Escondites de artistas

Los bosques donde la cantante Mar Pujol encuentra su bienestar e inspiración

Hablamos con la artista folk-pop de Prats del Lluçanès, autora del excelso 'Cançons de rebost', sobre el paisaje que le reconforta y le transmite sabiduría 

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Mar Pujol en los bosques de Prats del Lluçanès

Mar Pujol en los bosques de Prats del Lluçanès / Mar Pujol

Juan Manuel Freire

Juan Manuel Freire

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Entrar en el disco 'Cançons de rebost', uno de los mejores publicados durante 2024, en catalán o cualquier otro idioma, supone salir del ritmo inasumible de los tiempos, del ruido innecesario y de las palabras de más. Sensibles, que no sensibleras, y suaves, que no débiles, sus canciones recomponen el alma trastocada por la modernidad mal entendida. Es la clase de música que sale de forma natural a Mar Pujol, artista folk-pop crecida en Prats del Lluçanès (Osona), cuyos bosques le han servido de escondite inspirador. "El bosque es, en general, un lugar que me reconforta y me transmite sabiduría", nos explica. "El bosque, los árboles, las plantas y las bestias que allí viven no requieren palabras para comunicarse. Eso me inspira y me recuerda que la música funciona muchas veces de la misma manera". 

Los sonidos del silencio

"Mi padre trabajaba (y todavía lo hace) en el bosque, y muchas veces lo acompañaba para jugar a mis historias", explica Pujol cuando le pregunto por algún recuerdo lejano asociado a ese paisaje. "Recuerdo que había montado lo que él denominaba un 'campo de entrenos' (así, en plural), un trozo de bosque donde construyó una estructura de madera grande como para aguantar una carpa o una tela y poder hacer celebraciones o comidas debajo. Cierto día, una rama enorme estuvo a punto de caerme encima. Me salvó un remolino de viento que arrastraba hojas y me hizo levantarme del sitio donde estaba para ir detrás de mi padre". Naturaleza salvadora, literalmente. 

Conforme fue ganando autonomía, Pujol empezó a hacer excursiones más extensas y a elegir dónde quería ir. "Eso me llevó a conocer más caminos y veredas y también a hacer deporte. Además, siendo ya adolescente, iba a hacer sesiones de fotos con mis amigas. Más adelante decidí hacer mi Trabajo de Final de Grado en torno a las leyendas del Lluçanès y la creación de un recurso didáctico musical que las englobara". 

Hoy en día se acerca al bosque a hacer deporte, a bañarse en la riera o a caminar y estar tranquila. También ha tocado allí, pero donde más lo hace es en casa, recogida en su habitación. "El bosque ya tiene una banda sonora propia en la que a menudo impera el silencio… O lo que nosotros oímos como silencio porque es un lenguaje que no entendemos".

Canciones branquiales

Pujol cree que su música tiene algo de la estructura branquial de los árboles. "Para mí la composición de canciones es algo fluido y orgánico, más que pensar en qué estructura quiero y después ejecutarla, como suele pasar en la música comercial", explica. "De hecho, diría que la comercial no sigue un trazo como lo hace la rama, sino que son líneas rectas uniendo puntos. Con todo esto no quiero decir que sea mejor la estructura branquial, sino que es con la que me siento más cómoda". 

Si tuviera que abrazarse a un solo tronco de por vida, seguramente sería el del roble de la capilla de Sant Climent de la Riba. "Me impresiona cada vez que lo veo. Está medio vivo y medio muerto porque le cayó un rayo. Es viejo y solemne y está solo en medio de un prado, con algunas montañas del Berguedà de fondo, como el Cim d'Estela, el Roc d'Auró y el Sobrepuny. Hace años que me gusta verlo cada estación y reconocer cómo va envejeciendo". Hay que hacer tiempo para estudiar el tiempo. 

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