, rectifica. Y si hubo errores importantes a la hora de valorar la importancia de lo que se avecinaba, sus colegas saben que fue un fallo de apreciación compartido por el resto de países y expertos.

Lo que es seguro es que no deja indiferente a nadie. Su enorme exposición mediática no le ha quemado. Al contrario, frente a un legión de detractores se levanta una de fans solo superada por la cantidad de memes de los que ha sido objeto en las redes sociales. 

 La mayoría de acusaciones no resisten un análisis riguroso. Un diario titulaba este sábado en portada que la Comunidad de Madrid desconsejó acudir a la manifestación del 8-M cuando Simón se callaba. En realidad, el gobierno de Ayuso desaconsejó manifestarse a "los contactos de los contagiados", algo que era obvio, dado que debían pasar un período de aislamiento según los protocolos de Sanidad. No solo no debían ir a la manifestación, sino permancer aislados.

Simón fue incluso más allá que Madrid y pidió a las personas que tuvieran síntomas sospechosos que no acudieran a actos masivos como el 8M. Algo a lo que hizo caso omiso el líder de Vox, Santiago Abascal, que propagó el virus entre sus correligionarios en el mítin de Vistalegre.

En el debe de Simón habrá que apuntar la pérdida de credibilidad de las cifras del Gobierno. Lo hubiera tenido más fácil si el contacto con la prensa no hubiera sido exclusivamente telemático. En la pandemia de la gripe A los especialistas se reunían con los medios de comunicación para pactar cada cambio de criterio a la hora de presentar las estadísticas para asegurarse de que fueran entendibles para la población.