informe SOBRE el impacto de la crisis en EL SISTEMA SANITARIO

Catalunya recorta en sanidad el doble que la media de España

MANUEL VILASERÓ
MADRID

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Los recortes presupuestarios experimentados por el sistema sanitario español desde el inicio de la crisis aún no han  afectado de modo significativo a los indicadores de salud de los españoles. Sus consecuencias a largo plazo serán «mínimas» siempre que la inversión vuelva a subir, pero si los recortes se mantienen algunos años más o se incrementan, el «deterioro» de los principales indicadores que miden el estado de salud de la población está garantizado. Por autonomías, Catalunya encabeza junto a Galicia y Navarra el ranking de  los tijeretazos, con un descenso del gasto del 19% entre el 2010 y el 2014, casi el doble de la media del conjunto de España.

Este es, a grandes trazos, el diagnóstico sobre los efectos de la crisis en el sistema sanitario elaborado por Sergi Jiménez-Martín, profesor de economía de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, para el Observatorio de la Sanidad del colectivo de economistas Fedea. El estudio parte de la idea comúnmente aceptada de que España tiene una de las mejores redes sanitarias públicas del mundo, lo que repercute en que destaque positivamente en cuanto a esperanza de vida, mortalidad infantil o años potenciales de vida perdidos. El economista intenta responder con su informe a la pregunta de hasta qué punto este activo se está malogrando debido a la crisis.

El impacto de los recortes ha sido moderado: el 2% anual entre el 2009 y el  2013. Puede parecer alto pero la comparación con el de otros países rescatados, como  Grecia (30%), Irlanda (11%) y Portugal (5%) relativiza su importancia.  Los recortes están compensados en España  por el  aumento de entre el 8% y el 9% anual registrado en el  período 2002-2008, justo antes de la crisis. En el caso de Catalunya se da también este fenómeno. Entre el 2007 y el 2010 la inversión en sanidad había crecido casi el 20%, el mismo porcentaje que se perdió a partir de esta última fecha y hasta la actualidad.

MÁS ENFERMOS MENTALES / La mayoría de los indicadores de salud no refleja ningún impacto negativo, pero hay unos pocos que señalan lo que podría empezar a pasar si persisten los recortes. Los progresos en la disminución de la mortalidad infantil, por ejemplo, se han estancado o ralentizado desde el 2009 y ha aumentado el porcentaje de niños nacidos con peso demasiado bajo. También han crecido las enfermedades crónicas y las hospitalizaciones debidas a la diabetes, depresión, ansiedad y otros transtornos mentales.

El incremento de la tasa de pobreza y la desigualdad en índices que van del 3,5% al 4,1%, anticipan, según el informe, futuros deterioros de la salud de la población. Especialmente preocupante es, para el autor, el incremento de la obsesidad y especialmente la infantil, que se han convertido en «la auténtica epidemia del siglo XXI, sin que las políticas públicas puestas en marcha den signos de contenerla».

La percepción del sistema por los usuarios sigue los mismos pasos. La opinión favorable ha caído entre 4 y 5 puntos entre el 2006 y el 2013. Y el porcentaje de la población que opina que las listas de espera son cada vez peores, ha aumentado del 16% del 2011 al 34% del 2013. Las visitas al médico también han bajado, especialmente entre las mujeres, aunque el informe no determina si ha sido «el resultado de un comportamiento más racional o un reflejo de los recortes». Quizás se deba a ambas cosas a la vez.

El estudio relativiza, eso sí, el impacto de los recortes en la situación laboral del sector. El número de empleos apenas ha variado, aunque eso sí, a costa de más precariedad y menos salarios. Una evolución «negativa en términos absolutos pero mucho mejor que la observada en el promedio de la economía».