Localizaciones de cine

¿En qué lugares de Catalunya (y más allá) se rodó la impactante película 'La furia'? 

Hablamos con la directora de arte Anna Auquer sobre los espacios del visceral drama de Gemma Blasco en torno a la violencia sexual y sus raíces y efectos

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Ángela Cervantes (Alexandra) en una escena de 'La furia' con el Teatre Núria Espert como localización

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Juan Manuel Freire

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Si hay una película nacional que haya impactado emocionalmente este año, esa debe ser 'La furia', segundo largo (tras el más experimental 'El zoo') de la barcelonesa Gemma Blasco. A través de la historia de una joven aspirante a actriz, Alexandra (Ángela Cervantes), víctima de una violación en Nochevieja, la directora hace un denso estudio de la violencia sexual y sus raíces y efectos; también del arte como forma de exorcizar o canalizar la furia del título. Es fácil advertir que es una película hecha desde la víscera. Para Blasco, superviviente también de la agresión sexual, supone una "venganza creativa"

Aunque la película se inscribe en el naturalismo tan querido por el cine español reciente, es también por momentos una obra de fuerte carga simbólica y poética. Para la directora de arte Anna Auquer (ambientadora en 'La maternal' y 'Los pequeños amores'), el reto fue "diseñar los espacios de una manera que permitiera la transición orgánica entre ambos". 

Los ambientes sencillos

En el mundo más naturalista imperan un par de espacios. Por un lado, está el piso de Alexandra, prácticamente su único refugio, tan "humilde, sencillo y funcional" como cargado de "calidez, confianza y seguridad". Encontraron el adecuado en Terrassa, aunque tuvieron que intervenir bastante "para evitar el barroquismo, para acercarse a ambientes más sencillos y contenidos". 

Al otro lado está la casa familiar del pueblo, que "pedía ser un espacio más sórdido, frío y crudo, sobre todo porque convivía con la matanza del jabalí y, por lo tanto, la sensación espacial debía ajustarse a lo que la protagonista está sintiendo". Esas escenas fueron rodadas en Torrevelilla, el pueblo de la familia paterna de la directora, en la provincia de Teruel. "Gemma tenía muy claro que esa parte de la película debía rodarse allí. Teniendo en cuenta su experiencia, el imaginario de la caza y la relación con lo animal están profundamente ligados a ese lugar, por lo que tenía todo el sentido hacerlo en ese entorno". 

El espacio simbólico

El teatro en el que vemos a Alexandra trabajar, primero, y adueñarse furiosamente del personaje de Medea, después, son dos teatros en realidad. Se rodó generalmente en el Teatre Núria Espert de Sant Andreu de la Barca, pero las escenas de ensayos se filmaron en un almacén de atrezo y vestuario de la compañía Rafató Teatre, de Sant Adrià de Besós. "En ambos casos, nos dieron una libertad total para crear y modificar lo que quisiéramos. Estuvimos en el Núria Espert durante una semana completa, tanto en el escenario como en los pasillos, camerinos y detrás de las bambalinas", explica Auquer. 

El plan de rodaje dejaba poco tiempo para pasar de la escena del cásting de 'Medea' a las escenas en las que el decorado debía estar completamente montado. Pero la limitación es la madre de la innovación: esa necesidad de diseñar un espacio escénico más sintetizado "ayudó a estilizar y potenciar dramáticamente algunas de las escenas clave, como en la que Alex se sube a la mesa y hace pendular la lámpara, y la escena final de 'Medea', en la que devora a sus hijos". 

Otros lugares importantes

También significativa en la película es esa discoteca donde, al principio del filme, vemos a Alexandra, su hermano Adrián y sus amigos meterse en líos. Los interiores son de The Garage Club, un pequeño local de L'Hospitalet. El exterior, en cambio, corresponde al Parking Verneda del barrio de La Verneda i la Pau, con las dimensiones "lo suficientemente grandes para crear una sensación de desorientación, con áreas oscuras y escondidas que, más adelante, sirvieran para situar la escena del coche en llamas".  

Por otro lado, ciertas (torcidas) celebraciones de boda se rodaron en Can Palou, restaurante familiar de Esplugues de Llobregat. "Elegimos esta localización por su amplio espacio, que nos permitía mover la cámara libremente y abarcar toda la figuración. También nos atrajeron mucho las galerías exteriores, con sus pasarelas, escaleras, puertas valladas y luces fluorescentes. Nos pareció un lugar muy asfixiante, ideal para representar la trastienda del restaurante de bodas, ese espacio oculto y sucio donde se tiran las basuras y se dejan las cajas vacías de botellas de cerveza. Era el ambiente perfecto para la escena en la que [atención, pequeño 'spoiler'] Alex se da cuenta de quién ha sido su agresor y necesita esconderse de todo el mundo".