CRISIS SANITARIA INTERNACIONAL

Coronavirus: Calma tensa en los hospitales ante el riesgo de un rebrote

Beatriz Pérez

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La que antaño era la sala de espera del servicio de Diagnòstic per la Imatge del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau , en Barcelona, está ahora convertida en una sala de hospitalización, con decenas de camas vacías. "No las desmontamos porque podemos necesitarlas más adelante. Hasta hace muy poco aquí había pacientes", aclara Xavier Borràs, director médico del complejo hospitalario. Hace apenas unas semanas, el 30 de marzo, el Sant Pau llegó a tener más de 400 enfermos con covid-19. Este martes, la cifra era de unos <strong>157.</strong> Este centro, como tantos otros, hizo un esfuerzo inaudito y cuatriplicó su número de ucis: de las 30 que tenía normalmente llegó a las 110. Esta semana, solo menos de la mitad están ocupadas por enfermos de coronavirus. Sant Pau ha entrado en fase de "desaceleración hospitalaria".

Pero, pese al descenso de la presión de estas dos últimas semanas gracias al confinamiento, reina en los centros sanitarios españoles una especie de calma tensa. Los médicos temen la salida final de la población a la calle a partir de mayo, algo inevitable pero que, a la vez, puede traer consigo un nuevo pico de casos positivos. La pandemia ni mucho menos ha quedado atrás. En la cafetería de Sant Pau unas cruces rojas pintadas en las mesas obligan a los clientes a guardar la distancia de seguridad. Una separación física con la que deberemos vivir durante un largo tiempo indefinido, advierten los expertos.

"El 30 de marzo, todo el hospital era covid-19. Bruscamente tuvimos que eliminar toda la actividad restante. Cerramos las consultas externas y las cirugías, y la actividad pediátrica la pasamos a Sant Joan de Déu. Cada día se necesitaban más salas. Ahora, los pacientes con el virus ya no son los dominantes", cuenta Borràs. "No ha habido colapso, pero hemos estado a horas del colapso. Pero no, no ha llegado a haber 50 personas esperando en los pasillos de las urgencias. La reorganización lo ha evitado". Los médicos trabajan entre 40 y 50 horas semanas. Y aún no hay ninguna victoria cantada: el desconfinamiento, asegura, puede traer "problemas".

También la morgue de Sant Pau se ha tenido que reorganizar para mantener más medidas de seguridad con los cadáveres de fallecidos por el virus. "Les ponemos un sudario especial. Este año, por la pandemia, hemos tenido muchos más muertos", dice el director médico de este hospital.

Un hospital de campaña a largo plazo

Sant Pau, como los otros tres grandes centros sanitarios de Barcelona (Vall d'Hebron, Clínic y el Mar), tiene un hospital de campaña habilitado en su caso en el polideportivo municipal CEM Guinardó, muy cercano. Aquí, de 88 camas preparadas para pacientes leves que todavía no pueden ir a casa, hay 16 ocupadas. Tienen oxígeno y calefacción. Y unos grandes letreros en las cristaleras con dos palabras: 'força' y 'ànims'. "De momento esto estará aquí meses", insiste Borràs. En este hospital de campaña trabajan 11 médicos y 12 enfermeras.

Las máquinas y aparatos del gimnasio están amontonadas en una parte del primer piso, desde el cual se ve, a través de las cristaleras, el pabellón polideportivo ocupado por camas de enfermos. La otra mitad de ese primer piso está tomada por mesas y materiales de los médicos. En la planta cero, junto a los enfermos, trabajan las enfermeras. Uno de estos médicos es el venezolano Rafael Lugo, un recién licenciado de 28 años que aún no ha conseguido plaza de MIR (es R0). Se ofreció voluntario para trabajar durante esta pandemia.

"En este hospital de campaña hemos llegado a tener un máximo de 40 pacientes. Lo ideal es que estén aquí entre dos y tres días", señala. "Hemos visto pacientes con muchas complicaciones, como sobreinfecciones de bacterias. Quienes tienen más riesgo de reinfectarse son los que llevan más tiempo en el hospital", añade. Nunca imaginó llegar a vivir algo así. "Pero me vi joven y capacitado, y pensé que tenía que hacer algo".

Resistencia, constancia, motivación

Hay otros letreros que ya estaban en el CEM Guinardó antes de la pandemia, pero que cobran ahora un nuevo significado: 'resistència', 'constància', 'motivació'. María José Villanueva, de 51 años, es una cirujana que lleva 25 ejerciendo. "Dejé todo para venir aquí. Muchas intervenciones se han parado [solo se están operando los casos más urgentes], vine porque esto -y mira hacia las camas de hospitalizados- es de todos", cuenta. "Hay como una calma de alerta". 

Quizás esta es la expresión que mejor describe la extraña situación que se vive estos días en los hospitales. Los médicos insisten: no hay nada ganado. "El comportamiento de la gente cuando empiece el desconfinamiento se reflejará aquí". Villanueva asegura que lo que más le sorprendió es ver a gente joven "muy mal", con incluso afectaciones hepáticas. Y augura que la actual situación, que obliga a aplazar, entre otras cosas, operaciones de tumores, tendrá un "impacto" en este campo del cáncer. Hará falta tiempo para mesurarlo.

Lo que parece indudable es que las imágenes y vivencias de estos días, muy probablemente, permanecerán marcadas a fuego para siempre en la mente y corazón de los sanitarios. Eire Ruiz, enfermera cirujana en el hospital de campaña de Sant Pau, llora mientras lo explica. "Lo más duro es ver a personas morir solas. Y no eran tan mayores. Esto, todo lo que hemos vivido, nos cambiará para siempre". Hace una pausa. "No me han hecho ningún test y llevo desde el primer día tratando con pacientes con covid-19". Este ejemplo ilustra el déficit de medios con los que los sanitarios, desprotegidos, han tenido que batallar durante esta pandemia. Muchos se han contagiado. La mitad de la plantilla de Ruiz está de baja. En Catalunya, un 16% del total de contagiados son sanitarios.

Pero, pese a todo, se han aprendido algunas lecciones. "La calidad humana de las personas. Y la mala gestión de los recursos por parte de las administraciones. Aunque en Sant Pau se ha hecho muy bien", apunta Ruiz. "Lo estamos dando todo. Saldremos más fuertes, aunque sea por el golpe. Esto curte", concluye.