Rincones insólitos

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La Fundació Amat.

La Fundació Amat. / Montse García

Marc Piquer

Marc Piquer

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Acudir a la Fundació Amat (Manacor, 10) ha sido como pasar una tarde en casa de los tíos, pero sin pastitas de té… ni tíos. En su lugar, nos recibe Joan Amat y su mujer Ester Prats, un matrimonio muy afable y con infinidad de vivencias en la mochila. “Es mejor llamar antes, que hace un tiempo vino un grupo sin avisar, y llevábamos puesto el pijama y la bata”. (info@fundacioamat.org)

Ester Prats y Joan Amat.

Ester Prats y Joan Amat. / Montse García

El pintor impresionista Josep Amat -padre de Joan- falleció en enero de 1991, dejando una trayectoria pictórica extensísima y apreciada. Sin contar los muchos cuadros que autodestruyó (“mi padre era muy meticuloso”), y los muchos otros desaparecidos (“Piensa que pagaba en especias al dentista”). Él mismo debió de desembolsar 632.500 pesetas en una subasta para poder recuperar 'Notre Dame de París', una de las numerosas pinturas que hizo durante su estancia en la capital francesa. “Compraba un billete de ida y no volvía hasta que se le terminaban las telas”.

Una de las obras de la Fundació Amat.

Una de las obras de la Fundació Amat. / Montse García

Casa abierta al público

Su marchante era Joan-Anton Maragall, quién fue propietario de la Sala Parés. “Después de la guerra, no había manera de vender un cuadro. Pero Maragall no dejó de pagarle. Inclusive cuando mi madre tuvo el accidente”. Una caída tonta, que la dejó imposibilitada, y que lógicamente afectó el trabajo de su marido, que fue incapaz de pintar algo a lo largo de un año entero. Fue precisamente aquel 1962 cuando los Amat se trasladaron a vivir a un chalé de la calle Manacor, en el Putxet; un lugar tranquilo y con luz que los anfitriones no tienen inconveniente en enseñar a quienes lo solicitan. También la cocina, con baldosas dibujadas a mano por el artista; el jardín, que esconde varios pozos ciegos; y la colección de cajas de música y relojes antiguos de Joan, que sin ayuda consiguió que funcionaran de nuevo.

La cocina.

La cocina. / Montse García

El jardín.

El jardín. / Montse García

El gran valor de la finca, sin embargo, cuelga de las paredes o se apoya en un caballete. Obras de Nonell, Mompou, Mallol Suazo, Josep Puigdengolas, Grau Sala o Olga Sacharoff -vecina suya-, así como las de Josep Amat y su hermano Gabriel que sus descendientes conservan. Entre ellos, un retrato de la esposa de 'Pin' -así se apodaba el maestro- que regaló a sus suegros. “Les dijo: me llevo a vuestra hija, pero no se preocupen, que la verán igualmente cada día”.