1.200 personas viviendo en la calle en Barcelona

La Fundació Arrels reconoce dificultades para poder alquilar más pisos y alojar a más personas sin hogar

La entidad dedica este año un 20% más de presupuesto a los arrendamientos debido al encarecimiento de la vivienda

Una persona sin hogar que vive en la calle, ayer, en el cruce del paseo de Sant Joan y la avenida Diagonal.

Una persona sin hogar que vive en la calle, ayer, en el cruce del paseo de Sant Joan y la avenida Diagonal.

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La Fundació Arrels ha reconocido que, por primera vez, tiene dificultades para poder alquilar más pisos y poder alojar las personas sin hogar que recurren a la entidad. 

La entidad ha dedicado este 2019 un 20% más de presupuesto al alquiler de pisos, por un lado, porque tiene siete pisos más para responder al incremento de las personas sin hogar, y por otro, debido al encarecimiento del precio de la vivienda. Según su director, Ferran Busquets, la entidad se plantea no coger más pisos por miedo a no poder pagar. ''Estamos llegando al límite'', concluye. 

La entidad asegura que un piso que hace tres años se podía alquilar por 450 euros, actualmente vale 700 y recuerda que el precio medio de alquiler en la ciudad de Barcelona supera los 950 euros, un 9% más que hace dos años y un 35% más que hace cinco.

Además, también denuncia la falta de vivienda pública y la falta de oferta de pisos que encajen con el presupuesto de la Fundació Arrels y las necesidades de las personas que atienden, como lo son las viviendas pequeñas de 30 o 40 metros cuadrados, con cédula de habitabilidad, cercanos a una estación de metro y con ascensor. Son los requisitos que piden porque muchas de las personas que les necesitan ayuda son mayores y con problemas de movilidad. Desde Arrels alertan que son un tipo de piso con mucha demanda.

Fuera de Barcelona

La Fundació Arrels también ha optado por alquilar pisos fuera de la ciudad de Barcelona, en municipios como L'Hospitalet de Llobregat, Badalona, Santa Coloma de Gramenet, Vilassar de Mar, Granollers y Rubí. Es sin embargo, una solución que no les convence porque consideran que no siempre beneficia a las personas atendidas ya que alojarlas lejos y en un lugar desconocido dificulta su proceso de arraigo ya que, además de recuperar la autonomía, la confianza y la autoestima, tienen que volver a establecer vínculos y adaptarse a un nuevo entorno.

Busquets recuerda que en Barcelona hay 1.200 personas viviendo en la calle y que la cifra va en aumento. Por ello, pide ''apoyo'' para tener más capacidad de acción y poder ofrecer más vivienda.

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