No atiborre al bebé de comida

Salut propone aprender a detectar cuándo un niño necesita alimento o está saciado, para evitar que coma en exceso y se convierta en obeso

Una profesional sanitaria atiende a un niño obeso en un centro hospitalario.

Una profesional sanitaria atiende a un niño obeso en un centro hospitalario. / EL PERIÓDICO

ÀNGELS GALLARDO / BARCELONA

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Los errores dietéticos que conducen al exceso de peso y a la obesidad se inician muchas veces en los primeros meses de vida, en esa etapa en la que, de abuelas a madres, se ha ido transmitiendo la idea de que cuanto más rollizo, redondito y rosado esté un bebé más salud acumula. Este concepto, que surgió en los años de posguerra del siglo pasado, cuando la comida no abundaba, debe ser muy matizado ahora, sugieren los médicos. 

El servicio de endocrinología pediátrica del Hospital del Vall d’Hebron atiende en la actualidad a niños de apenas 2 años que han sido diagnosticados de obesidad severa, lo que significa que dispondrán el resto de sus vidas de una proporción de adipocitos -las células grasas- exageradamente elevada, ya que así los han generado en el periodo de constitución del cuerpo.

Esta situación, generalizable en Catalunya, es una de las razones que han motivado la elaboración de la guía 'Recomenacions per a l’alimentció en la primera infància (0 a 3 anys)', que ha promovido el grupo de dietética y nutrición de la Agència de Salut Pública Catalunya (ASPC), cuyo mensaje fundamental se podría concretar en la idea de que no es bueno dar a los bebés más comida de la que ellos mismos solicitan. Previamente, niños y papás deben aprender a identificar esa demanda.

AUTOEDUCACIÓN DIFÍCIL

Abuelas, madres y monitores de comedor escolar son interpelados en este documento para que se autoeduquen en la nutrición de los niños a su cargo. "La mejor forma de proporcionar la cantidad de alimento que necesita un niño es respetar su propia sensación de hambre", dice la guía, que da por hecho que la extendida preocupación familiar por "lo poco" que comen sus hijos es, casi siempre, un desequilibrio entre lo que el pequeño desea comer y lo que quien lo cuida "espera" que coma.

"Los padres son responsables de comprar los alimentos que consumirá un hijo, y deciden cómo y dónde se come en casa, pero es el niño quien debería decidir si quiere o no quiere comer, y qué cantidad, ya que su cuerpo es capaz de autorregularse en función de sus necesidades", indica el documento, entre cuyos autores figura la nutricionista Gemma Savador, de la ASPC. "Persiste entre los adultos la tendencia a dar a los niños mucha más cantidad de comida de la que necesitan -asegura Salvador-. Es necesario aprender a identificar la sensación de saciedad de los pequeños. No todos los niños han de comer las mismas cantidades de alimento".

CONTRA LA RIGIDEZ

El documento propone romper la rigidez con que en los últimos años se ha recomendado introducir los alimentos en los menores de 2 o 3 años, supuestamente, para evitar que sufran alergias. A partir de los 6 meses de vida, indican, es posible incorporar la mayoría de los grupos alimentarios, desde frutas a hortalizas, legumbres, carne o  pescado. Sin prohibir nada, el documento define como "superfluos", o evitables, algunos alimentos. Entre ellos, mermeladas, chocolates, postres lácteos, flanes, bollería industrial y los embutidos, el jamón en dulce entre ellos. Lo único que hay que mantener lejos de los menores de 3 años, puntualizan, son los frutos secos diminutos y enteros, susceptibles de provocar atragantamientos. Citan las palomitas de maíz.

También sugieren acabar con los purés generalizados en los menús infantiles, ya que, indican, conducen a comer en exceso, impiden identificar los diferentes alimentos que han sido triturados y no facilitan que los niños distingan entre texturas y sabores.