Reloj biológico masculino
La ciencia confirma que la edad del padre es clave en el desarrollo del feto y la salud del bebé
En parejas donde el padre tenía más de 45 años, la tasa de aborto espontáneo se disparó a un 23,8%, frente al 16,3% en hombres más jóvenes
Demuestra que la calidad del esperma del padre es un pilar fundamental que el óvulo, por muy sano que sea, no siempre puede compensar

Archivo - Una enfermera observa la ecografía de una paciente / Eduardo Parra - Europa Press - Archivo
Durante décadas, la conversación sobre la fertilidad ha girado en torno a una figura casi mítica: el "reloj biológico" femenino. Las mujeres han cargado con la mayor parte del peso, la presión y la información sobre cómo la edad afecta la capacidad de concebir y llevar un embarazo a término. Pero, ¿y el padre? ¿Su edad realmente no cuenta, como a menudo se ha asumido?
Un estudio revolucionario presentado en el prestigioso Congreso de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología (ESHRE) 2025 en París ha puesto el foco donde menos se esperaba, demostrando con una claridad sin precedentes que el reloj biológico del hombre no solo existe, sino que es un factor decisivo.
La investigación, liderada por el Grupo Eugin, abordó una pregunta crucial: ¿cuál es el impacto real de la edad paterna, independientemente de la edad de la madre? La respuesta llegó gracias a un diseño metodológico brillante: analizar 1.712 ciclos de reproducción asistida utilizando exclusivamente óvulos de donantes jóvenes y sanas. ¡Eureka! Al neutralizar la variable materna, cualquier diferencia en los resultados solo podía atribuirse a un factor: la edad del padre.
Y los resultados son contundentes:
En parejas donde el padre tenía más de 45 años, la tasa de aborto espontáneo se disparó a un 23,8%, frente al 16,3% en hombres más jóvenes.
Consecuentemente, la tasa de nacidos vivos cayó al 35,1% en el grupo de padres mayores, comparado con el 41% en el grupo más joven.
Este estudio desmantela la creencia de que recurrir a óvulos jóvenes resuelve todos los problemas de fertilidad. Demuestra que la calidad del esperma del padre es un pilar fundamental que el óvulo, por muy sano que sea, no siempre puede compensar. El éxito no es solo fecundar, es lograr un bebé sano.
La paternidad tardía
Este descubrimiento llega en un momento crucial. En todo el mundo desarrollado, la decisión de tener hijos se pospone cada vez más. Factores como la estabilidad profesional, educativa y económica impulsan a hombres y mujeres a esperar, chocando de frente con nuestras realidades biológicas. En España, por ejemplo, la edad media de la madre primeriza roza ya los 31,5 años, y la de los padres sigue una tendencia similar. ¡El 95,1% de los hombres menores de 30 aún no son padres!
Este retraso masivo significa que una parte creciente de la población se enfrenta a los riesgos asociados a la edad, tanto materna como – ahora sabemos – paterna. Irónicamente, este cambio demográfico ha generado los datos necesarios para desvelar el impacto paterno, un factor que antes permanecía oculto tras la sombra del "reloj" femenino. La salud reproductiva masculina no es solo un asunto personal, es un factor clave en la "crisis de natalidad" que preocupa a Europa.
Esperma envejecido
La clave no está en la cantidad, sino en la calidad. A diferencia de las mujeres, que nacen con sus óvulos, los hombres producen espermatozoides continuamente. Este proceso constante de división celular, si bien permite la fertilidad a edades avanzadas, también abre la puerta a una acumulación de errores a lo largo del tiempo:
ADN fragmentado: piensa en el ADN como el plano de construcción de un bebé. Con la edad, este plano sufre roturas o "fragmentación". Un óvulo joven puede repararlo hasta cierto punto, pero si el daño es excesivo (común en esperma de padres mayores de 45), el "plano" es irreparable, llevando a abortos o fallos de implantación.
Errores de copia: cada división celular en la producción de esperma es una oportunidad para un error de copia en el código genético. A los 50 años, un hombre ha pasado por ~800 rondas de división, acumulando más "errores de ortografía" genéticos. Estos errores espontáneos pueden causar enfermedades genéticas en el niño (como algunos tipos de enanismo).
Cicatrices epigenéticas: La epigenética no altera el código genético en sí, sino cómo se "lee". Es como la entonación de una frase que cambia su significado. La edad deja "cicatrices" epigenéticas en el esperma, alterando cómo se activan o desactivan los genes. Esto se asocia con un mayor riesgo de trastornos complejos en la descendencia, incluyendo autismo y esquizofrenia.
Esta es la paradoja: la capacidad de producir esperma de por vida, percibida como una fortaleza, es precisamente el mecanismo que permite la acumulación de errores genéticos y epigenéticos.
El impacto alcanza a la madre y al niño a largo plazo
La influencia del padre no termina con la concepción. Investigaciones recientes muestran que su edad tiene un "efecto dominó" que afecta todo el embarazo y la salud futura del niño:
Riesgos para la madre: ¡sorprendentemente, la edad del padre se asocia con un mayor riesgo de diabetes gestacional y preeclampsia en la madre! ¿Por qué? La placenta tiene ADN paterno y una placenta formada por esperma envejecido podría funcionar peor, afectando el metabolismo materno.
Resultados del parto: los bebés de padres mayores (especialmente >45) tienen más probabilidades de nacer prematuros, con bajo peso o necesitar cuidados intensivos.
Legado de salud para el niño: la edad paterna avanzada está vinculada a un mayor riesgo, aunque generalmente bajo a nivel individual, de trastornos del neurodesarrollo (TEA, esquizofrenia), ciertos cánceres infantiles y malformaciones congénitas.
¿Qué pueden hacer las parejas?
Informarse: ser conscientes de que el reloj biológico afecta a ambos.
Evaluar: existen pruebas, como el análisis de fragmentación de ADN espermático, que van más allá del seminograma básico.
Ser proactivos: un estilo de vida saludable (dieta, ejercicio, evitar toxinas) puede mejorar la calidad del esperma. Investigaciones sobre antioxidantes y técnicas avanzadas de selección espermática están en marcha.
Considerar opciones: en casos justificados o para quienes planean retrasar significativamente la paternidad, la congelación de esperma a una edad más joven podría ser una opción a discutir.
El estudio Eugin rompe definitivamente la narrativa unidimensional del "reloj biológico". La paternidad es, biológicamente hablando, un "deporte de equipo". El éxito de un embarazo y la salud futura de un hijo dependen fundamentalmente de la calidad del material genético de ambos progenitores. Es hora de que el "reloj biológico del padre" salga de la sombra y ocupe el lugar que le corresponde en la discusión sobre la planificación familiar, la fertilidad y la salud de las futuras generaciones. Se necesitan dos para bailar el vals de la vida, y ahora sabemos que se necesitan dos relojes para marcar su ritmo.
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