GRIETAS DEL DECRETO DE ALARMA

Confinados con el coronavirus y las infernales obras del vecino

Confinados con el coronavirus y las obras del vecino

Asi vive una familia del Fort Pienc, en Barcelona. Confinados con el coronavirus y las obras del vecino. / periodico

Carlos Márquez Daniel

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Santi tiene a su padre, de 84 años, ingresado con neumonía en el Hospital del Mar. Ha dado positivo por coronavirus. Él, junto a su madre, también octogenaria, su esposa y su hija pequeña, viven recluidos en un piso del barrio barcelonés del Fort Pienc. Todos tienen síntomas, no pueden salir a la calle y otro hijo de la pareja, ya mayor, les trae la compra a casa. No les han hecho la prueba pero sí les han impuesto el confinamiento y, en la medida de lo posible, ventilar todas las estancias de la casa. Eso último, sin embargo, no es posible, puesto que el vecino de debajo ha decidido iniciar una obra integral de la vivienda en plena pandemia. El ruido y el polvo se mete en casa de Santi, complicando más si cabe la situación familiar y multiplicando la sensación de angustia. El Ayuntamiento de Barcelona ha informado este lunes de su voluntad de detener las obras de carácter privado. Ya se hizo con todos los trabajos en la vía pública y ahora los servicios legales analizan cómo extender la medida sin chocar con un muro legal. Ha pedido a los promotores que las detengan de manera voluntaria puesto que el consistorio no tiene competencias para obligarles. Eso es cosa del Gobierno.  

Los tipos de la obra, de nacionalidad rusa, llegaron el lunes 16 de marzo, con el estado de alarma ya vigente. Santi, que atiende a EL PERIÓDICO tras escribir una carta a la sección DE ENTRE TODOS, no daba crédito. Bajó para hablar con ellos cuando dieron por inaugurado el estruendo. Apenas pudo comunicarse, pero le quedó claro que aquellos hombres se limitaban a seguir órdenes. Al día siguiente, tras 24 horas complicadas, su padre fue trasladado al hospital. Solo durante el fin de semana han conseguido descansar. Han aprovechado para ventilar. Pero este lunes, vuelta a empezar. "Creo que es un tema de sentido común, de humanidad. De verdad que no me puedo creer que alguien tire adelante un proyecto así en este momento, sabiendo el dolor que está causando a sus vecinos", lamenta Santi, que atiende a este diario con evidentes síntomas de COVID-19

Habilitado por el decreto

Otro residente de la finca, situada en la calle de Ribes, se puso en contacto con el dueño del piso de marras. Le conoce porque también era el propietario de su casa. "Le dijo por teléfono que no tenía ninguna intención de detener la reforma porque el decreto municipal permite este tipo de obras". y así es. Y así lo ha admitido en rueda de prensa la alcaldesa Ada Colau, que este lunes ha asegurado que ha elevado la demanda de vetar las obras privadas al Gobierno de Pedro Sánchez. Hasta que eso no llegue, si es que llega, el teniente de alcalde de Seguridad, Albert Batlle, ha instado a detenerlas todas. "Tenemos ahora mismo solicitadas 13.000 licencias de obra y desde el ayuntamiento pedimos que se paren todas porque generan polvo y molestias". Según el edil socialista, la policía local realiza estos días un montón de visitas (no ha concretado cuántas) para garantizar que se cumplan las medidas de seguridad e higiene, únicos requisitos a los que el ayuntamiento podría acogerse para revocar un permiso. 

"Es cuestión de sentido común, de humanidad, pero el propietario ya ha dicho que no piensa parar"

Cuenta Santi que la Urbana ha venido en cuatro ocasiones a la finca. Casi siempre bien, aunque los primeros no tenían ni idea de la existencia del decreto y lo buscaron por internet con el teléfono, y otro día, un agente ninguneó el asunto, le recetó "ajo y agua" y le dijo que él también tenía un vecino que tocaba un instrumento. El ruido, como certifica el video que aporta como testimonio, es una constante en todos los rincones de la vivienda. También el polvo si se les pasa por la cabeza airear en las horas en las que debajo están picando como si no hubiera un mañana.  "Mi madre apenas come, la verdad es que para ella, el tema de las obras ya es lo de menos, con mi padre en el hospital y sin poder ir a verle, pero seguro que no ayuda. Está muy bien que paren las obras de la calle, pero los ciudadanos estamos en las casas, así que tiene más sentido parar las que tienes al otro lado de la pared".

Janet Sanz, teniente de alcalde de Urbanismo, lamenta la situación y avanza que ya ha requerido sobre el asunto en dos ocasiones al Gobierno. Su interlocutor, Pedro Saura, secretario de Estado de Infraestructuras, le ha asegurado este lunes que abordará el tema con el Ministerio de Sanidad para tomar una decisión. En conversación con este diario, la concejala de Barcelona en Comú comparte la "impotencia" ante esta situación y promete ser una auténtica mosca cojonera ante lo que considera una urgencia ciudadana.