REAPERTURA TURÍSTICA

La Cerdanya reabre los refugios de montaña sin barceloneses

Malniu y la Feixa sirven las primeras comidas a visitantes locales durante el primer fin de semana abiertos tras el confinamiento

El refugio de la Feixa, en la Cerdanya.

El refugio de la Feixa, en la Cerdanya. / periodico

Miquel Spa

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Los vecinos de la Cerdanya y el Pirineo han permitido a los refugios de montaña vivir el primer fin de semana de apertura después del confinamiento. La prohibición vigente de moverse de región sanitaria en toda Catalunya hace que todavía sean tan solo los pirenaicos los que puedan acceder a esta oferta turística y deportiva. En este primer fin de semana de actividad, los refugios han llenado las primeras mesas para comer permitiendo a sus gestores reactivar una maquinaria turística que, según han remarcado a Regió 7, diario del Grupo Prensa Ibérica, no llegará al pleno funcionamiento hasta que se levanten las barreras de las regiones sanitarias.

Al refugio de la Feixa, en el municipio de Ger, Marta Junyent abrió los postigos a primera hora para empezar a preparar comidas. Después del invierno y el confinamiento, tenía suficientes reservas para llenar las tablas del exterior. Catorce personas el sábado y once domingo que, siguiendo los requisitos de la fase uno, podían utilizar el establecimiento para comer pero no los entornos para hacer deporte, a no ser que fueran federados o de Ger. Un lío normativo que a partir de la fase dos se irá aligerando.

Todos los clientes provenían de la Cerdanya y otros puntos del Pirineo e incluso algunos visitaban el refugio por primera vez: «Hay mucha gente que me ha escrito y me ha dicho que quiere subir; ahora es la excusa para conocer mejor el territorio propio», apuntaba Marta. De momento tan solo abrirá los fines de semana para servir comidas o también entre semana y para dormir con reserva previa y si se trata de núcleos familiares. En este sentido, la actual situación es una oportunidad para las familias de poder disfrutar en exclusividad del refugio: «Me hace ilusión que la gente vaya subiendo cada vez más; de hecho, yo ya puedo abrir para dormir, lo que pasa es que nuestro refugio es de doce plazas y tan solo cogeremos grupos familiares porque no podemos mantener la distancia de seguridad adentro».

A pocos kilómetros de la Feixa, en el refugio de Malniu, en la montaña de Meranges, en Jordi Torras también vivió sábado la primera jornada de trabajo. El popular refugio que da acceso al lago del Malniu recibió excursionistas y, también, clientes que subieron a comer. En su servicio de restauración atendió a unas veinte personas, también de la región sanitaria. Para Torras, «ahora es el momento de abrir los fines de semana y de poner a punto el refugio para poder irnos adaptando al progreso de cada fase de desescalada».