Daniel Ruiz, turismo con otra mirada

El estallido de la burbuja acabó con su trabajo, arquitecto, y el de su mujer. El reciclaje lo hallaron en la puerta de casa: ahora se dedican a enseñar de forma innovadora la riqueza cultural de su ciudad.

Daniel Ruiz.

Daniel Ruiz. / periodico

JUAN FERNÁNDEZ / Madrid

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A veces el tesoro lo tenemos delante de los ojos, pero ponemos el foco tan lejos que no somos capaces de reparar en él. Daniel Ruiz y su mujer, Maite Díez, han tenido el acierto de verlo y la sensibilidad necesaria para hacer de ese hallazgo su apuesta laboral y vital. El descubrimiento ocurrió cuando más lo necesitaban, después de que el final de la fiebre del ladrillo se llevara por delante sus profesiones. Él, arquitecto, pasó de diseñar casas de lujo al desempleo. Ella, financiera en una inmobiliaria, tres cuartos de lo mismo. Solo había dos caminos: emigrar o transformarse.

La solución a este dilema la encontraron en la puerta de casa. Viven en Aranjuez, una localidad que atesora un patrimonio arquitectónico y natural que está a años luz del uso que de él hacen los turoperadores que guían los pasos de los turistas llegados a Madrid con ganas de descubrir sus alrededores. Raro es el paquete que no incluye una excursión a El Escorial, pero la ruta hasta Aranjuez no es tan frecuente, y los pocos que operan aquí no suelen ir más allá del típico paseo guiado por el palacio Real y sus jardines versallescos.

SORPRESAS ARQUITECTÓNICAS / A Daniel, que es un enamorado de su profesión, no le cabía en la cabeza que las sorpresas arquitectónicas y paisajísticas que esconde su localidad y el rico bagaje cultural que silencian sus muros pasasen desapercibidos a los ojos del visitante. A orillas del Tajo, en un entorno insuperable, la Mallorca de los Borbones del siglo XVIII era un escenario de cuento cuyo relato nadie se había parado a narrarles a los turistas como el marco requería.

Ese sentimiento de abandono se iba a convertir en el trampolín del triple salto laboral que estaban a punto de dar. El primer paso fue el blog que Ruiz abrió para recopilar, a partir de lo que encontró en los libros y le contaron los lugareños, las miles de historias menores de Aranjuez que hay impregnadas a sus edificios y estancias. Lo siguiente fue mirar de frente al inevitable reto: «¿Y si aprovechamos este patrimonio cultural y se lo mostramos a los viajeros como nadie lo ha hecho hasta ahora?».

EL PORQUÉ DE LOS EDIFICIOS / La respuesta a esta pregunta es Focus Aranjuez, la empresa de ocio que han puesto en marcha esta primavera para enseñar la perla del Tajo, no como un destino turístico más, sino como un tesoro de las Bellas Artes único en el mundo. Montan funciones teatrales en las corralas como se hacía 300 años atrás, proponen rutas ecuestres y en piragua donde desvelan secretos del entorno natural, organizan paseos callejeros con actores vestidos de época que relatan lo que no cuentan las guías. «La idea no es hacer una visita, sino interpretar lo que el caminante ve, explicar el porqué de los edificios, crear una experiencia a partir de la excursión. Parece turismo, pero es algo más», define Ruiz.

Uno nunca se reinventa del todo, siempre se trae retales de la vida anterior con los que construye la nueva identidad. Daniel es muy partidario de esta idea. De hecho, cree que lo que hace ahora es la síntesis de todo lo que hizo antes, desde las casas que edificó en elboomde la construcción a los decorados que diseñó en el teatro junto al escenógrafo Paco Leal, sin olvidar los meses que estuvo auditando edificios dañados por el terremoto de Lorca (Murcia), de donde procede parte de su familia.

«Me interesa la rehabilitación, poner en valor todo lo que tiene el poso de la vida, aunque esté en mal estado», señala. Por eso está tan encantado con Aranjuez, lugar que concibe como un escenario cargado de historia. En el fondo, no tiene la sensación de haber cambiado de oficio. «El arquitecto no solo crea muros, también debe pensar en la actividad que ocurre en esos espacios. Ahora me dedico a esto», aclara.