EN PRIMERA LÍNEA

La 'abu' ha vuelto al trabajo

Loles Andolz, enfermera jubilada, relata cómo ha sido su primera semana reincorporada al servicio en el Hospital del Mar

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Rafael Tapounet

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"El primer día -dice- lo pasé fatal". El primer día era el pasado lunes y Loles Andolz, de 63 años, se reincorporaba a su trabajo en la supervisión del turno de tarde de enfermería del Hospital del Mar de Barcelona 14 meses después de haber colgado la bata. "Me prejubilé en enero del año pasado -relata-. En los últimos tiempos nos habían rebajado mucho el sueldo. A mí me recortaron el plus de responsabilidad y eso me dolió mucho, sobre todo a nivel emocional, por lo que representaba. El trabajo era muy duro. No me gustaba cómo estaba yendo la sanidad ni cómo se estaba tratando al personal y decidí dejarlo". Y lo dejó. Hasta el lunes.

Como otras decenas de miles de profesionales del sector sanitario que habían pasado a la reserva, Loles Andolz recibió una llamada en la que se le invitaba a volver al servicio activo para ayudar a hacer frente a la pandemia del covid-19. Ella ya llevaba unos días dándole vueltas a esa posibilidad. "Cuando se produjo el atentado de la Rambla, yo no estaba de servicio. Estaba en Collbató, cuidando a mi madre, y no pude bajar a Barcelona, y eso me produjo una sensación de impotencia terrible. Esta vez no quería volver a sentirme así". Cuando la dirección del Hospital de Mar se puso en contacto con ella, no se lo pensó dos veces y lo único que pidió fue que le respetaran el horario de tarde. "Nunca me ha gustado madrugar", apunta.

"No lo acaban de entender"

Además de renunciar a ese descanso bien ganado después de 38 años de vida laboral, la decisión de Loles comportaba otros sacrificios bastante más penosos. "Mi situación familiar es un poco complicada, porque vivo en Collbató y tengo a mi cargo a mi madre, que es invidente. Ahora mi marido se ha quedado con ella y yo me he instalado sola en Barcelona. Para ellos está siendo muy duro. Están tristes, tienen miedo a que me pase algo, mi madre llora… No lo acaban de entender".

Loles Andolz no dio el paso sola. Junto a ella, otras cuatro compañeras igualmente jubiladas -Rosa Balaguer, Lupe Blanes, Rosa Blat y Encarna Muñoz- aceptaron volver al hospital y ponerse la bata de nuevo. También hubo enfermeras que rechazaron la propuesta con más o menos acrimonia. "La coordinadora nos comentó que bastantes no habían querido reincorporarse y lo entiendo. En su momento mucha gente se marchó muy descontenta". Los años de recortes han dejado una herida que no todas las pieles han sido capaces de cicatrizar.

"Cuídate 'abu'"

Llegó el lunes. Loles preparó la bolsa para volver al trabajo sin olvidarse de meter en ella la funda para la mascarilla con un estampado de faros que le había hecho una de sus hijas y un enorme 'pin' de tela con un arco iris pintado y la leyenda 'Tot anirà bé', obra de sus nietos. Para los niños, que viven también en Collbató, la abuela se ha convertido en la heroína de la familia. "Cuídate, abu", le dijeron al despedirse.

A Loles no le asustaba la posibilidad de contraer el covid-19 -"llámame inconsciente", exclama risueña-, pero nada la había preparado para la visión que la asaltó cuando llegó ese primer día al Hospital del Mar. "Ya me había dejado tocada ver el Paseo Marítim tan desierto. Y todos esos controles a la entrada… Pero lo más impactante fue encontrarme a todo el mundo con la mascarilla puesta, en todo momento. Se hacía muy complicado reconocer a la gente solo por los ojos y eso, al principio, me angustió bastante".

30 invitados a cenar

Quizá no fue el reencuentro festivo y emocionante que había proyectado en su mente, pero muy pronto el trabajo le hizo ver las cosas con otra perspectiva. A fin de cuentas, había una emergencia que atender. "En parte esperaba que el personal estuviera triste y cansado. Físicamente y, sobre todo, emocionalmente. Pero no ha sido así, para nada. Me ha sorprendido mucho la positividad e incluso la alegría con la que la gente afronta cada día un trabajo tan duro y en condiciones tan complicadas. Es algo muy admirable".

También Loles encaja con sorprendente indulgencia y buen ánimo asuntos tan serios como la falta de material de protección para los trabajadores. "Siempre pongo el mismo ejemplo: si esta noche se presentan 30 amigos en tu casa para cenar, ¿tienes comida y sillas para todos? Pues ahora está pasando algo parecido y hay que improvisar. ¿Tenemos un problema de material? Desde luego. Pero se hace lo que se puede". Si algo está poniendo de manifiesto esta crisis, una vez más, es que la sanidad pública se sostiene sobre las generosas espaldas de sus profesionales.

Los peores momentos

Pero hay pesos que ni la espalda más ancha es capaz de aguantar sin resentirse. "Lo que llevamos peor es ver a los enfermos morir solos". Ese es, dice Loles, un momento devastador. Como esas "terribles" despedidas de la familia vía 'tablet' desde la uci. Aun así, nuestra enfermera asegura que en esta primera semana de trabajo no ha dudado ni un solo segundo de haber tomado la decisión correcta. "Estoy muy contenta de haber vuelto". Al fin y al cabo, también hay recompensas, y el homenaje en forma de aplauso que la ciudadanía brinda cada día a sus sanitarios - es una de ellas. Y no menor.  

"Reconforta mucho, sí. ¿Sabes? En los últimos años nos recortaron mucho dinero, pero ese no era el único problema. El trato con los pacientes no siempre era fácil. A veces te exigían una disponibilidad que ya no siempre estábamos en condiciones de tener. ¿Sabes lo doloroso que es que un paciente te diga que ya te paga de su bolsillo una determinada atención? Espero que con esta crisis la sociedad entienda un poco mejor al personal sanitario y reconozca lo duro que puede ser su trabajo. Veo que estos días ya está siendo así y me gustaría que no se olvidara luego".

Cuídate mucho, 'abu'.