Vuelta al mundo gourmet
Restaurantes de Barcelona con los que viajar a bocados esta Semana Santa
Si esta semana no puedes coger un avión, consuélate al menos volando de plato en plato. Date el piro a Ghana, Japón, México o Corea del Sur sin maletas ni pasaporte. Un viaje en 'business' a precio 'low cost'
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Seoul Nadri: la barbacoa coreana que triunfa en la derecha del Eixample. / Instagram
Quedarse en Barcelona en Semana Santa no es ningún motivo de deshonra. Da igual que tus vecinos hayan colgado ya veinte reels del género “aquí, pasándolo mal” en Londres, rodeados de españoles, por cierto. Da igual que en tu escalera solo queden dos seres vivos: el loro del señor del 3º 2ª y tú. Da igual la continua autohumillación de pensar en los que se van, cuando Barcelona está repleta de restaurantes que te permitirán volar sin pagar billetes a precio de polvo de cuerno de unicornio. Desde nuestro particular aeropuerto para glotones, podrás darte el piro a Ghana, Japón, México o Corea del Sur y no necesitarás ni muda ni pasaporte; con unos 40 euros en el bolsillo tendrás más que suficiente. Un viaje en business a precio de vuelo low cost.
1. Japón entre panes
Sándwiches nipones
Conchi y Paco se han ido a Japón, y vosotros aquí, en Barcelona, viéndolas venir toda la Semana Santa. Cada foto que cuelgan alimentando cervatillos en Nara es como una cuchillada en el ojo. Pero no pasa nada. En el Born encontrarás el desquite definitivo. Un nuevo local de sándwiches japoneses que si fuera más cool explotaría. Se llama Café Sando (Comerç, 16) y es un laboratorio megacuqui de sándwiches japoneses con esponjoso pan de molde, el sando para los amigos.
No hay secreto, un buen pan que se hunda cual Marshmallow y una selección de rellenos afinadísima. Imponente el de tamago & egg, en cristiano: sándwich de huevo en dos formatos. Muy fresco el de aguacate, pepino y toque mint. No puede faltar el de cerdo empanado (tonkatsu), otro de los 'hits' a los que hay que hincarle la dentadura sin piedad. Quieto parao, que esto no termina aquí: no dejes de probar los sandos dulces, porque el de fresa con matcha podría convertirse en tu extraña adicción. Por cierto, son tan molones que las sodas son caseras y nunca falta una buena dosis de café de especialidad. Fundirás la cámara de tu iPhone.
2. Eixample africano
Rasca y Ghana
Mis conocimientos sobre cocina africana son pírricos, por no decir nulos. Pero que la ignorancia no sea un obstáculo para la curiosidad. El asunto es dejarse llevar y disfrutar de propuestas como Kabongo (València, 273), un restaurante que se centra en la cocina de África Occidental. Platos coloridos, especiados, sabrosísimos e ignotos para el paladar de un barcelonés apijotado como yo.
Pero qué gozo una vez has entrado en su juego y has probado los buñuelos de plátano fritos (krakro), las brochetas de ternera a la brasa al estilo Costa de Marfil (dibi) o los magníficos estofados con fufu, una masa hecha con ñame que recuerda al mochi: el de pollo, salsa de cacahuetes y especias africanas (dangrati) es un bocado goloso y reconfortante. Importantísimo regarlo todo con el bissap, un refresco con flor de hibiscus que me vuelve bastante majara.
3. México a dos manos
Procesión de tacos
Aplaudo con ambas orejas la evolución de Xuba Tacos (Mallorca, 194). Ya me gustaba cuando abrió en 2021, aunque, a mi modo de ver, había ciertos detalles formales que debían pulirse para darle a la experiencia el valor que merecía. Y eso han hecho. Porque los tacos de Xuba son cosa muy seria. El chef Antonio Sáez ha dedicado los últimos cuatro años a este icono de la gastronomía popular mexicana, y ha ido puliendo el producto hasta alcanzar el nirvana 'taquil'.
Todo lo que comes se hace en casa, cómo no. Y las tortillas azules son el mejor envoltorio posible para los desvíos de autor, como el taco de solomillo a la plancha, kale, foie gras a la plancha, cebolla y salsa de trufa. O el de lubina rebozada. No faltan los sospechosos habituales al pastor y cochinita, también catedralicios, y para los que necesitan emociones fuertes en el paladar, la quesadilla con queso de Oaxaca, langostino marinado en chipotles, cebolla, cilantro y aguacates es un puñetazo de placentero picor. Y un sí rotundo a sus totopos: más oscuros que las enaguas de Darth Vader.
4. Grecia sin filtros
Frescor mediterráneo
Si buscas un restaurante griego con tópicos absurdos en la decoración porque eres un hortera, te llevarás un chasco. Afortunadamente no hay pósters de Anthony Queen bailando un sirtaki, no hay frisos de cartón-piedra, ni sale un cocinero enloquecido arrojando platos al suelo. En El Magraner Boig (D'en Robador, 22) centran sus esfuerzos en ofrecer al visitante cocina griega tradicional, popular, sin maquillaje, y a precios bastante razonables.
Es ya una institución del Raval, un veterano que ilumina los semblantes de su clientela con caprichos de nombres indescifrables, como kokkinist, un guiso de carne en salsa especiada delicioso. O kolokithokeftedes, unas sabrosas croquetas de calabacín, crujientes por fuera y esponjosas por dentro. En esta casa también se bordan clásicos; si eres más conservador que el bigote de Aznar, podrás pedir musaka (dicen los musakeros que es la mejor de Barcelona) y tzatziki, y saldrás con una sonrisa de oreja a oreja. Pero te irás todavía más contento si coronas la velada con un buen chupito de ouzo, un licor griego que te lleva directo al maldito Olimpo.
5. Welcome to América
El hogar del pollo
Que nadie se flipe con el boicot a lo americano. Mucho intensito de los aranceles hay por ahí que, cuando nadie le ve, se mete en un McDonald’s para hundir los morros en un un Big Mac. Que un chalado esté al mando de la Casa Blanca no quiere decir que no podamos disfrutar de la cocina californiana y las recetas fronterizas de Gringa All Day (Trafalgar, 39). El pollo frito es la estrella: crujiente, especiado, dolorosamente adictivo.
En este 'hot spot', lo puedes comer en formato bocadillo -el mejor junto al de Rooq, sin duda- o coronando un señor waffle, una cerdada maravillosa que entra como agua de mayo a la hora del brunch. Importante tener en cuenta los pepinillos rebozados, los chilaquiles -extraordinarios- y los pancakes. El local, además, es lo más cerca que estarás de una 'road movie' americana, porque es un diner en toda regla. Solo le faltan camareros con patines y algún imitador de Elvis cantando 'Are you lonesome tonight' de mesa en mesa.
6. Better call Seúl
Barbacoa coreana
Ese viaje a Seúl que tanto os apetecía tendrá que esperar a otra Semana Santa. Tampoco parece un gran problema, si lo observas con la calma desde el prisma gastronómico, pues Barcelona está literalmente tomada por todo tipo de restaurantes coreanos, siendo el 'hot pot' lo más 'hot' de todo el 'pot'. Pero nosotros nos dirigimos a otro formato, la barbacoa coreana que triunfa en la derecha del Eixample: se llama Seoul Nadri (Roger de Llúria, 24), está llena de clientes asiáticos, y las colas dejan muy claro que es uno de los locales de moda.
La gracia, aquí, es ir en grupo (mesas amplias) y cocinar las magníficas carnes de la casa en las parrillas ubicadas en el centro de la mesa, usar las salsas sin el menor atisbo de vergüenza, mojarse y chuparse los dedos, y saborear los cortes de cerdo y Black Angus entre risas. También hay un amplísimo catálogo de 'snacks' y 'sides' coreanos, amén de un suculento apartado de platos con arroz y 'noodles' con carne Y no te vengas muy arriba cuando hagas la foto, que el tuyo no será el primer ni el último móvil que caerá en la parrilla.
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