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Nuevo bar de toda la vida

Los mejores bikinis de Sants se hacen en esta nueva cafetería

Acaba de abrir en Barcelona el Bar Remei. Nuevo local con filosofía Cheers: una barra en la que saben tu nombre y se alegran de verte

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Bikini del Bar Remei.

Bikini del Bar Remei. / O.B.

Òscar Broc

Òscar Broc

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Bar Remei (Olzinelles, 22) solo lleva un mes abierto, pero parece que lo conozcas de toda la vida. La rumana Anca Giusca lleva en solitario el tinglado: ‘one woman army’. Sitio pequeño, decorado con delicadeza y gusto, cero horteradas, con terraza, solo buena vibra y una solista que borda las pocas cosas que hace. A pesar de las estrecheces de su zona de trabajo, Anca curra con seriedad y mima a la clientela, que tampoco escatima en elogios: “Qué bikini tan bueno”, le dice un acólito satisfecho. Y no miente. El bikini es uno de los pilares de la sucinta oferta del Remei y la demostración de que en este cálido espacio hay bastantes galones.

Anca llegó a España a los 14 años, estudió en la escuela Hoffman y, entre otros sitios, pasó por el restaurante Gresca, del que guarda un magnífico recuerdo. Huyó de la restauración de hotel y no dudó en convertirse en su propia jefa. El Bar Remei, en las entrañas de Sants, es su órdago a la vida. Un espacio para desayunar, vermutear o tomar algo; un bar-cafetería con producto de calidad que quiere integrarse al barrio y, poco a poco, lo está consiguiendo.

Insisto, sus bikinis tienen gran parte de la culpa. Y se entiende, porque utiliza jamón York de Cal Rovira recién cortado, pan de molde de la boulangerie Obelisc (espectacular) y una mezcla de queso gouda y emmental untuosa y sabrosa. Es un bikini de tamaño generoso y perfectamente tostado que cuesta 5,2 €, un precio más que razonable, si tenemos en cuenta que estamos en la ciudad de los bikinis a 8 pavos.

El clásico es una pasada, pero Anca parece sentirse especialmente orgullosa de su bikini de puerros (6,2 €), inspirado en el de setas del Gresca. Consigue elaborar un relleno cremosísimo con unos puerros que trabaja y reduce durante dos horas y media. Le pone manchego a la movida, le añade un pan ligeramente más ancho y deja que las caras de placer de los clientes hagan el resto.

El segundo pilar del Remei es el pincho de tortilla acompañado de pan, a 5 €. Una tortilla de patatas recién hecha y anclada en un punto de cremosidad muy interesante: sin provocar charcos de huevo, pero fundente en boca. Está de narices.

También lo está la 'cookie', y aquí ya entramos en terreno dulce, el tercer pilar del Remei. Anca elabora con sus propias manos todos los bizcochos, tartas, pasteles y caprichos que van rotando regularmente en la barra. Pruebo una 'cookie' con chocolate belga (2,7 €) tremebunda y pienso que el Monstruo de las Galletas quemaría Barrio Sésamo (con todos dentro) por ella.

Anca culmina la propuesta con buen café, aunque no se considera una barista, y le añade a la fórmula una atención al cliente cercana, cálida; vaya, que es majísima. Sí a los bares que se adhieren a la filosofía Cheers: a veces te apetece ir a sitios en los que saben tu nombre y se alegran de verte. Pues eso, ahí tienes el Bar Remei.

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