Rincones insólitos

Barcelona singular: la estación de Magòria, una joya ignorada

Marc Piquer, el explorador urbano tras @Bcnsingular, descubre esta maravilla de Domènech i Estapà abandonada durante 30 años

La antigua estación de Magòria en la Bordeta.

La antigua estación de Magòria en la Bordeta. / Marc Piquer

Marc Piquer

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Pocos barrios de origen obrero pueden presumir en la ciudad de tener dentro de sus límites una obra arquitectónica de uno de los 'Big Five': Gaudí, Puig i Cadafalch, Domènech i Montaner, Sagnier… y, en el caso que nos atañe, el enemigo público de los tres primeros, Domènech i Estapà. Uno de estos lugares es la Bordeta. La antigua estación de Magòria de la línea Barcelona-Martorell se erigió en 1912 justo al lado de por donde pasaba la riera que da nombre a esta joya 'estapista' con influjos modernistas, mal que le pese a su autor. Abandonado 30 años, el conjunto renació en 2006, pero sigue siendo un gran desconocido.

Andén sin pasajeros

Debemos también agradecer esta maravilla a los llobregatenses que, en pleno fervor fabril y demográfico de la comarca, pidieron a gritos una mejor conexión ferroviaria para facilitar los desplazamientos de trabajadores y a su vez, poder hacer llegar con rapidez sus productos a la capital. Pese a que los viajeros pronto dispusieron de otra terminal más céntrica -en la cercana plaza de España-, Ferrocarrils Catalans siguió utilizando hasta 1974 la estación de Magòria para el transporte de mercancías. De aquellas fechas se intuye aún hoy, por la parte posterior, lo que fue el andén, y pegada al edificio se conserva su marquesina. También corre por ahí un carro industrial recuperado durante las obras de rehabilitación.

Estación de Magòria.

Estación de Magòria. / Marc Piquer

Un equipamiento activo

De puertas adentro, el Casal Cívic i Comunitari Magòria ofrece una programación de talleres y actividades trimestrales abierta a toda la ciudadanía. Principalmente, con ánimo de cohesionar al vecindario, dotando a los usuarios de instrumentos para su crecimiento personal y su arraigo al territorio. Algunos de los espacios se ceden a entidades para que desarrollen sus proyectos sociales y de índole cultural. La Asociación Amics de la Història i les Tradicions d’Hostafrancs dispone aquí de su archivo, y la misma sala polivalente se utiliza como “buque” de ensayo insonorizado para un grupo de batucada y una banda de rock formada por jubilados. “Los tambores y las guitarras eléctricas -me hace ver Paola Mulero, responsable del centro- nunca superan en decibelios el ruido del tráfico de la Gran Via”.

Archivo de la Asociación Amics de la Història i les Tradicions d’Hostafrancs.

Archivo de la Asociación Amics de la Història i les Tradicions d’Hostafrancs. / Marc Piquer

En las alturas

Hay una planta intermedia antes de acceder a la Sala Tallers, espacio que había sido la vivienda del jefe de estación y, posteriormente, de dos familias de la Benemérita, cuya presencia disuadía a los okupas. Los guardias civiles, para sacarse un sobresueldo, alquilaban a los vecinos plazas de aparcamiento en la explanada de detrás, convertida en la actualidad en bosque comunitario -con su huerto, su hotel de insectos e incluso un 'cau' (madriguera)-, mientras el Ayuntamiento no termina de ejecutar el plan urbanístico que afecta a esta parcela.

Huerto comunitario.

Huerto comunitario. / Marc Piquer

Dejar subir al público hasta la torre-reloj no se contempla por no cumplirse los requisitos de accesibilidad. En realidad, lo interesante es observarla desde el exterior y a cierta distancia para atisbar con claridad su bella cúpula piramidal de tejas árabes policromadas.

La torre-reloj.

La torre-reloj. / Marc Piquer