El estreñimiento afecta a casi el 20% de la población

El consumo de antibióticos, una dieta pobre en fibra, beber poca agua y no realizar ejercicio pueden derivar en problemas de evacuación. En la infancia, la dolencia se da más en los niños pero entre la población adulta la sufren más las mujeres

En la edad adulta, las mujeres sufren tresveces más de estreñimiento que los hombres.

En la edad adulta, las mujeres sufren tresveces más de estreñimiento que los hombres.

Carme
ESCALES

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Tener a mano periódicos, revistas e incluso libros junto a la taza del váter es un síntoma, externo al organismo, indicador de lo que, en su interior, no fluye con normalidad. Cuando el simple y naturalísimo acto de defecar, rápido teóricamente, precisa de recargados rituales a base de laxantes y lecturas en el lavabo y un halo de suplicio lo embarga hablamos de estreñimiento. Es una dolencia que afecta a entre el 15% y el 20% de la población, más frecuente en niños que niñas durante la infancia, pero que, en la edad adulta, sufren más las mujeres que los hombres. En una relación aproximada, por cada tres mujeres con problemas para ir al baño hay un hombre que también los sufre.

«Se considera patológico cualquier proceso que provoque una dificultad en la realización de la defecación», señala el doctor Agustín Balboa, especialista en aparato digestivo del centro médico Teknon, y miembro de la Societat de Digestologia de la Acadèmia de Ciències Mèdiques de Catalunya. «Por ejemplo, si un paciente hace una dieta pobre en fibra es posible que las heces sean tan escasas que cueste movilizarlas. Y si una persona toma fibra pero no bebe agua hará unas heces muy voluminosas pero excesivamente secas, por lo que, nuevamente, conllevará mucha dificultad evacuarlas», explica Balboa. «También sabemos que algunas alteraciones de la flora intestinal pueden alterar el ritmo evacuatorio. Es muy común, por ejemplo, que después de tomar antibióticos se noten alteraciones en la evacuación, como heces blandas o problemas de hinchazón abdominal», añade el especialista.

CUÁNDO PREOCUPARSE / «Es difícil decir cuándo es patológico un caso o cuando se trata de una persona con unas deposiciones menos frecuentes o de consistencia más dura que la población en general», apunta el doctor Eloi Espín, jefe de cirurgía colorrectal del Hospital Universitari Vall d'Hebron. «En general, las sociedades científicas coinciden en el hecho de que los síntomas deben ser importantes y durar, al menos, tres meses antes de ser diagnosticados como estreñimiento», señala Espín.

«En cualquier caso -añade-, es muy importante que el diagnóstico y la valoración sean hechos por especialistas y con los protocolos más actualizados. El estreñimiento puede tener una causa muy identificada, como la citada ingesta de fármacos, enfermedades neurológicas u hormonales, o puede ser idepática (funcional o sin causa primaria conocida)», desgrana Espín.

Según aclara el especialista en digestología de la Teknon Agustín Balboa, «cuando comemos, el proceso de la digestión se encarga de transformar un alimento en partículas que pueden ser absorbidas en nuestro intestino delgado. El material no absorbido es una pasta con alto contenido en agua que llega a nuestro intestino grueso o colon. Allí, gran parte del agua se va absorbiendo. Las bacterias que se encuentran en el colon nos ayudan a transformar los restos fecales, favoreciendo su transformación en las heces que todos conocemos. Así, las heces formadas en el colon son propulsadas por los movimientos del colon para llegar al recto, que es la porción final del intestino. Este hecho desencadena la sensación de tener ganas de defecar. Los músculos de los esfínteres anales son capaces de contener las heces en el recto hasta que, de forma voluntaria y cuando sea socialmente oportuno, podamos realizar el acto de la defecación».

CADA CUAL A SU RITMO / «El ritmo de la defecación viene condicionado por varios factores que se interrelacionan entre sí: los movimientos del intestino, la flora intestinal, la fibra dietética y la ingesta de líquido son los principales actores que hacen que nuestro intestino procese los restos no absorbibles de nuestra comida y los elimine de forma adecuada», puntualiza Balboa.

USO DE LAXANTES / «Cada laxante tiene una indicación y puede tener diferentes grados de respuesta con cada paciente», advierte el especialista del aparato digestivo del Hospital Universitari Vall d'Hebron Eloi Espín. «Hay laxantes que son de uso más crónico, como la fibra o la parafina, y otros pueden ser de uso más reducido, como estimulantes, o bien osmóticos, aunque estos últimos hay pacientes que los pueden necesitar de forma crónica porque, de lo contrario, su estreñimiento les puede causar una mala calidad de vida», añade Espín.

En algunos casos, la continuada ingesta de laxantes hace que estos acaben perdiendo efectividad en el organismo. En otros casos, hay que tener en cuenta que hay laxantes, como cualquier fármaco, que pueden dar problemas derivados de su uso crónico. «Por ello es muy importante que el uso de laxantes sea siempre aconsejado y controlado por médicos y que los casos graves sean valorados por especialistas», indica Espín.

Lo más importante es que los pacientes introduzcan cambios en sus hábitos, como la práctica de deporte y una mayor ingesta de agua y de fibra, entre otras rutinas. En los casos extremos, se puede llegar incluso a intervenir quirúrgicamente para aplicar neuroestimulación, entre otras técnicas de lucha contra el estreñimiento.

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