Wert y el precio de la cultura

LAURA BERBEL

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El ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, no acudió a una cita tan importante para la cultura española, en concreto para el cine, como la entrega de los Premios Goya, según él por "problemas de agenda" que luego no han quedado del todo claros. Este ministro, considerado el peor valorado de la democracia con una nota de 1,46 puntos sobre 10 en el barómetro del CIS, se ha superado también al ser el primer ministro de Cultura en no acudir a la entrega de estos premios. Probablemente temía los abucheos con los que iba a ser recibido, y no es para menos: además de haber subido el IVA cultural del 8 al 21 %, su recorte del gasto público en educación ha provocado el despido de unos cuarenta mil profesores interinos, una drástica reducción de las becas (entre ellas, las Erasmus) y una subida vertiginosa de las tasas universitarias, que le han valido la primera huelga unitaria de la democracia en la enseñanza pública. Un hombre de récord. Por si fuera poco, en su cruzada centralista y anticultural despreció el modelo de inmersión lingüística en las aulas de Catalunya y propuso "españolizar a los niños catalanes", solo por mencionar algunas de sus hazañas.

Sin embargo, hace unas semanas parece que reflexionó y rectificó una de estas polémicas medidas: el IVA cultural en la compra de obras de arte bajará al 10 %. Obras de arte, artículos que los ciudadanos de a pie compramos tan y tan a menudo, prácticamente a diario, claro que sí. Una persona que pueda permitirse una obra de arte, valorada en precios de tres o cuatro cifras, es poco probable que tenga dificultades para llegar a fin de mes. Así, los trabajadores con sueldos "normales" o justos seguirán pagando muchos impuestos, pero las personas que pueden gastar miles de euros pagarán menos. Recuerda a cuando, antiguamente, solo la nobleza podía disfrutar de la cultura. Es lógico que las galerías de arte se alegren de esta medida, pero también lo es que los aficionados al cine no. Hay gente que pasa meses sin ir al cine, únicamente por el elevado precio, y no porque no le guste. Esto se demuestra claramente los días en que se hacen promociones a modo de rebaja brutal en el precio de las entradas, como pasó en el mes de octubre: las salas estaban abarrotadas y las colas eran larguísimas.

De esta rebaja también se ven beneficiados los toros, que, pese a ser una práctica tan polémica en Catalunya, su IVA cultural ha sido provechosamente disminuido del 21 al 10%.

Estudiar es caro, ir al cine es caro, comprar libros es caro. En definitiva, la cultura es cara. Y todavía son muy pocas las plataformas digitales que ofrecen descargas legales de estos artículos a precios razonables. ¿A dónde nos llevará todo esto? George Orwell, en su libro 1984, invitaba a reflexionar sobre ello de manera muy acertada: "No habrá risa; no habrá arte; ni literatura ni ciencia; solo habrá ambición de poder, cada día de una manera más sutil». Y es que «si todos disfrutasen por igual del lujo y del ocio, la gran masa de seres humanos, a quienes la pobreza suele imbecilizar, aprenderían muchas cosas y empezarían a pensar por sí mismos". Al fin y al cabo, quizá sea eso lo que no interese.

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