Dificultad de aprendizaje

Claves para detectar la dislexia en niños: Una logopeda explica por qué es tan importante identificar las señales cuando son pequeños

Roser Pedrals, logopeda en la Clínica Universitària de Manresa, explica que cuanto antes se detecte esta dificultad en la lectura y escritura y se trabaje, más herramientas tendrá el niño para transitar por el sistema educativo

Manual para afrontar la dislexia de tu hijo

Una niña de EI-5 hace ejercicios junto a su maestra en una escuela de Barcelona, este curso.

Una niña de EI-5 hace ejercicios junto a su maestra en una escuela de Barcelona, este curso. / RICARD CUGAT

Helena Carbonell

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Antes de que los niños aprendan a leer y escribir, ya pueden mostrar comportamientos que pueden hacer sospechar que podrían ser disléxicos, y es importante prestar especial atención a estos signos, porque cuanto antes se detecte, antes se podrá intervenir, y los niños podrán transitar de una forma más llevadera por la etapa de escolarización obligatoria. La dislexia es un trastorno del neurodesarrollo que afecta entre un 5% y un 10% de toda la población y se manifiesta a través de dificultades significativas y persistentes en la forma escrita del lenguaje.

Cuatro variables

Tal como expone la logopeda de la Clínica Universitària de Manresa, Roser Pedrals, «hay cuatro indicadores tempranos (habilidades prelectoras) que pueden darnos muchas pistas de que un niño tiene dislexia antes de aprender a leer». En primer lugar, señala la «velocidad de denominación» y aclara que se refiere a la rapidez con la que los niños pueden nombrar cosas, como colores y números.

«Cuando un niño conoce el nombre de los colores, pero le cuesta mucho decir la palabra ‘amarillo’, puede ser una señal. Lo mismo puede ocurrir cuando comienzan a aprender los nombres de números y letras», detalla. En segundo lugar, subraya la importancia de la «memoria de trabajo verbal», es decir, la habilidad de retener y manipular, por ejemplo, palabras o frases.

La tercera variable es el conocimiento de las letras, que se refiere a que el niño sea capaz de asociar cada sonido con la letra correspondiente. Por último, la conciencia fonológica, que es la capacidad de entender que las palabras están compuestas por sonidos o fonemas, y que normalmente se adquiere alrededor de los 4 años. Esta habilidad es la base de las dificultades propias que presentan las personas con dislexia y la que más se trabaja en edades tempranas. Pedrals señala que un ejercicio para trabajar este aspecto es «pronunciar los fonemas de forma aislada para que el niño identifique la palabra que estamos diciendo».

En un amplio abanico de niveles de inteligencia

La conciencia fonológica se considera un predictor más fiable de la habilidad para aprender a leer que el nivel de inteligencia, ya que, según explica Pedrals, «la dislexia puede darse en todas las capacidades intelectuales». De hecho, señala que «pueden ser disléxicas personas superdotadas», pero también aclara: «generalmente, cuanto más alto es el coeficiente intelectual de una persona disléxica, más estrategias encuentra para compensar sus dificultades».

Para la logopeda de la Clínica Universitària de Manresa, el diagnóstico temprano es clave, ya que el tipo de intervención que se pueda realizar dependerá de la edad del niño. «Alrededor de los cuatro años, un niño ya debe tener ciertas habilidades prelectoras; si observamos dificultades para deletrear, memorizar fonemas o hacer rimas, deberíamos empezar a intervenir», recomienda.

A esta edad, se puede trabajar con el niño de manera que se garantice un mejor pronóstico y se reduzcan las repercusiones de una posible dislexia, minimizando en gran medida la sensación de fracaso.

A partir de los 9 o 10 años, el trabajo sobre la conciencia fonológica deja de ser el principal, y la estrategia de intervención cambia. A edades más avanzadas, la intervención se centra en trabajar aspectos como la redacción, la ortografía, la entonación y las estrategias compensatorias (técnicas de estudio, potenciar el uso de herramientas tecnológicas, etc.).

Coordinación y falta de autoestima

Pedrals destaca la importancia de la coordinación entre los profesionales que atienden al niño, la familia y la escuela para garantizar que se le ofrezcan los apoyos necesarios que aseguren su progreso durante los años de escolarización y para proteger su autoestima y autoconcepto. Según ella, la comprensión y atención de la dislexia desde el propio sistema educativo, así como la formación de docentes y otros profesionales implicados en el ámbito educativo, son clave para garantizar que las dificultades en la lectura no les impidan seguir avanzando en sus aprendizajes.

Considera que «cuando no se detecta, no se realiza una intervención y no se implementan adaptaciones en la escuela, muchos niños con dislexia pueden acabar teniendo una sensación de fracaso, y su autoestima y autoconcepto pueden verse afectados». Por este motivo, señala que "no es necesario esperar a que un niño fracase en la escuela para empezar a intervenir". Así pues, resalta que si se detectan dificultades a edades tempranas, siempre es mejor trabajar en ellas, aunque luego resulte que algunos de estos niños no terminen siendo disléxicos.