alerta sanitaria

Certificado de autorresponsabilidad: un voluntarioso acto de fe

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Carlos Márquez Daniel

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Hace dos semanas, cuando todo iba todavía sobre ruedas, cuando los corredores trotaban por la Diagonal y el 'procés' seguía echando alpiste a las tertulias, el infectólogo Oriol Mitjà instó a los gobernantes a implementar un confinamiento similar al de China. Pero sabedor de que el régimen comunista es un paradigma delicado, habló de un encierro "más moderno". "Un 2.0", concretó. De la mano del real decreto del Gobierno que establece el estado de alarma, la Generalitat ha intentado desplegar su propia paleta de medidas para acercarse a lo que, precisamente, recetaba el doctor Mitjà. La última es un "certificado autorresponsable", un documento con el que la ciudadanía debe justificar la razón por la que sale de casa, por escrito, con sinceridad y rellenando uno distinto para cada desplazamiento. Pero no es obligatorio llevarlo, no sustituye sino que complementa el que entregan las empresas que siguen trabajando y, por ahora, requiere de una impresora. Y tiene la misma validez -y la misma opción de trampear- que la palabra del portador. En cualquier caso, entra en vigor la madrugada del domingo al lunes. 

Lo que sí permite el documento es recordar y repasar en qué circunstancias está permitido salir de casa. Todo lo que salga de esas siete opciones se expone a una multa por parte de la policía en el caso de que nos pregunten dónde vamos en plena pandemia.  Son entre 600 y 30.000 euros, poca broma. En algunos municipios, sobre todo los de menor tamaño, el ayuntamiento está informando a través de las redes sociales en qué establecimientos se pueden conseguir copias del certificado, puesto que muchas familias no disponen de impresora en casa. En este sentido, el Govern ha anunciado que prepara una aplicación móvil que tendrá la misma validez testimonial que el papel. ¿Y lo que no tengan 'smartphone'? Ya se verá. 

Pero si no es de obligado cumplimiento, si legalmente no pasa por encima del real decreto y si la policía no puede multar por no llevarlo, ¿cuál es el objetivo real del certificado? Y otra duda: ¿es realmente un certificado o se trata más bien de una declaración jurada? A la primera pregunta habrá quién quiera darle una lectura política, esa lucha entre el Gobierno y la Generalitat sobre la gestión del confinamiento, esa batalla por las competencias, por demostrar quién manda en Catalunya. Reforzaría esta tesis el hecho de que el Govern se escude en que Francia ha tomado una decisión similar, con la diferencia, nada baladí, que al otro lado de los Pirineos ha sido el Elíseo quien ha comandado el tema y no la región de Córcega, por citar una cualquiera, con lo que la medida es de obligado cumplimiento para todos los ciudadanos. Pero como en tiempos de pandemia lo importante es buscar el lado positivo de las cosas, el documento sin duda sirve para recordar que salir de casa debe ser un acto totalmente excepcional. Y que es necesaria una buena razón para saltarse el confinamiento

Iniciativa sin perdón

Al certificado, además, le ha salido un socio inesperado. El director adjunto operativo de la Policía Nacional, el comisario José Ángel González, valora positivamente la iniciativa al considerar  que puede ser de gran ayuda en los controles policiales. "Todo lo que ayude a que en los controles se pueda certificar dónde van los ciudadanos creo que no es una mala medida", asevera. 

No ha sido igual de benévolo el sindicato de Mossos Uspac, que considera una "invitación a abandonar el confinamiento" el hecho de poder ir a las comisarías a buscar los certificados. De este modo, aseguran a través de un comunicado, un ciudadano podría contagiarse en las dependencias policiales o ser él quien infecte a los agentes. Uspac llama "irresponsables" al 'conseller' Miquel Buch y a los mandos de la policía catalana y termina la nota de manera contundente: "No os lo perdonaremos nunca".