Crisis en un gran hospital catalán

Saturación crónica en las urgencias del Vall d'Hebron

Urgencias colapsadas enel hospital de Bellvitge, ayer.

Urgencias colapsadas enel hospital de Bellvitge, ayer.

ÀNGELS GALLARDO / Barcelona

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La relativa calma con que transcurre el verano en los servicios de urgencias de la mayoría de hospitales públicos de Catalunya contrasta con la grave crisis que atraviesa el del Hospital del Vall d'Hebron, de Barcelona, recién remodelado, dotado de 60 boxes asistenciales aceptablemente confortables, pero cotidianamente saturado de pacientes. A las ocho de la mañana de ayer, hora en que se incorporaron los 14 médicos que atienden el turno matinal del servicio -10 más que por las tardes-, en dichos boxes permanecían 55 pacientes que, tras una visita médica inicial, aguardaban una prueba diagnóstica, estaban en observación o esperaban que en alguna planta de hospitalización quedara una cama libre. Dos de ellos había llegado «hace cinco días», aseguró la doctora Teresa Soriano, de Medicina Interna.

Los médicos destinados a estas   urgencias consideran que no debería haber ningún paciente en los citados boxes cuando ellos se incorporan al servicio cada mañana, y aseguran que si esto no es así, «a diario», es por la crónica escasez de camas activadas de que adolece el Vall d'Hebron, lo que impide que los ingresos decididos en urgencias lleguen a las plantas con agilidad. «No es un problema de falta de médicos en urgencias, sino de falta de camas en las plantas. De mala planificación», dijo Soriano. El gerente del Vall d'Hebron, José Jerónimo Navas, considera que el paciente que llega a un box de urgencias «ya está en el hospital, vigilado y atendido».

MÁS PACIENTES / Vall d'Hebron dispone de 1.075 camas de hospitalización que, en agosto, se reducen a unas 900. Este año no habrá más cierre de camas veraniegas que el pasado, coinciden médicos y gerencia, pero sí hay elementos que diferencian ambos periodos: la notable presión que ejerce este año el Servei Català de la Salut (CatSalut) para que las áreas quirúrgicas resuelvan un 2,8% más de operaciones en lista de espera que en el 2013 -muchas de esas intervenciones requieren que el paciente ingrese- y una inesperada mayor afluencia de pacientes graves a urgencias, que la dirección del centro atribuye, entre otros factores, a la mayor cifra de trasplantes de órganos que asumen, con pacientes siempre sujetos a emergencias.

La destitución, ocurrida el pasado martes, del hasta entonces jefe de urgencias, Xavier Jiménez, ha indignado a los sanitarios del Vall

d'Hebron, algunos de los cuales hablaban ayer de exigir «la destitución» del gerente Navas. «Esto no se arregla cambiando al jefe del servicio, o poniendo 10 enfermeras más en los accesos de urgencias [refuerzan el punto de selección de los recién llegados], sino organizando mejor la gestión de las camas», afirmó la radióloga Rosa Boyé.

NO ESTÁ LLENO /El gerente Navas niega que el servicio de urgencias esté permanentemente saturado. De hecho, en su opinión, el área de urgencias había vuelto a «la normalidad», en la mañana de ayer, tras unas semanas de inusual mayor afluencia de pacientes. «Que esta mañana [por la de ayer] hubiera 55 pacientes, ya evaluados, en los boxes de urgencias es lo normal, lo previsto para ese servicio -aseguró Navas-. Esta instalación, recién rehabilitada, se distribuye en camas con lavabo individual y butaca para el familiar el paciente. No es un pasillo con enfermos en camillas». Según el gerente, el concepto de urgencias del Vall d'Hebron prevé que «un tercio» de los pacientes diarios -en total son 270 de media- permanezcan «hasta 8 horas» en los boxes de urgencias. Admite que «algo falla» cuando ese plazo se supera ampliamente, alcanzando hasta los cinco días que denunció el destituido Xavier Jiménez.

«En nuestras urgencias puede haber hasta 90 pacientes una mañana cualquiera, y eso no es una anomalía si la espera no se prolonga -insistió Navas-. Lo importante es que esos enfermos estén bien controlados». De los 50.000 pacientes que han ingresado en los boxes de urgencias del Vall d'Hebron en los seis primeros meses del 2014, indicó el gerente, «medio centenar» han permanecido de uno a cinco días en esa unidad. «Esa anomalía ha afectado a uno de cada 1.000 ingresados», dijo.

La dirección del hospital, que acaba de nombrar nueva responsable de urgencias a Assumpta Ricart,  procedente del Hospital Moisès Broggi de Sant Joan Despí, intenta implantar un nuevo concepto organizativo que no cuenta con la aprobación de los médicos y la enfermería que atiende urgencias. «No es lógico que por las mañanas haya 14 médicos en el servicio y que por las tardes solo visiten cuatro -prosiguió Navas-. Las urgencias reciben a tanta gente por las mañanas como por las tardes, y los sanitarios han de asumir el horario partido. Esto agilizaría los ingresos vespertinos». En su opinión, Jiménez no asumió este modelo, algo que los médicos del servicio rechazan. «El problema no está en la cifra de médicos que hay en urgencias por las tardes, sino en la disponibilidad de camas para ingresos», insistió Soriano. La carta pública que Jiménez dirigió el pasado 26 de junio a la dirección del Institut Català de la Salut (ICS), propietario del Vall d'Hebron, y a la Generalitat hablaba de un empeoramiento en la calidad de la asistencia que se ofrece en el servicio de urgencias. Una crisis similar a la actual ya ocurrió en el mismo servicio hace dos años, recuerdan los médicos. «Entonces, la responsable de urgencias era Mercè Biosca. También la destituyeron».