'Workshop' viral
Abre en Barcelona el primer Bikini Lab: haz tu propio bikini en 1 hora
Mujeres de todo el mundo peregrinan a esta tiendita de Barcelona a diario. Acaba de abrir en Sant Gervasi Camila CTG. Un reel sobre sus ‘workshops’ con los que diseñar y estampar bikinis lleva 2,9 millones de visualizaciones en Instagram
Peces que puedes ver haciendo snorkel por Barcelona: hay más de 1.100 especies marinas

Camila Carles-Tolrá Galofré, en el corner-taller de su tienda de Sant Gervasi. / Mar Armenteros


Ana Sánchez
Ana SánchezPeriodista
En vez de “¿cómo estás?”, a ella le preguntan “¿que has hecho qué?”. No sabe cocinar, pero sí tirar hachas. Si le haces una pregunta retórica, lo más probable es que la responda. Autora de ‘Barcelona increíble’ (Ediciones B).
Aquí te puedes tomar más licencias artísticas que los que restauraron a La Macarena de Sevilla. “Diseña el bikini que solo tú podrías imaginar”, te prometen en este ‘lab’. Apenas tardas una hora. “Libertad total –garantizan- para jugar, probar y decidir cada detalle”. Te sientes más creativo que Cerdán haciendo la declaración de la renta.
Mujeres de todo el mundo peregrinan a esta tiendita de Barcelona a diario. Se ha convertido en un ‘workshop’ viral. Desde que airearon este Bikini Lab en Instagram dos gemelas ‘influencers’, las Orda Twins. Su reel ya va por los 2,9 millones de visualizaciones. Casi un millón más en TikTok.
No se ve nada parecido por Google, no. “Mucha gente nos está escribiendo para replicar esto en su país”, dice Camila aún sorprendida por el revuelo viral. “Vino una chica que lo quería hacer en Hawaii”, resopla. De Hawaii a Colombia o Argentina. “Es el primer ‘workshop’ de bikinis que te puedes estampar tú”, resume su ideóloga.

Recortando tachuelas para estampar en el bikini personalizado. / Mar Armenteros
Acaba de estrenar tienda hace apenas dos meses en Sant Gervasi. Camila CTG (Calaf, 14). Es un nuevo oasis del 'Do It Yourself'. Una ‘boutique’ de ropa de baño sostenible con un rincón-taller. Bikini Lab, lo han bautizado. La idea era montar talleres dos días por semana, pero desde el ‘boom’ viral tienen reservas a diario. “Cada día vienen, sí –sonríe Camila-. Hay días que tienes 2 y días que tienes 17. Nos viene gente con la maleta: ‘Estoy de crucero y me voy mañana –les suplican- y quiero llevarme mi bikini’”.
Camila Carles-Tolrá Galofré, de ahí viene el CTG de su marca. Media hora con ella daría para un máster en sostenibilidad. Habla a doble velocidad con deje activista de Greta Thunberg. En su web incluye un manifiesto en el que se compromete “a producir de forma sostenible y ética”. Confeccionan todas sus piezas en fábricas de Barcelona –garantiza-, utilizan forros de nylon y ‘packaging’ reciclado y buscan “telas huérfanas” para sus colecciones.

Camila le quita las tiras al biquini base antes de empezar a customizarlo. / Mar Armenteros
33 años, 3 hijos. “Con 19 tuve el primero”, hace memoria. Estaba estudiando Bellas Artes en Teruel. Y empezó a coser en el bus, en las idas y venidas a Barcelona. Le acabó regalando una máquina de coser una amiga de la familia, su actual socia, la diseñadora Alicia Echaniz. Se hizo su primer bikini con retales y empezaron a lloverle peticiones de amigas, primas, tías. Así que buscó taller y acabó el verano con una producción de 130 bikinis. Ahora fabrica 15.000 prendas durante las campañas de verano. “No es muchísimo en el mundo de la moda. A lo mejor de cada bikini hay 200 –detalla-, no más”. El “punto pictórico” de sus estampados, por cierto, le viene de familia. Su madre es la pintora Carmen Galofré.
“Hay cuatro colores de base para escoger”. Camila te lleva al ‘corner’ creativo ante una hilera de perchas con bikinis. Te va enseñando ejemplos de lo que podrías llegar a diseñar. ¿Tachuelas, brillos, estampado de flores? Hay pegatinas para recortar a tu gusto, tiras de mil colores, un cajón lleno de abalorios. “Puedes hacer la composición que quieras”, incita. Y te va asesorando con paciencia zen. Es difícil decidir. “¿Y si no soy creativa?”, le preguntas. “Seguro que lo eres –promete-. Ya verás, salen cosas súper chulas”.

Bikinis con algunas de las customizaciones posibles. / Mar Armenteros
Agarras las tijeras con más temple que Coco Chanel, recortas tus tachuelas, las pegas en el bikini, y a la plancha. Ahora un corazoncito por detrás. Al final te decides por esas tiras con ‘print’ azulón. ¿Le añado una bolita en la parte de arriba? Acabas customizando tu bikini en apenas 1 hora. “Luego te dirán: ¡Qué bonito’ –sonríe Camila- y podrás decir: ‘Lo he hecho yo’”. También aprendes a apreciar lo que cuesta un trabajo artesano. “Y lo bien que nos lo pasamos haciéndolo –añade la diseñadora-. Participas en la prenda y le coges un cariño especial”.

Camila remata el bikini personalizado ajustando las nuevas tiras. / Mar Armenteros
El ‘workshop’ cuesta 140 € (el precio medio de un bikini sin customizar es de 85). “Estás pagando más, pero es buena calidad –justifica Camila-. Estás accediendo a buenos materiales”. Sostenibles y éticos. “Aparte de la conciencia ambiental -señala- está la humana. También hay una explotación humana para que una prenda te cueste 4 euros”.
Camila empezó a montar talleres en pleno covid. “Quiero que la clienta pueda participar de este juego –pensó entonces-. Para mí es lo más divertido”. Organizó ‘workshops’ con tintes naturales e incluso con cianotipia (“como fotos pero con el sol”, explica). Hasta que el año pasado se compró una plancha de sublimación. “Es este método de estampación: por calor”, y te señala la mini plancha roja del rincón. “Tú imprimes en un papel con unas tintas especiales, extiendes la tela y con calor se queda pegado el estampado”. Y se le encendió la bombilla, ¡plin!: “Qué chulo sería tener todos estos papeles que imprimimos y que la clienta se pueda estampar el bikini al momento”. Montaron entre 300 y 400 talleres, calcula.

Camila coloca un bikini en la plancha de sublimación. / Mar Armenteros
Este año ya hacen ‘workshops’ a diario. En invierno montarán talleres de lencería 100% costumizables. “Y estamos desarrollando también algo de pañuelos”, adelanta Camila. ¿Su objetivo? “Que la gente tome cada vez más conciencia, que acabe comprando sostenible, ético y bien hecho”, resume. “Hay mucho 'greenwashing'”, reconoce la diseñadora. “Tiene que ser sostenible todo –puntualiza ella-, no solo las telas”. También el ‘packaging’, las bolsas, la mano de obra, el transporte. “Al final –dice- comprar es como votar. Si yo te compro a ti, estoy votando por ti. Para que el día de mañana tú sigas existiendo”.
La primera academia de zapatillas de España
No es el único ‘lab’ de Barcelona del que salir con tus diseños puestos. El año pasado abrió en Gràcia la primera academia de zapatillas de España: Barcelona Sneakers Academy (Mare de Déu dels Desemparats, 8). Llevas tus sneakers (nuevas o usadas) y las personalizas en 2 o 4 horas: te dan materiales, ideas y confianza. No se requiere de experiencia previa.
“La idea –resume Salvatore Coppola- es trabajar una exclusividad distinta. Basada en el individuo, no en lo que nos venden”. Dejar de sacar pecho por llevar las zapatillas del rapero de turno y empezar a presumir de diseños propios: el de Mateo, Ada, Jade, Bruno. Se exhiben en Instagram como si fueran zapatillas de famosos. Tiene talleres de 2 horas (con accesorios y 'charms'), de 4 (también se pintan) y hasta 'masterclasses' de un día entero.
¿Que por qué gusta ahora tanto el Do It Yourself? “Creo que la parte más importante está en el proceso –responde Salvatore-, en cómo te sientes mientras haces algo y le dedicas tiempo. Hoy en día son pocas las cosas a las que decidimos dedicarle tiempo de calidad”.
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