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Llega a Barcelona la máquina viral de postales sorpresa que ha desatado la locura en Nueva York
“Tú no eliges la postal –garantizan sus ideólogos-, la postal te elige a ti”. Es el nuevo destino de peregrinaje de ‘influencers’ y turistas. “Los suvenires más buscados”. Mini ilustraciones a 1 euro. En Nueva York provocan colas de hasta una hora
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Llega a Barcelona la máquina viral de postales sorpresa que ha desatado la locura en Nueva York / Manu Mitru

Vas con la misma expectación que a una quedada de Andy y Lucas. Sabes que te vas a llevar alguna sorpresa. Así lo llaman: “El buzón sorpresa”. Es una pequeña máquina expendedora ‘vintage’ con manivelas. Está flanqueada por un cordón rojo para delimitar las colas, como en las discotecas. Se ha convertido en el nuevo destino de peregrinaje tiktokero. Hace apenas dos semanas que se anunció en redes. Se hizo viral en menos de lo que se tarda en decir “pa-ta-ta”. Ya lleva más de 300.000 visualizaciones por un giro de manivela. “Las postales virales llegan a Barcelona”. Es la nueva comidilla de ‘influencers’ y turistas. “Son los suvenires más buscados”, tiran de ‘hype’. Ya hay quien se ha gastado 40 € del tirón -euro a euro- a lo yonqui de las tragaperras. En EEUU estos Mini Prints a monedas han desatado la locura. Hasta colas de una hora en Nueva York.
“Tú no eliges la postal –garantizan sus ideólogos-, la postal te elige a ti”. Metes 1 euro, giras la manivela y sale una mini ilustración al azar. Hay 6 diseños diferentes de Barcelona. “Unidades limitadas”, garantizan. El mismo sistema adictivo que las ‘blind boxes’ de los Labubus de masas de PopMart. Entran las mismas ansias de coleccionista ‘amateur’. “Nos volvimos adictas –es la palabra más repetida por redes-: no sabes qué diseño te va a tocar y cada postal se siente como un pequeño tesoro encontrado”.

Algunas de las ilustraciones que salen aleatoriamente. / MANU MITRU / EPC
Esta es la primera máquina viral que aparece en Barcelona. No hace falta ser un Sherlock para prever que llegarán más. Está a la puerta de Lilo Brunch (Enric Granados, 1), un clásico del postureo de Barcelona. “El café de los osos”, se ha ganado a pulso el mote desde la pandemia. Suelen tener una decena de peluches gigantes sentados a discreción por las mesas para hacer compañía a los clientes. Tienen a uno vigilando la nueva máquina ‘vintage’ de 9 a 17h.

Uno de los osos gigantes de Lilo Brunch, junto a la máquina 'vintage'. / MANU MITRU / EPC
Ya se van formando colas como en Madrid, da fe Esther Cedeño, la responsable de márketing de Lilo Brunch. De momento vienen sobre todo turistas en busca de su ‘souvenir’ viral a 1 euro. Aunque nadie se va solo con uno. Es imposible. Dos chilenas ya acumulan un consistente taco de postales en la mano. “Solo nos falta una”, siguen echando monedas con paciencia zen. Ya habrán gastado 10 euros lo menos. “De recuerdo”, justifican sin queja. "Son bonitas y baratas". Ahora llegan dos irlandesas. También se han enterado por TikTok. “Son adorables” -las miran como si fueran cachorritos-, y se van a seguir turisteando con sonrisa satisfecha.
Las postales apenas miden 11x7 centímetros, el tamaño ideal para intercambiar como cromos. Si cambias un billete, estás perdido. Acabarás gastándote todas las monedas que lleves en el bolsillo con la misma parsimonia que si usaras una tarjeta ‘black’ del emérito. Se gira la manivela con la emoción de quien abre un regalo.
La obsesión de Nueva York
La fiebre empezó en Nueva York. “Los neoyorquinos - confirma ya hasta ‘The New York Post’- están obsesionados con coleccionar estos pequeños tesoros”. A estas alturas virales, hay más de un centenar de máquinas ‘vintage’ repartidas por todo EEUU, según el mapa que comparte en su web la culpable del fenómeno: Anastasia Inciardi. Es una artista de Brooklyn ahora con base en Portland. Su objetivo original –explicó al periódico- solo era sacarse unas monedas sueltas para pagar la lavandería. “Mi esposa es agricultora –justificó-, así que su ropa siempre está llena de tierra y la mía, de tinta”. De eso hace ya dos años. Ahora va añadiendo máquinas al mapa “cada semana”. Le han sugerido subir el precio, pero ella se niega. “No puedes conseguir nada por un dólar –explicó a ‘The New York Post’-, ni siquiera en la tienda de dólar, pero puedes conseguir este pedacito de arte. Eso es lo que las hace especiales”.
Era de esperar que el ‘boom’ cruzara el océano. Ya han replicado estas Mini Print Vending Machines de Inglaterra a Nueva Zelanda. A España llegaron en abril. Hay dos pululando por Madrid. No tardaron en formarse colas con su consiguiente ‘reel’ viral (va por el millón de visualizaciones).
Detrás de las máquinas 'vintage' de Madrid y Barcelona hay “tres amigos”, dan pocos detalles más. “No nos parece que aporte en sí al proyecto –responden vía mail. “En lo que queremos poner el foco es en la ciudad, el arte y en la experiencia”.
La idea –cuentan- era recuperar los suvenires con historia. “Tener un recuerdo único, que te conecte de verdad con la ciudad y que conseguirlo se convierta en una experiencia”, detallan. “Tú no eliges la postal –insisten-, la postal te elige a ti. Es totalmente aleatoria”.
Así nació “El Buzón”: máquinas rojas de aire ‘vintage’, como las de Nueva York. También reparten postales ilustradas únicas diseñadas por artistas, pero estas son de "símbolos icónicos" de cada ciudad. El ‘panot’ de flor, el Eixample con Sagrada Família, la Casa Batlló llena de rosas, una crema catalana, ingrediente a ingrediente, billetes de avión con coordenadas. La máquina muestra 5 posibles postales y una sexta difuminada en la que se intuye el Hospital de Sant Pau. Todo muy cuqui, muy ‘aesthetic’, lo que se lleva ahora.

El buzón de Barna, al fondo, entre ositos gigantes y cordón para delimitar la cola. / MANU MITRU / EPC
@elbuzondee, se ha bautizado en Instagram y TikTok. El Buzón de Madrid y de Barna, de momento. “Tenemos muchas ganas de seguir creciendo y llevar esta idea a más rincones”, adelantan sus creadores. “Todo ha crecido tan rápido que todavía estamos buscando la mejor manera de contar quiénes somos”, se justifican. Ya están creando una web –anuncian- en la que descubrir a los ilustradores que hay tras los suvenires sorpresa. “Si ellos quieren, claro”. Esperan poder contar con más diseñadores. “Tanto conocidos como artistas que estén empezando –apuntan-. Pero al tener los tres otros trabajos, todo va poquito a poco”, se disculpan.
Aún están sorprendidos con la acogida. Es un proyecto pequeño, “casi artesanal”, garantizan. “Somos nosotros los que nos pasamos horas y horas haciendo tarjetas, poniendo las postales en las máquinas para que todo el mundo pueda tenerlas”. Esa es su “misión”, dicen: “Reivindicar el valor de lo tangible, de las cosas que se guardan en un cajón y, años después, te devuelven un recuerdo intacto”.
No son las únicas máquinas expendedoras con manivelas que campan por España. Una ilustradora de Lanzarote las está expandiendo por Canarias. Las suyas son verdes. “MiniPostal”, las ha bautizado ella. Más “mini impresiones artísticas de edición limitada”. También las personaliza para eventos.
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