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Antiguos artículos de Ikea en la tienda-galería Pesca Salada.

Antiguos artículos de Ikea en la tienda-galería Pesca Salada. / M.O.

Miqui Otero

Miqui Otero

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Si un habitante del futuro viniera a pedirme que le recomendara una novela que atrapara el espíritu de mi generación, le daría un catálogo de Ikea. Con un manual de instrucciones. Y una llave Allen. Ah, y también un lapicito de esos. Así podría escribirla él.

Para la gran mayoría de los nacidos en democracia, el rito de pasaje a la edad adulta no son los primeros pantalones largos ni el ajuar de la boda ni las llaves de la casa de tu vida, sino la compra de una mesa Lack. Todos tenemos en casa boles llenos de llaves en ele, tuercas sueltas y lápices del tamaño de un dedo, todos hacemos la compra semanal con sus bolsas azules y todos hemos comido Yatekomo y puesto las llaves en ese modelo de mesita. Y hemos colocado nuestras novelas favoritas, las que teníamos ya en la casa paterna, en la estantería Billy.

Prueba de fuego para parejas

Desde hace tiempo, y queramos o no, un alto porcentaje de casas barcelonesas parecen una instalación del Ikea de Montigalà y todos hemos currado para la empresa, montando sus muebles y poniendo cara de enigma ante las instrucciones. También todos hemos discutido en el laberinto de sus tiendas, la gran prueba de fuego para las parejas y los grupos de amigos. Hay, ahí, un vínculo emocional importante, una relación de amor y odio. Pero siempre asociamos esos muebles industriales, y recurrentes en cualquier lugar, al momento y, sin embargo, pasado al tiempo, pueden ser piezas casi únicas.

Acaba de abrir, en la Plaça Font, la tienda-galería Pesca Salada, un local donde antes vendían bacalao, un pescado que, como el diseño de algunas piezas de Ikea, aguanta bien el paso del tiempo. Esta nueva tienda está ubicada en un enclave encantador, luminoso y peatonal, frente al mercado del Clot y muy cerca de los Encants. Así que parece pertinente que ahí se venda lo que ahora se ofrece.

Hay, en esta tienda, que se declara fan de Billie Eilish y de Loquillo, de lo industrial y lo artesano, lámparas, saleros, tazas y platos diseñados por artistas de la ciudad. También ropa de chica. Pero llama la atención, en la entrada, una enorme selección de antiguos artículos de Ikea. Son de los años 90 y los primeros 2000, así que, pese a que nos neguemos a aceptar este tipo de información, son tan vintage como cuando en nuestra adolescencia comprábamos camisas de cuello ancho de los setenta.

Selección de piezas de Ikea de Elena Blanco.

Selección de piezas de Ikea de Elena Blanco. / M.O.

La instalación, seleccionada por Elena Blanco y que venderá las piezas durante un mes, prolifera en lámparas, de esas que has visto, aunque no recordabas, como la cara de alguien atractivo que te cruzaste hace ya muchos años. Las hay de mesita, con estampado de nubes, con forma de cohete, o de racimo de globos, y también de color calabaza, el color de los electrodomésticos retrofuturistas. También candelabros estilizados y fruteros de varillas rojas. Cuadros pop art que colgaban de la tienda, pero que además se vendían. Todo presidido por la joya de la corona: un galán de noche, una percha de pie, con la estilizada forma de un cuerpo femenino trazado con línea de ilustración noventera.

Lo que hoy es recurrente mañana es una pieza especial, con el filtro embellecedor de la nostalgia y de la segunda vida. Esos objetos siguen hermosos y jóvenes y es mucho más agradable mirarlos y comprarlos en Pesca Salada, sin laberintos ni colas, al lado de bodegas antiguas y paradas de mercado de siempre.

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