ASISTENCIA ALTRUISTA
La división de los hermanos Barraquer
La muerte del profesor Joaquín Barraquer, en agosto del 2016, hijo de Ignacio, fundador del Centro Oftalmológico Barraquer inaugurado en 1941 en Barcelona, ha destapado la profunda distancia que existe entre el concepto asistencial que defienden sus dos hijos, Elena y Rafael Ignacio Barraquer Compte, actual director de la clínica oftalmológica y presidente del patronato de la Fundación Barraquer. Ambos hermanos ejercen como oftalmólogos y cirujanos en el centro médico de la calle de Muntaner.
Sus discrepancias emergieron en el momento en que hubo que actualizar la actividad y financiación de la fundación, un organismo creado en el 2004, cuando Elena Barraquer se instaló en Barcelona tras 25 años de ausencia, que ha alcanzado relevancia gracias al empeño de la oftalmóloga en promover y ejecutar expediciones quirúrgicas a países africanos, dedicadas a operar de cataratas a poblaciones con pocos o ningún recurso sanitario.
La cantidad de expediciones realizadas -una decena de viajes cada año-, en las que se desplazan quirófanos y personal médico, distingue a esta fundación entre las múltiples organizaciones altruistas que también acuden a África para resolver gratuitamente las cataratas de sus ciudadanos. Cada año, los equipos quirúrgicos de Barraquer eliminan la niebla del cristalino a casi un millar de pacientes.
"Sufrir cataratas en África equivale a quedar ciego -explica Elena Barraquer-. De forma inmediata, de un día para otro, mejoramos la vida de la persona operada y la de toda la familia que de ella depende. Indirectamente, mejoramos incluso la economía de esos países. Siempre he creído que esa es la labor más importante que puede hacer una fundación altruista."
Actuar en Barcelona
Rafael Ignacio Barraquer, no obstante, entiende que la fundación, sostenida con donaciones de grandes y pequeños mecenas más algún apoyo económico de la clínica, debe reorientar su destino, reducir a niveles simbólicos las expediciones a África y centrarse en cuestiones como la investigación oftalmológica -rama que la marca Barraquer apenas ha desarrollado-, la docencia, que ampliará a través de la Universitat Autònoma de Barcelona, y la promoción del Banco de Ojos.
El día que el actual director del prestigioso centro oftalmológico expuso la decisión de orientar la fundación que lleva su apellido hacia el refuerzo de estos objetivos, en una reunión del pasado junio, su hermana Elena anunció que abandonaba la fundación familiar.
"Yo no estoy de acuerdo con que la fundación se oriente hacia áreas en las que Barraquer apenas ha tenido recorrido o en las que casi parte de cero -reitera la doctora Barraquer-. Con lo que más podemos ayudar a los demás es yendo a operar de cataratas a países donde esas intervenciones cambian la vida de poblaciones enteras". Consecuente con su idea, Elena ha decidido "bifurcar" su acción altruista y caminar en solitario.
"Mi padre siemper me apoyó en la ida de ir a operar a África y lo seguiría haciendo si estuviera aquí"
El próximo martes, la oftalmóloga presenta la Fundación Elena Barraquer, arropada, según han anunciado, por el escritor Mario Vargas Llosa, la diseñadora Purificación García y el presidente de Mango, Isak Andic, entre otros destacados apoyos. En octubre reiniciará las expediciones llevando sus quirófanos a Kenia, el séptimo país africano en el que su equipo operará este año. Para el 2018, ya ha comprometido otra decena de viajes. Senegal, Guinea Conakry, Níger, Mozambique, Angola, Ruanda, Ghana y Cabo Verde serán algunos de sus destinos. La nueva fundación se nutrirá de donaciones y entre sus objetivos figura la idea de facilitar equipos quirúrgicos y formación a cirujanos dispuestos a ir a África.
El apoyo de su padre
Esta separación no hubiera sucedido si 'el Profesor', como todos denominan a Joaquín Barraquer, siguiera con vida, sostiene su hija. "Mi padre siempre me apoyó en la idea de ir a operar a África, y lo seguiría haciendo si estuviera con nosotros. Me dejaba carta blanca para que hiciera lo que me propusiera -asegura Elena Barraquer-. Él nunca me dijo que redujera mis expediciones. Su concepto altruista coincidía con el mío".
Los Barraquer siempre han mantenido dos líneas de acceso a sus servicios oftalmológicos. Cuando el abuelo Ignacio dejó el Hospital de Sant Pau, de Barcelona, donde ejerció hasta 1940, para fundar el centro médico ya dejó constancia de su concepción de la medicina: que nadie dejara de recibir asistencia por no poder pagarla. Creó un dispensario en el que los pacientes recibían asistencia gratuita si acudían con un certificado de pobreza firmado por el alcalde de barrio. Esa doble vía de acceso se mantiene, reduciendo los costes para quienes no disponer de recursos suficientes.
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