El deterioro tecnológico de los hospitales catalanes agrava las listas de espera

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jgblanco38498845 badalona 19 05 2017 sociedad deterioro material quirurgic170519133731 / JULIO CARBÓ

ÀNGELS GALLARDO / BARCELONA

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Cortar o minimizar el presupuesto de todo lo que necesita ser reparado o sustituido en un gran hospital tiene un precio alto que se paga a medio plazo. Los hospitales del Institut Català de la Salut (ICS) situados fuera de Barcelona -el Arnau de Vilanova, de Lleida; el Joan XXIII, de Tarragona, o el Josep Trueta, de Girona- funcionan en unos edificios que, según relatan quienes allí trabajan, en algunos rincones "corren riesgo de hundimiento". Repararlos no ha sido una prioridad desde que irrumpió la crisis, pero va siendo inaplazable. El recinto del Hospital del Vall d’Hebron fue puesto recientemente como un ejemplo de "barraquismo hospitalario" intolerable, por parte del ‘conseller’ de Salut, Antoni Comín. Su reconstrucción ya está en marcha, financiada con fondos europeos o filantrópicos. Cuestión de voluntad política, en este caso.

En más de un servicio, se percibe preocupación. E incomodidad entre las enfermeras que han de aupar o recostar a los pacientes en unas camas que apenas responden a los mandos electrónicos. "No es cómodo trabajar de esta manera, y tampoco es bueno para los usuarios", comenta un cirujano del Hospital de Bellvitge.

Cuando se estropea un aparato, ya sea un ecógrafo o la máquina que hace las imprescindibles pruebas de esfuerzo con que se evalúa a los cardiópatas, han de telefonear a los pacientes previamente citados y anunciarles que no podrán ser atendidos ese día. "Hacemos todo lo posible para que eso no pase. Apuramos al máximo", asegura Jaume Canet, responsable de anestesiología en el Hospital Germans Trias i Pujol, Can Ruti. "La gran consecuencia de la desinversión en equipamientos es que perdemos eficacia", asegura Canet.

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Si es posible, citan a los pacientes para la tarde del mismo día en que tenían la prueba suspendida, con el fin de no encadenar anulaciones: todo diagnóstico va ligado a una visita con el especialista. “Las listas de espera también crecen a consecuencia del deterioro tecnológico", sintetiza el especialista. “En tecnología quirúrgica, hemos pasado de tener lo más avanzado a estar muy por detrás de lo último”, añade el anestesiólogo.

LAS ARTERIAS MÁS GRANDES

La penuria en el capítulo de la desinversión tecnológica también se percibe de forma indirecta. “No nos prohíben utilizar el material que es más eficaz y también caro, pero sí que nos recomiendan tener en cuenta el precio”, explica una especialista en hemodinamia cardiaca de un hospital del ICS.

Un ejemplo de esto son los 'stent' (diminuto muelle metálico expansivo) que avanzan sujetos a un catéter a través de una vena cuando se está produciendo un infarto, una trombosis o existe dolor anginoso. El catéter debe alcanzar el punto en que se ha interrumpido la circulación sanguínea, y allí mismo, el 'stent' capturará el coágulo sanguíneo o la capa de grasa desprendida. Acto seguido, reabrirá el paso de la sangre. "Deberíamos utilizar siempre 'stents' impregnados de fármacos antiproliferativos de plaquetas, porque además de desobstruir impiden nuevas formaciones de trombos -afirma la hemodinamista-. Pero solo lo hacemos en un 60% o 70% de los casos. Es lo previsto en el servicio". Un 'stent' con fármaco cuesta 1.100 euros, o 700 si no lo lleva. "Escogemos muy bien a quién le colocamos uno u otro dispositivo [quien tiene las arterias muy anchas corre menos peligro], ya que no podemos actuar como sería lo ideal, que es utilizando 'stents' con medicación en el 100% de intervenciones", dice la especialista.   

En todo lo anterior, el personal sanitario dice contar con el apoyo solidario del titular de Salut. "El ‘conseller’ Comín nos vino a ver, y dijo que es consciente de que los aparatos están viejos, pero que no había presupuesto para todo lo que querrían", comenta un cirujano de Can Ruti. "En los hospitales catalanes hacemos como en la película de los hermanos Marx en el Oeste: vamos quemando madera y más madera, quitando de aquí para poner allí, afrontando el dilema de si el poco dinero de que disponemos lo dedicamos a reparaciones o lo guardamos para comprar algo nuevo un poco más tarde", describe el anestesiólogo Canet.

Las decisiones del Servei Català de la Salut (CatSalut) sobre este tema para en 2017 hablan de equipar los edificios que fueron construidos hace dos o tres años, que no funcionan porque no se les dotó de tecnología.