elecciones generales

Un desastre de fiesta

Los simpatizantes del PP dejan solo a Pablo Casado en la peor noche electoral de los conservadores

zentauroepp47941490 madrid  28 04 19    pol tica  elecciones 28 a  sede del part190428213316

zentauroepp47941490 madrid 28 04 19 pol tica elecciones 28 a sede del part190428213316 / periodico

P. Allendesalazar

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Si la de este domingo ha sido la fiesta de la democracia, como con poca imaginación y machaconamente se repite desde hace lustros, su banda sonora en la sede central del PP ha resultado como la de aquel viejo tema de The Beatles: "No quiero arruinar la fiesta, así que me iré". Se han ido casi cuatro millones votantes respecto a las elecciones del 2016, no han acudido cientos de simpatizantes de los que solían celebrar los resultados del partido en la madrileña calle Genova, y se ha esfumado la esperanza de Pablo Casado de llegar a La Moncloa en su puesta de largo. Pero al contrario que en la canción, la fiesta ha sido un desastre para los conservadores precisamente, y no a pesar, de tanta deserción.

"Vaya torta se va dar", vaticinaba profética una veinteañera a media tarde mientras miraba de pasada la enorme foto del líder popular que empapelaba el frontal del edificio. Pese a que todavía no había cifras, los ánimos eran ya bajos, como lo han sido durante todo la jornada en las desoladas calles aledañas. "Nosotros no tenemos datos, ellos están en la séptima (planta)", se lamentaba una afiliada fumando un cigarrillo, al tiempo que otra compañera elucubraba sobre si la subida de la participación iba a beneficiar o no a la izquierda.

De la mano de su esposa, Daniel Lacalle, el nuevo gurú económico del partido, entraba en la sede sin detenerse y sin dar muestras de pesadumbre. Todo lo contrario que Isabel Díaz Ayuso, candidata del partido a la Comunidad de Madrid, que ha pasado un buen rato en la puerta del edificio atendiendo a los medios y tratando de levantar el espíritu de los pocos simpatizantes que iban llegando. "No se fíen de las encuestas", les animaba después de que se publicasen los primeros sondeos a pie de urna. "No me puedo creer que los españoles quieran un Gobierno como este", aseguraba voluntariosa a los periodistas con una sonrisa triste.

Divididos

Pero sus palabras no parecían surtir efecto. "Lo hemos hecho muy mal. Han puesto a un desconocido (de presidente del PP) y así pasa lo que pasa. Además, los socialistas lo tapan todo mejor", se lamentaba un hombre mayor al que había intentado insuflar optimismo la líder madrileña, que casualmente -o no- lucía una camiseta amarilla, el mismo color que desafiantemente vistió Cayetana Álvarez de Toledo en el reciente debate de TV3. En la calle, más periodistas que simpatizantes. "Hay menos gente que otras veces, creo que van a estar yendo y viniendo a Colón; qué pena que la derecha esté tan dividida", se apenaba una veinteañera.

Otro grupo de jóvenes, con banderas de España a modo de capa y acompañados de sus madres con banderines de Vox, bajaban precisamente hacia la plaza donde el partido ultradererechista estaba siguiendo los resultados. Uno de ellos miró la foto de Casado y le llamó traidor, provocando la risa de sus acompañantes. "Me pregunto qué será Vox", comentaba en inglés a su acompañante un turista mientras bajaba en la misma dirección.

El torero Miguel Abellán todavía se mostraba esperanzado antes de entrar en la sede. "Hasta el rabo, todo es toro", aseguraba con gesto serio a los periodistas. Pero los primeros datos le desmentían. Cuando Teodoro Garcia Egea, el secretario general, aseguró tras conocerse los primeras cifras oficiales relevantes que el escenario abocaba al país a la "ingobernabilidad", ya quedaba claro que la mayor esperanza del PP era unas nuevas elecciones en poco tiempo como mal menor. "Qué pena, con lo guapo que es", se afligía una veterana simpatizante del partido mirando la omnipresente foto de Casado. "Sí, todos menos el coleta", le contestaba una amiga antes de enfilar el camino a casa.