Localizaciones de cine

¿En qué lugares de Barcelona se rodó 'Wolfgang', la película número uno en taquilla? 

Hablamos con la directora artística Sol Saban sobre las localizaciones de la primera producción española que lidera la recaudación desde agosto del año pasado

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Jordi Catalán (Wolfgang) al piano en el interior del Palau Reial de Pedralbes en 'Wolfgang'

Jordi Catalán (Wolfgang) al piano en el interior del Palau Reial de Pedralbes en 'Wolfgang' / Nostromo Pictures

Juan Manuel Freire

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'Wolfgang (Extraordinari)', adaptación de la novela homónima de Laia Aguilar, era una película diseñada para triunfar. Y a veces los planes salen bien: el filme de Javier Ruiz Caldera lideró la taquilla del pasado fin de semana, algo que ninguna película española había logrado desde agosto de 2024. Hasta 95.411 espectadores se acercaron a las salas para reír y llorar con las tribulaciones del superdotado y autista niño titular (debutante Jordi Catalán, elegido entre más de 700 candidatos), cuyo ordenado mundo se viene abajo con la muerte de su madre, Ingrid (Nausicaa Bonnín), talentosa pianista, igual que el propio Wolfgang. 

Según nos revela Sol Saban, directora de arte de la película, a Ingrid se le llora en el Tanatori Litoral de Sant Adrià del Besos. "Un espacio arquitectónicamente muy interesante: brutalista, pero con la calidez que le aporta la madera y todos esos ventanales por donde se cuela la luz. Allí empezó el rodaje, donde teníamos que trabajar en la sala principal, que es donde Wolfgang toca el piano". Este tanatorio fue una propuesta de la localizadora Laia Farran, como muchos otros escenarios, incluyendo la colorida cafetería donde Wolfgang toma chocolate con su abuela, encarnada por Àngels Gonyalons: es la cafetería del Hotel Urpi de Sabadell. "En cuanto la vi, supe que quería rodar allí", explica Saban, de origen argentino pero instalada en Madrid desde hace más de tres décadas. "Me recordó a las cafeterías que había en España entre los 80 y los 90, donde las señoras merendaban con sus amigas o llevaban a sus nietos a tomar tortitas con chocolate".

Un padre no tan malo

Tras la dolorosa pérdida, al bueno de Wolfgang le toca vivir con su padre César (Miki Esparbé), al que en realidad nunca ha visto. Es un actor de ambiciones cinematográficas que, por ahora, se conforma con ser casi un extra en un culebrón vespertino. El niño no soporta el caos de ese 'piset amb jardinet' (de Esquerra de l'Eixample) donde el equipo, cosas de trabajar con un protagonista tan joven, debió ingeniárselas para rodar escenas nocturnas siendo aún de día.

Pero Wolfgang pronto descubre que igual su padre no es tan malo: entre otras buenas acciones, se lo lleva al Palau de la Música Catalana para ver en vivo a Alexandra Dogvan. Esta parte se rodó en dos jornadas distintas: durante un verdadero concierto de la pianista rusa ("solo un equipo muy reducido: el director, el director de fotografía, producción y alguien del departamento de cámara") y en un día sin concierto ni público real ("cuando rodamos todos nuestros planos y diálogos, tanto los de Wolfgang y su padre como los del público"). Poder trabajar allí fue "un privilegio", dice Saban. "Es una joya del modernismo catalán, un lugar simplemente espectacular, único en el mundo".

La excursión a París

A escondidas de su padre, el ingenioso Wolfgang busca el modo de entrar en la academia Grimald de París, donde estudió su madre, a la que espera honrar convirtiéndose en el mejor pianista del mundo. Le vemos tratar de fugarse a solas desde la Estació de França, un lugar muy cinematográfico y todavía no tan explotado. "Desde luego, fue un acierto rodar allí. A nivel de fotografía da grandes resultados y tiene ese romanticismo que tenían las estaciones antiguamente".

Rodar en la propia París acabó siendo una aventura importante. En dos meses comenzaban las Olimpiadas, con lo que la mitad de la ciudad estaba en obras y llena de restricciones. "Además, al ser primavera nos llovió absolutamente todos los días. Eso fue bastante drama, ya que solo teníamos que rodar exteriores". Los de la Grimald se rodaron en el emblemático Teatro Nacional de la Opéra-Comique; el interior se rodó en Barcelona, en el Palau Reial de Pedralbes. "Creo que fue un acierto, y los espacios encajan muy bien". 

Saban quedó también especialmente satisfecha con la Llar Cabanelles de Mataró, donde se recreó un hospital de guerra para ese final metacinematográfico con cameo (quizá no tan) sorpresa. "Fue una localización que encontramos ya muy avanzado el rodaje, y creo que realmente fue magnífica. Nos divertimos mucho, ya que por un lado hacíamos drama de época y por el otro teníamos a J. A. Bayona interpretándose a sí mismo en el rodaje de una película. Otro reto, porque Bayona siempre rueda con grandes medios, y eso está en el inconsciente colectivo… ¡No queríamos defraudar!". 

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