El gimnasio extremo en Barcelona de los especialistas de cine y acción

Se llevó ayer el Goya a lo mejores Efectos Visuales de la hiperpremiada 'El 47'. Ya había ganado el Gaudí. In Extremis Film Services: es una reconocida empresa de efectos especiales de Barberá del Vallés (Barcelona). También está detrás de esta escuela de especialistas de acción más viral de las redes. Su gimnasio extremo abre al público por las tardes.

Aquí lo mismo te apuntan con una pistola que te lanzan por los aires o te queman a lo bonzo. El jefe de estudios ha atropellado a todos sus alumnos. Dirías que es un gimnasio hasta que te enseñan un arsenal con armas de todo tipo: katanas, pistolas, subfusiles, incluso botellas que estampar en alguna cabeza. Aquí se ven a diario puñetazos de cine, saltos kamikaces y más caídas aparatosas que de paseo con el emérito. 

Escac Stunt Academy. Es una academia que enseña a sobrevivir a más hecatombes que Bruce Willis en toda la saga de ‘La jungla de cristal’. Son los únicos estudios de grado –garantizan- para especialistas de cine y acción. Dos años de clases, de lunes a viernes. Parece más bien el día a día de MacGyver. Te pegan, disparan, atropellan, lanzan al vacío. Muchos de estos alumnos acabarán siendo los malos de las pelis. “Los que morimos”, asumen sin aspavientos. Todos terminan el curso lanzándose desde la azotea de la Escac. Unos 20 metros, cuatro pisos de caída libre.  

En este gimnasio tienen catapultas humanas y sistemas de poleas con los que saltar por los aires como en una explosión. Hay mucho suelo acolchado, airbags, camas elásticas, colchonetas de todos los tamaños, trampolines que dan más vértigo que los precios de los alquileres. In Extremis Club, se llama este gimnasio extremo. Está en Barberá del Vallés (Barcelona). Por las mañanas es el campus de la academia de especialistas. Abre al público por las tardes. “Todo lo que imagines –garantizan en su web- puede hacerse realidad”.  

Tras una semana del nuevo curso ya están llenos de magulladuras. Son 29 alumnos del grado este año. La cuarta promoción. Ya casi el mismo número de chicas que chicos. Hay quien ha venido de Francia, Islandia, Colombia, Filipinas. Se ven actores, modelos, acróbatas, una psicóloga. Todos adictos a la adrenalina. De aquí saldrán especialistas de acción, quizá el doble de riesgo de algún famoso. ‘Stunt’, los llaman ahora (significa literalmente “escena de riesgo”). Eso incluye –según se ve por el Instagram de la academia- desde series de Netflix como ‘Mano de hierro’ hasta videoclips de Katy Perry. 

Detrás está la empresa de efectos especiales In Extremis Film Services y la Escac. La formación está incluida en la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Catalunya. Aparte del grado de 2 años, ofrecen un curso de 9 meses: Stunt Experience (solo los sábados). 

Esta mañana toca clase de lucha escénica. Nada que ver con ningún arte marcial, te aclara Bernat enseguida. “Lo que enseñamos es a aplicarlo en el cine. Con espadas, cuchillos, palos, fregonas…”. Y te enseña su arsenal de película, de pistolas a katanas, todo de goma. ¿Que necesitas que te echen una mano? También tienen una de pega. 

Bernat Albors te habla de peleas con cócteles molotov con rutina de oficina. 26 años. Es el jefe de estudios de la academia, el que atropella a sus alumnos, se ríe. Especialista en lucha escénica. Eso significa que si le preguntas si le puedes dar un puñetazo, él te responderá: “Por favor”. Se lo vuelves a pedir amablemente cuando se pone de pie: mide 1,88. Lanzas el puño al aire a lo Bud Spencer y, ¡zas!, tu contrincante XXL acaba desplomado en el suelo con pirueta de dibujos animados. Te vienes muy arriba, sí. En cuanto te descuidas te carga a hombros como un saco de patatas. 

¿Más asignaturas? Lucha a mano armada –enumera Bernat-, armas de fuego, trikking (patadas acrobáticas), caídas múltiples, también interpretación. Enfocada básicamente a que te maten. Te enseñan enseguida a poner cara de villano. 

Hay prácticas de bonzo, atropellos (tienen coches acolchados), ‘air ramp’ (la catapulta humana). Bernat es profesor de ‘rigging’, “un sistema con cuerdas, arneses y poleas para simular vuelos y explosiones”, detalla. Incluso puedes girar en el aire. 

“Solo por estar aquí, ya sois diferentes a todo el mundo”. Es una de las frases de bienvenida a los alumnos. “Hay una parte en este curso que es muy psicológica –justifica David-. La gente desde que nace hasta que muere evita cosas como que le peguen, que le disparen, que le atropellen, que le quemen. Y luego está este grupo de gente –señala a los nuevos alumnos- que ha venido a eso: a lo que el resto evita”. 

David Honrubia, Davis Boom en redes, 29 años. Es el director de márketing, profesor de “control espacial”: da clases de acrobacias, parkour, saltos de altura, caídas. Le encantan las caídas y ser atropellado, dice con sonrisa de oreja a oreja. Se pasó 20 horas tirándose a la vía del tren en el rodaje de ‘A ciegas 2’. ¿Que si está bien pagado? “Depende –se encoge de hombros-. Un especialista cobra mínimo 500 euros por día. Si lo único que te piden es una coreografía de lucha de cuatro horas, sí está muy bien pagado. Si te toca saltar de un helicóptero y esquivar árboles… no, para nada está bien pagado”.  

“Quiero ver hasta dónde puedo llegar”, dice Orane, 25 años, especialista en 'parkour'. “Hay un montón de cosas que descubrir de uno mismo”, asiente al lado Laura, 18, ella viene del circo. David, 24, ha venido desde Colombia. Espera ser actor y su propio doble de acción. Mhaiya –modelo filipina- lo que quiere es salir de su zona de confort. “No tengo miedo a morir”, suelta como si nada Joana, 26, con camiseta de Los Goonies. Alejandro, 29, es moderador de TikTok. “Pasaré de ver contenido a hacerlo”, sonríe.

¿La moraleja? “Cueste lo que cueste, puedes hacerlo. No importa la edad”, responde Elena. Es “la mayor de la clase”, se presenta, 39 años. Psicóloga y actriz. “Estoy aquí para descubrir nuevos miedos y enfrentarlos”.  

“En este curso hay mucha gente que descubre miedos que no sabía que tenía –da fe David-. Y casi siempre están en las alturas”. Y te señala una plataforma a unos 7, 8 metros. Desde arriba parece el abismo de Mordor. Todos los alumnos dicen que no serán capaces de saltar, asegura el profesor. “Todos acaban haciéndolo”. Terminan volando incluso desde un edificio de 4 pisos.  

¿El truco? “Paciencia”, se encoge de hombros David. Mucha repetición. Y, sobre todo, dejar de evitar eso que se te atraganta. Estos son trompazos con lección vital. “Todos los que entran aquí –asiente el especialista- coinciden en que les cambia la vida”. 

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