ENTREVISTA

«Hay presión para que los grandes almacenes vendan medicamentos»

El padre de Tomás Berasategui (Torrelavega, Santander, 1951), inauguró en 1942 en el barrio barcelonés de Gràcia la farmacia que aún es el sostén económico de la familia. Se define como boticario, sigue elaborando fórmulas magistrales en el altillo de la farmacia, y supervisa con calmada dedicación cómo actúan en sus pacientes/clientes los medicamentos que les dispensa. No es un «vendedor de medicamentos», advierte. Los ocho años de crisis que arrastra el sector en Catalunya, con periodos de impagos y estantes vacíos, han mermado su público. Berasategui, como muchos de sus colegas, teme por el futuro del concepto que hoy define a una farmacia.

Tomás Berasategui asegura que los farmacéuticos catalanes no se han recuperado de los impagos que sufrieron por la crisis

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zentauroepp39087817 berasategui170630172951 / DANNY CAMINAL

ÀNGELS GALLARDO / BARCELONA

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-¿La crisis que los dejó a medio cobrar durante años ya es pasado?

-Ni hablar. Este año, 2017, estoy facturando la mitad, en relación al pasado. Las farmacias de barrio como esta mía no nos hemos recuperado. No llevo la cuenta de cuántos de mis colegas han sucumbido. Muchos.

-¿Ahora cobran con normalidad los fármacos sujetos a receta pública?

-La Generalitat nos paga cada 60 días por los medicamentos que indican los CAP a través de la receta electrónica. O sea, lo que a nosotros los proveedores nos facturan en enero, Salut nos lo paga en abril.

-¿Y a cuántos días pagan ustedes a sus proveedores?

-Antes de la crisis, cada 30 días.  Cuando dejamos de cobrar correctamente, nos propusieron pagarles cada 60 o incluso 90 días, lo que significó que muchos de nosotros empezamos a vivir por encima de nuestras posibilidades. Endeudados. Todas las farmacias están colgadas. Cuando llega la factura, llega el llanto. Pero esto ya no es fruto de la crisis.

-¿Ah, no?

-No, no. Ha habido, y hay, una intención manifiesta de hundir el sector de la farmacia por parte de los poderosos. No les interesamos.

-¿Y quien va a dispensar los medicamentos?

-Sospechamos que los medicamentos saldrán del canal farmacéutico. De momento, en Catalunya, los dispensamos nosotros.

-¿Si se cumplen sus temores, dónde se venderán los fármacos?

-Hay presiones para que los grandes almacenes y las corporaciones multinacionales que distribuyen los medicamentos puedan vender fármacos sujetos a receta médica. No solo los productosde parafarmacia, que ya está en esos comercios.

-En España, la función de las farmacias está protegida por la ley.

-Que pueden cambiar mañana.  Ahora, las distribuidoras farmacéuticas no tienen autorización para vender al público en general. La propiedad de una farmacia debe ir unida a la titularidd del farmacéutico. Lo que pretenden es asimilarnos al sistema inglés o anglosajón: que las distribuidoras puedan crear farmacias contratando a un farmacéutico.

-¿Le consta que se haya dado algún paso en esa dirección?

-No lo sé. Es algo que nos tememos.

-¿Cuál sería el objetivo?

-Liberalizar la venta. Como se hace en Estados Unidos. El objetivo es que los grandes almacenes o un supermercado pueda vender cualquier producto. Observemos los últimos acontecimientos: cuando la Generalitat deja de pagarnos correctamente, hace cinco años, empiezan a bajar los precios de los fármacos. Desde entonces, las cuentas no nos salen.

-La Generalitat no tenía liquidez.

-Eso dijeron. Nos empezaron a pagar los meses a medias, lo cual era aberrante. Para cobrar, teníamos que renunciar a reclamar los intereses de demora... Nos dijeron que lo sacarían de otras partidas, pero el resultado es que dejaron de pagarnos. Y, a la vez, el Estado decidió reducir la factura farmacéutica hundiendo el precio de los medicamentos.

-La factura de medicamentos financiados por la sandiad pública era, y es, muy elevada en España.

-Pero han querido reducirla a costa de nosotros. El precio de los medicamentos sigue bajando mes a mes. En otros sectores afectados por fenómenos parecidos, les han subvencionado. A la farmacia no. Se decía que ganábamos dinero, cosa que no es cierta desde hace muchos años. Con los precios de ahora, no se puede vivir.

-¿Qué precios son esos?

-Irrisorios. Un envase del protector gástrico omeprazol [el medicamento más vendido en España] costaba 22 euros en el 2005, y ahora vale 1,26. Un antihipertensivo de gran consumo, el enalapril, cuesta 1,28 euros y la simvastatina para bajar el colesterol 0,95 céntimos. Los turistas se las llevan de cuatro en cuatro.

-¿Usted gana ahora menos que antes de la crisis?

-Yo ahora no gano. Pago el sueldo de mi mujer, que es farmacéutica y está dada de alta. Pago el sueldo de mi hijo, dado de alta y con nómina. Y ahí se acabó. Yo vengo a trabajar cada día, pero no tengo sueldo. Esta farmacia llegó a tener siete empleados. Ahora somos tres.

-¿Y sus colegas?

-Todos me dicen que están facturando por debajo de la media, pero yo no estoy en sus cuentas.

-Dice que ve peligrar la farmacia tal y como se la entiende ahora.

-Si, el concepto de farmacia está en peligro. La idea de convertirla en un comercio distinto.

-¿Eso que significaría?

-Pues que en los grandes almacenes o en los supermercados no solo habrían artículos de parafrmacia, como ya tienen, sino que venderían los medicamentos recetados por los médicos. Contratarían a dos o tres titulares de farmacia, con sueldos de dependiente no cualificado, y ampliarían el negocio.

-¿Hay interés desde el gran comercio en vender medicamentos?

-Si. Y presionan a quienes deciden. Pero, de momento, se han de ajustar a lo que dice la ley.

-¿Y qué dice la ley?

-Que cualquier modificación en una planta medicinal da como resultado un medicamento. Y que los medicamentos solo se pueden vender en farmacia. Pero eso, no nos engañemos, no lo cumple ni el café, que nunca se ha vendido en las farmacias pero es una planta o un fruto manipulado para ser consumido.

-¿Qué quiere decir?

-Que hay que rehacer bien la ley. Ahora, en las parafarmacias, todo se puede vender si está clasificado como 'complemento alimenticio', desde unas vitaminas hasta un jarabe de hierbas para la tos. ¿Qué es un complemento alimenticio? Las cápsulas de vitamina E que he vendido toda la vida, ¿son complementos alimenticios? Si las vende una parafarmacia, si. No entiendo nada.

-Es un nuevo mercado.

-Que mueve millones de euros. Lo que es de venta exclusiva en farmacia va bajando de precio. El resto, genera mucho más negocio. Y lo mismo ha pasado con las leches infantiles. Antes, las vendíamos en exclusiva las farmacias, día y noche, todos al mismo precio. Ahora las distribuyen a los supermercados con precios abonados. Las farmacias no podemos competir.

-¿En estos momentos, un farmacéutico es únicamente un vendedor?

-No. Yo me considero un boticario. Elaboro fórmulas magistrales, cumpliendo las leyes y ante necesidades concretas, no para venta masiva. El farmacéutico, en los inicios, era el que fabricaba los medicamentos.

-En los inicios.

-Cuando a esos farmacéuticos les fue progresando su fabricación, fueron transformándose en laboratorios farmacéuticos. Las empresas química los contrataban para que fabricaran determinadas especialidades. Y se produjo una dicotomía.

-¿Qué dicotomía?

-Por un lado, estaban las industrias químicas que fabricaban medicamentos, y por otro las farmacias que hacían lo mismo e iban creciendo: Almirall, era una farmacia; Vilardell, era una farmacia... se transformaron en laboratorios a medida que fueron desarrollándose. El listón de buenas prácticas es ahora altísimo y ese salto sería imposible.

-¿Eso ha devaluado la función del farmacéutico?

-Si. Aunque somos especialistas en la fabricación de medicamentos, ya me explicarás qué fabrica ahora un farmacéutico: todo el día envolviendo envases y cajitas. Y cobrándolas.

-¿Los vecinos de esta farmacia lo ven a usted como un vendedor?

-No. A mí, no. Ocho de cada diez clientes, me consultan, me preguntan, comentan qué les pasa. El farmacéutico debe implicarse en el cuidado de sus enfermos. Nosotros controlamos semanalmente cómo les van sentando a nuestros pacientes los medicamentos que les servimos. No cobramos por tomar la tensión. Aún confían en nosotros.