Temporada de invierno

Pirineo de Lleida, unas montañas llenas de historia

Además de la temporada de esquí, las comarcas del Pirineo leridano destacan en invierno por su oferta cultural, tradicional, termal e incluso astronómica

La Iglesia de Sant Climent de Taüll, en el vall de Boí, nevada.

La Iglesia de Sant Climent de Taüll, en el vall de Boí, nevada.

Xavi Datzira

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Las grandes protagonistas del invierno en el Pirineo de Lleida son las seis estaciones de esquí alpino (Baquèira Beret, Boí Taüll, Espot, Port Ainé, Port del Comte y Tavascan) y las siete de nórdico (Aransa, Lles de Cerdanya, Sant Joan de l’Erm, Tuixent-la Vansa y Virós-Vallferrera), que suman entre todas más de 500 kilómetros esquiables. Y a esta oferta se deben sumar las propuestas de las 140 empresas especializadas en todo tipo de deportes de invierno y actividades complementarias.

Cultura y tradición

Sin embargo, una vez se han guardado los esquís, hay muchas otras formas de disfrutar de unas montañas en las que la naturaleza más pura se fusiona con la cultura, la historia y la tradición. Quizás uno de los elementos culturales más identificables son las iglesias románicas. De hecho, ahora se cumplen 21 años desde que el conjunto románico de la Vall de Boi –formado por ocho iglesias y una ermita– fue incluido en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. También hay que tener en cuenta la oferta museística del Pirineo, que muestra diferentes aspectos relacionados con la vida de montaña.

Aguas termales

Otra parada obligatoria son los balnearios, herencia directa de la época romana. La oferta termal es amplia y de calidad, gracias a espacios como el Balneario de Caldes de Boí, los Banhs de Tredòs, las aguas termales de Arties, las termas de Les y el balneario de San Vicenç. 

La naturaleza ofrece otro espectáculo maravilloso cuando se pone el sol: la observación astronómica. El Parc Nacional d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, así como la Sierra del Montsec, estan reconocidos con la certificación de Reserva Starlight. En Espot, Vilaller y la Vall de Boí han habilitado miradores astronómicos para quedarse perplejos observando el universo.