Escondites de artistas

El paseo elevado de Barcelona donde Lucia Fumero encuentra sus mejores ideas 

Hablamos con la pianista y cantante sobre el poder inspirador de estos jardines, o como lo llaman en su casa, el 'paseo de los iaios'

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Lucia Fumero se fotografía a sí misma en los jardines de la Rambla de Sants

Lucia Fumero se fotografía a sí misma en los jardines de la Rambla de Sants / Lucia Fumero

Juan Manuel Freire

Juan Manuel Freire

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Después de preguntar a Magalí Datzira y Rita Payés por sus escondites favoritos, era necesario consultarle el suyo a la cantante y pianista Lucia Fumero, conocida compañera de las artistas citadas en escenarios y grabaciones. Las tres tienen mucho en común: "Hemos pasado por diferentes fases, tanto musical como personalmente, pero creo que nos une el amor por la música, las ganas de lanzarse y la improvisación", nos explica Fumero sobre su círculo artístico-fraternal más cercano. "También el hecho de ser instrumentistas y cantantes hace que nos entendamos bien entre nosotras, igual que nos pasa con Eva Fernández, a quien tengo que mencionar para completar el combo de elogios a mis amigas músicas". A las cuatro se las oye juntas en dos temas de 'Folklore', el rico, riquísimo doble álbum que Fumero ha publicado este año y quiere explorar en directo en diversas modalidades. "Ahora mismo estoy ideando formatos que me permitan reproducir un poco mejor la sonoridad del disco, que va mucho más allá del trío de jazz". 

Su escondite favorito, según nos revela, está a la vista de todo el mundo: son los jardines de la Rambla de Sants, situados en una plataforma elevada sobre las vías de tren y metro (línea 1), en paralelo a la calle de Antoni de Campany. Si es su favorito, es en parte por cuestiones prácticas: le queda al lado de casa. "Últimamente mi vida me ha llevado a buscar la belleza en la cercanía. No tengo la energía para irme a buscar un sitio expresamente, así que la inspiración aparece en los lugares por donde paseo", explica la artista. "Y este lugar me hace sentir muy en paz como ser humano. Creo que es porque veo a otras personas paseando, gente muy diferente a mí, y eso me hace sentir a gusto". 

El 'paseo de los iaios'

Fumero conoció el 'paseo de los iaios', como lo llaman en casa, a través de su padre, que se lo enseñó cuando lo construyeron. "Al principio, los vecinos estaban enfadados porque realmente hay sitios del paseo que dan a la ventana de casa de alguien. Pero ahora lo están llenando de árboles y de plantas y está quedando muy bonito. Espero que esa vegetación genere una nueva intimidad para nuestros vecinos". 

Cuatro ideas en el bolso

Sigue yendo por allí con su padre, pero también con su hijo, su novio, su sobrina, su hermano y su mujer… "Y sola también. Es que está al lado de casa. Cuando camino por allí siempre vienen las ideas. La música casi siempre se me aparece tocando, pero muchas ideas conceptuales, de letras, fantasear con cosas, imaginarme el futuro… Todo eso sucede caminando en el 'paseo de los iaios'", cuyos 760 metros de longitud, multiplicados por el ir y venir, suelen resultar para Fumero en "tres o cuatro ideas nuevas en el bolso". 

Para que entren nuevas ideas, a veces hace falta vaciarlo todo, bolso y cabeza. "Cuando tengo épocas de mucho curro, hay un paseo al día obligatorio", afirma. "Cuando estoy estudiando el piano a tope, la pausa de cinco minutos me parece más valiosa que todo el trabajo. Porque de alguna manera todo se coloca en la cabeza. Supongo que cada persona tiene sus ritmos y su proceso, pero a mí me viene muy bien reposar las cosas, aunque sea en reposos de cinco minutos". 

Nuestra entrevistada aún no ha podido comparar este paseo con la High Line, el parque elevado neoyorquino al que recuerda, pero sí puede decir que ha tocado en Washington D.C.; junto al guitarrista Nico Roig en dos recitales en el Spanish Cultural Center, para ser precisos. "Ojalá pueda volver", dice. "Quiero viajar, pero de momento no tengo concretadas las fechas. Tengo un hijo de año y medio y la verdad es que lo estoy disfrutando a tope".