Experiencia extrema de terror
Así es la 'extreme house' de Barcelona en la que hay que asumir legalmente “el riesgo de muerte”
Antes de entrar hay que firmar un consentimiento legal en el que se aceptan más riesgos que en 'Juego de tronos': azotes, quemaduras, ahogamiento, materia fecal, plantas venenosas, que te rapen el pelo. Incluso “el riesgo de una lesión grave y/o de muerte”. Es la nueva experiencia extrema individual de Horrorland
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Una monja inquietante vigila la 'extreme house' de Horrorland: Exxxorcismo, con un cliente al fondo cubierto con una toalla.

Hay una monja en la entrada con el rictus más impasible que el padre Karras. Ella ha visto cosas que no creería ni Iker Jiménez. Pone los ojos en blanco con deje demoniaco y empieza a escupir historias ‘off the record’ que te dejan con la boca abierta el resto de la noche. Es la guardiana de la ‘extreme house’. Le ofrecen a diario hasta 200 euros por una entrada. Cuestan 20 extra con el ticket del parque. Se agotan cada día nada más abrir. Y cada día se forman colas de hora y media por si alguien se arrepiente y acaba no entrando. Todos los que cruzan la puerta firman antes –nadie titubea- un consentimiento legal en el que se aceptan más riesgos que en todas las temporadas de 'Juego de tronos' : azotes, quemaduras, ahogamiento, materia fecal, que te rapen el pelo, ¡¡plantas venenosas!! Incluso “el riesgo de una lesión grave y/o de muerte”.
“Es la casa encantada más extrema de Europa”, airean con chulería por redes sus supervivientes cada año. “No volveré a ser el mismo”, repiten como un mantra. Se refieren a la ‘extreme house’ de Horrorland, el ‘scream park’ a media hora de Barcelona (Vilassar de Dalt). “El mejor parque del terror de Europa”, lo han aupado ya seis años seguidos los Scare Awards. Es una de sus 8 casas encantadas. Además de las 7 ‘haunted houses’ con sustos para todos los públicos, siempre incluyen una experiencia extrema individual para mayores de 18. Son pioneros en España. “Contenido extremadamente sensible, hiriente y perturbador”, avisan sin paños calientes en la web. "Es para un público muy reducido que busca llevar su cuerpo y su mente al límite", añaden sus ideólogos. “La gente puede realizar la experiencia de tres maneras distintas –detallan-. Con tres equis en la frente es la más extrema. ¿Qué crees que elige la mayoría?”, se ríen. Ni siquiera sus creadores entran, confiesan.
Exxxorcismo, se llama la nueva ‘extreme house’. Eso incluye absolutamente todo lo que da a intuir: desde curas armados con crucifijos hasta niñas que escupen cosas verdes. ¿El objetivo? “Escandalizar al público”, asienten sin pestañear David Moreno y Cristina Raya, los directores de Horrorland. Los clientes salen medio idos llenos de salpicaduras de lo que parece sangre, vómito, caca, pis, semen. “La gente necesita mancharse y mostrar que ha superado eso. Quieren sus marcas de guerra”.
Todos entran con una toalla alrededor de la cintura. Va incluida en la entrada, No hay código de vestimenta, pero la mayoría va en ropa interior, alguno incluso desnudo. “En ningún momento hemos dicho que la gente se desnudara”, se encogen de hombros los directores. “Es una cosa que les hace sentir vulnerables, pero también que no se manchen su ropa”, justifican.
“Es una experiencia en la que te van a manchar –garantizan-, te van a insultar, te van a humillar”. Es lo que más funciona, resopla David: la parte escatológica y sexual. “Contamos con personas que son especialistas en BDSM. Utilizan látigos y ‘floggers’ pensados para hacer juegos de ese estilo“. Cristina sonríe al lado. “Hay gente que descubre cosas”.
"Nadie te va a juzgar"
La idea –asumen- es sacarte de tus casillas. “Por terror, por asco, por dolor”… Lo que sea para hacerte sentir vulnerable. Por eso es una experiencia individual, señalan. “Porque si estás solo, te sientes la presa”, dice David. “Y te sientes liberado –añade Cristina-. Nadie te va a juzgar”.
“Hemos visto nueras a cuatro patas con el suegro subido a caballo encima –asegura Cristina- . ¡Y la gente lo cuenta!”. David asiente. “A mí me da más miedo el público que la gente que tenemos nosotros trabajando. Algunos se vienen muy arriba”.
Lo del contrato es sobre todo “un tema de sugestión”, desvelan. Para que la gente se cague ya antes de entrar. Lo que firma sin miramientos todo quisqui es que la experiencia puede incluir “sin límite” –enumera de carrerilla- “azotes y/o golpes; ahogamiento; contenido sexual explícito; violencia; torceduras y/o esguinces; fracturas; lesiones por calor o frío, incluyendo quemaduras, golpe de calor e hipotermia; corte y/o rapada de cabello; mordidas o picaduras de animales; contacto con plantas venenosas; caída de grandes alturas; ataque cardiaco; enfermedades por la exposición a agua o lodo contaminado con materia fecal; manipulación de zonas íntimas y genitales; parálisis permanente y/o la muerte”. Los directores se encogen de hombros. “En la tercera frase ya sale que puedes morir. Lo demás –sonríen- es paja.
El año pasado rapaban a los clientes con tres equis en la frente. Era un matadero lleno de animales con motosierra. El público era el ganado. “Una chica se cortó una coleta así”, Cristina muestra un palmo. “Se hicieron donaciones para pelucas”, añade David. Lo preguntaban varias veces pese a las 3 equis. “¿Quieres que te rape?”. “¿Estás seguro?”. Antes de entrar te dan una palabra de seguridad: este año es “penitencia”.
Sí, hay mucho anecdotario bizarro. Como el de la Exxxtreme Dates, hace dos años. Un ‘speed dating’ con citas más surrealistas que las de Tinder. Una era con un hombre perro. “Poníamos pienso para que la gente lo oliera”, recuerda David. Y un día le dijeron: “Oye, no queda más pienso”. “Pero si hay un saco de 10 kilos”, respondió él. “Se lo han comido”. David sigue sin creérselo. “¿Pero qué me estás contando?, ¿que la gente se ha comido el pienso?”. En un fin de semana, se ventilaron el saco de 10 kilos. “Si yo te digo ‘tírate de un puente’, ¿te vas a tirar? –reniega con la cabeza-. Hay veces que dices: ‘No les voy a plantear esto porque lo van a hacer”.
“¿Es negocio la ‘extreme house’? –David pregunta y responde-. No, es deficitaria. Pero es una herramienta de márketing y de crear contenidos virales”. Es lo más comentado, sí. “¿Sabes lo que te hacen ahí dentro?”, es la comidilla del boca a boca. “La foto. Todo el mundo quiere la foto, el postureo, el vídeo final”. Todos salen hechos un Cristo con sonrisa heroica: “Yo he sobrevivido a la extreme”.
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