Análisis

El ébola, paradigma de la salud global

JORDI CASABONA

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El actual brote de fiebre hemorrágica por el virus ébola (FHVE) ha superado ya la cifra de 3.000 afectados y 1.500 muertos, pero en una enfermedad que mata (o se cura) en pocas semanas, las cifras absolutas -probablemente subestimadas- no son tan importantes como la velocidad de aparición de nuevos casos. Los enfermos detectados durante los últimos 21 días suponen el 40% de todos los casos. El brote, pues, todavía está en fase expansiva y por tanto cabe esperar un aumento del número de muertos y un goteo de afectados occidentales que habrá que repatriar y de viajeros internacionales quizá afectados a los que habrá que estudiar.

En los países más afectados, el actual brote de FHVE, más que una crisis sanitaria, es una crisis humanitaria que supera las capacidades nacionales y requiere una respuesta política y técnica internacional rápida. En la epidemia del sida se tardó más de cinco años en establecer un organismo para hacer llegar los tratamientos a los países sin recursos, pero en el caso de la FHVE, por sus características, no hay tiempo. Las agencias internacionales tienen uno de los retos de salud global más importantes de las últimas décadas, y ese reto requiere el compromiso de todos los gobiernos y no solo medidas de defensa locales.

En países como el nuestro lo más importante es tener los sistemas sanitarios preparados y continuar con la estrategia de rapidez y transparencia que ha demostrado la Agència de Salut Pública de Catalunya en los dos casos sospechosos identificados hasta ahora. Las estructuras hospitalarias están sobradamente preparadas para estudiar y eventualmente tratar estos casos, pero dada la importancia de detectar a los posibles expuestos y sus contactos lo antes posible no hay que olvidar la capacidad de los propios sistemas de vigilancia epidemiológica. En el contexto de globalización actual, la gestión de infecciones emergentes debe formar parte del escenario de normalidad de los países desarrollados, y así lo tiene que empezar a entender la ciudadanía.

Finalmente, y en relación con la investigación biomédica, de momento los institutos nacionales de salud norteamericanos, en colaboración con la farmacéutica Glaxo Smith Klein y la Wellcome Trust británica, acaban de anunciar el inicio de un ensayo clínico con un candidato a vacuna que el Gobierno de EEUU estaba ya estudiando en el contexto de prevención de la posible utilización del virus como arma biológica. El actual brote ha acelerado los procedimientos y se espera que los primeros resultados puedan estar listos antes de terminar el año, y por lo tanto el posible impacto a corto plazo es difícil. Por otra parte, investigadores americanos han hecho pública la secuencia genómica del virus del brote, lo que es crucial para entender su dinámica de propagación.

Pero hoy por hoy el estudio de los contactos y el aislamiento son las únicas medidas preventivas eficaces; no son fáciles, pero son viables. Aquí radica el poder -y la dificultad- de la salud pública.