Come al aire libre
Que corra el aire: patios y terrazas encantadores con comida top en Barcelona
Aprovecha los espacios abiertos antes de que la ciudad se convierta en un horno. Platos de nota con brisa primaveral
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La terraza de la Font del Gat. / Ricard Cugat
Ya empieza a picar la primavera. El horno sí está para bollos. Barcelona se despereza, se despelota, se prepara para su deporte favorito: la llegada del buen tiempo. Ahora es el momento de disfrutar de patios y terrazas, porque dentro de un par de meses la canícula chamuscará coronillas por doquier. Aprovechemos los primeros rayos de sol, saboreemos la brisa primaveral, saquemos ingentes cantidades de efectivo, ya que, para el próximo apagón, las terrazas de estos lugares nos acogerán con los brazos abiertos.
1. Una noia i un soldat
El merendero de BCN
Solo Grup Confiteria podía acometer el reto de devolverle a la ciudad uno de sus rincones más icónicos. Parecía que la Font del Gat (Pº Santa Madrona, 28) estaba desintegrándose en la memoria de los barceloneses, pero después de un lavado de cara exquisito y un pulido conceptual necesario, el espacio se reivindica como punto de encuentro molonísimo para la temporada primavera-verano. Y vuelve a poner en el mapa el reino de Montjuïc.

La terraza de la Font del Gat. / Ricard Cugat
Destaca el espacio abierto, embellecido por la frondosidad de los jardines de Laribal, con la fuente gatuna observando a la bohemia, y una deliciosa selección de mesas y sillas de madera. La idea es recuperar la esencia de merendero popular de la Font del Gat y, de paso, poner en valor las ‘fontades’ que se celebraban antaño. Por eso, cultura y gastronomía confluyen en una propuesta viva y en perpetuo movimiento, con actuaciones musicales, cócteles, arrozadas dominicales, tardeos de mecha larga, vermuts moviditos, sesiones de DJ, cenas temáticas, cine a la fresca y lo que surja. Diablos, han pensado incluso en los viejóvenes y han habilitado un espacio para jugar a la petanca. La Font del Gat ha vuelto a lo grande y es para todos. Visca Barcelona.
2. Ostras como panes
Asfalto y posidonia
Mi primera toma de contacto con esta casa fue el verano pasado en Mahón. Con Menorca empezó todo. Quién me habría dicho que, unos meses después, me encontraría otro Oysters Menorca (Madrazo, 54) en pleno barrio de Sant Gervasi, Barcelona. Un salto con pértiga sobre el Mediterráneo para que los barceloneses disfrutemos del exquisito marisco, el caviar y los platillos marineros que figuran en el DNI del restaurante.
Las ostras son la apertura estrella; pruebo un surtido con piezas francesas, holandesas e irlandesas del todo inapelable, la fiesta del yodo. En los mariscos cocidos, el cangrejo real con mahonesa de wasabi, los camarones (algunos preñados de huevas) y las cañaillas son inversiones potentes, pero ganadoras. Destacable el apartado de pastas marineras. Anchoas, caviar o berberechos. Opción C. Espaguetis con berberechos muy apetitosos, sencillos, con frescas pinceladas cítricas. Vuelan.
Disfruto con el variado de pescados ahumados y el brioche de gamba, y le reconozco el mérito a su tartar de atún, con semillas de wasabi y aderezo subido. Fuera del restaurante, en un cómodo rellano en la acera montaña de la sosegada calle Madrazo, se encuentra la terraza, una trinchera de lujo con mesas y sillas altas en la que la biosfera del 'upper' sorbe moluscos, caviar y champán al fresco, nunca mejor dicho. Se huele a la legua que en verano habrá codazos para ocupar esta terracita entrelazada cuánticamente con la mejor isla del mundo. Idò.
3. Hola don Pepito
Tapas con mecha
Novedad tocha en pleno centro de Barcelona. Se llama Traca (Casp, 1) y esquiva los quebraderos de cabeza, tan solo quiere llenar tu mesa de tapas, platillos o guisos reconocibles y, si se tercia, seducirte con modestos aunque certeros destellos de atrevimiento. Los cocineros Adrián Gimeno y Miquel Sardà ponen sobre el tapete nuestro recetario popular, pero juegan con sus propias cartas. De ahí sale un pepito de ternera con carne en reducción de Pedro Ximénez y un huevo frito que lo convierte en un visionado para mayores de 18 años.
Les sale muy bien la tortilla de patata, cremosísima, encebolladísima. La esqueixada con cítricos, ñam. Las croquetas de jamón y pollo cumplen con creces. Buenísimos los callos. Una cocina entendible, divertida y efectiva que puedes saborear en una de las terrazas interiores más encantadoras del centro duro de la ciudad. Es enorme, está en los adentros del hotel ME y deflecta con gran dignidad la bulla de Plaza Catalunya y alrededores.
4. Mediterráneo moral
Arroces en Port Vell
Imagínate la calidad de Casa Amàlia (Moll d’Espanya, 5. 2ª planta), con el añadido de unas vistas al mar y un airecito salado capaz de resucitar a todos los asesinados por el bochorno barcelonés. En el Maremagnum, piel con piel con el Time Out Market, se encuentra el segundo restaurante de esta escudería. Sí, está lejos del mercado de la Concepció, donde se encuentra la legendaria casa madre, pero aplica exactamente el mismo rigor culinario y compromiso con el cliente. Y con un mirador a Port Vell que te permitirá respirar oxígeno fresco y ver alguna gaviota robando chips a los turistas.

La terraza de Casa Amàlia. / Casa Amàlia
Casa Amàlia es el jugador soñado por Hansi Flick: constante, trabajador, con toque y calidad. Sería extraño visitar el templo y no comulgar con sus arroces: siempre bien, siempre poderosos, entre los mejores de Barcelona.

Uno de los arroces de Casa Amàlia. / Casa Amàlia
El torrezno, cortado a lonchas finas, es otro vicio por el que podrías perder la cabeza. El taco de costilla y los cogollos con anguila, ambos totalmente in. Las croquetas de jamón de bellota con tropezones no se las salta ni un canguro. ¿De postre? O pides el celebérrimo flan de la casa o la señora Amàlia te pegará la bronca en sueños cada maldita noche hasta que enmiendes el error.
5. Fideos a la fresca
Japón casero
La terracita-jardín que tiene Kasa Hanaka en la Vil•la Urània (Saragossa, 29), Sant Gervasi, es un caramelo. Especialmente si tienes en cuenta lo bien (y barato) que se come en este espacio japonés especializado en cocina casera y repostería japonesa. Tazones reconfortantes de fideos udon con producto de temporada, estofados deliciosos, tapas japonesas muy bien resueltas, dulces irresistibles…
Pues resulta que Kasa Hanaka ha crecido y ha abierto otro restaurante en el casal Mas Guinardó (Pl. Salvador Riera, 2). Misma comida, misma calidad y un aliciente casi más apetitoso que sus dorayakis: una terraza-mirador espectacular, para disfrutar de su cocina japonesa sin pretensiones, pero eso sí, con unas vistas cojonudas de la ciudad de Barcelona.

El nuevo Kasa Hanaka con vistas. / Kasa Hanaka
6. La hora del patio
Carne al peso
Ha firmado un pacto con el diablo: pasan los años, pero Solomillo (Mallorca, 251) sigue igual. Con piezas de carne que puedes pedir al peso, a tu gusto. Es uno de los pocos restaurantes carnívoros que te permiten consumir porciones individuales, es decir comer solo, y eso me encanta. Pero de nada serviría esto sin un excelente producto, que es precisamente lo que manejan.
En Solomillo se centran, pues eso, en el solomillo. Y dejan que tú decidas todo lo demás: gramaje, raza, punto y cocinado. Importante no dejar escapar el steak tartar, uno de los hits, para empezar. Y no tenerle miedo a las salsas y acompañamientos, especialmente a ese pil-pil de pimientos de Piquillo.
Lo mejor es que puedes disfrutar de las carnes de Solomillo en uno de los patios interiores más morrocotudos de Barcelona. Una isla urbana envuelta en vegetación que no parece vivir en la misma realidad que el resto del Eixample. El patio de Solomillo es un regalito para el alma. Y no solo cunde durante las horas de sol; por la noche se convierte en un reducto fresco, calmoso y cargado de encanto: ideal para citas o parejas de aniversario. Que nadie olvide que el restaurante está integrado al hotel Alexandra y las camas son tremendamente cómodas. Me lo ha dicho un amigo.
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