Santuarios 'healthy'
La hora détox: en estos restaurantes de Barcelona superarás los excesos navideños
Es enero: el mes de reaccionar y ponerse estómagos a la obra. Es hora de pasarse a la alta cocina vegetal, al 'slow good', a los santuarios 'healthy'. Pocas veces comerás tan bien con tan pocos remordimientos
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Òscar Broc
Òscar BrocHa sido duro. Te entendemos. Has tenido que hacerlo y punto. Es tarde para lamentarse por todo lo engullido en las últimas semanas. No malgastes energías mortificándote por los dos kilos de turrón y panettone que te ventilaste el fin de semana. Es la hora de reaccionar y ponerse estómagos a la obra. Es la hora de las verduras y los nutrientes. La hora détox. Nadie dijo que enero iba a ser un mes fácil, pero en estos restaurantes healthy te echarán una mano para que lo superes con buena salud.
1. Salud en el Gòtic
Fantasía vegetal
Nunca me cansaré de recomendar Rasoterra (Palau, 5). Y más aún, en pleno periodo de contrición gastronómica, cuando solo buscas digestiones plácidas y productos sanos. En este santuario del 'slow food' han conseguido el más difícil todavía, que la cocina 'plant based' entusiasme incluso a carnívoros de mi calaña. Hay mucha cocina en Rasoterra, y un productazo de proximidad de la más alta calidad: verduras, legumbres, cereales, setas y lo que ofrezca la tierra.
Rasoterra se mueve con los ciclos de la materia prima, su cocina está vivita y coleando. Una fantasía healthy que se apoya también en una magnífica carta de vinos sin sulfitos y refrescos saludables. Alta cocina vegetal para que tu rehabilitación de las smash burgers sea lo más saludable y divertida posible. Bienvenidos al centro de curación Rasoterra.
2. Digestión o victoria
Jardín botánico
La propuesta botánica de Fronda Pasaje (Banys Vells, 20) es la demostración de que la cocina saludable y digestiva no es incompatible con el sabor. No encontrarás carnes en sus preparaciones, y no la echarás de menos cuando pruebes su melena de león a la brasa con chimichurri de cedrón. La creatividad se convierte en la bandera de un restaurante que maneja producto vegetal con el mimo de una joyería y ofrece degustaciones tan digestivas como suculentas. Olvídate de fritos chungos, déjate de patatas bravas y quédate con el foie gras de tempeh con higos y pesto de pistacho: el ejemplo de que en Fronda no se andan con tonterías.
3. Tapas sanas
Tinto de vegano
Otro vegano que convence a devoradores de chuletas. Pötstot (València, 204) pertenece a una nueva generación de restaurantes que no ven la cocina plant-based como una limitación, sino como una motivación. En Pötstot encontrarás cocina mediterránea 100% reconocible, pero sin carga de proteína animal y sin gluten, una caricia para tu organismo, una descarga de placer para tu paladar.
La “sabrosada” picantona, hecha con boniato es un hit, peto también encontrarás arroces, hummus, ensaladilla rusa, croquetas, ensaladas verdes, puerros confitados, tortillas (sin huevo), albóndigas de soja y avena, burgers veganos o una deliciosa lasaña de verduras con queso de anacardos. El mejor exorcismo contra la posesión turronera.
4. Sushi vegano
Makis vegetales
Quieres resetear tu tracto intestinal, pero has decidido que no dejarás de comer sushi, no sea que mañana se acabe el mundo y la espichemos todos. Root & Rolls (Consell de Cent, 401) ha perfeccionado el arte del sushi vegano hasta alcanzar unos niveles de calidad muy parecidos a ‘the real thing’. No es lugar para puristas, ojo, en este restaurante se impone la informalidad y los rolls arcoíris.
Total, que podrás hincharte a base de tablas de sushi fantasía plant-based, sin pescado ni carne, solo con verduras, setas, algas y frutas hábilmente camufladas. También los entrantes vibran en la misma longitud de onda; el kimchi y las gyozas veggie se antojan opciones obligatorias. Buen sitio para ir en familia: a todos o ninguno.
5. Boles nutritivos
Círculo virtuoso
Es el restaurante verde al que más veces he acudido. Me encanta la falta de prejuicios que exhibe Bohl (Trafalgar, 47) a través de su cocina veggie divertida, sabrosa, reconfortante, moderna.
Los boles del desayuno marcan el espíritu del proyecto, pero me quedo con las propuestas sólidas, cuando aprieta el hambre a la hora de comer. Su curry amarillo con verduras y arroz es maravilloso. La macroensalada verde de la casa es un chute esmeralda. Me vuelve loco la coliflor especiada. Y el kimchi debería aterrizar en tu mesa en cuanto tus nalgas entren en contacto con la silla. Excelente limonada casera y smoothies, y pastelería vegana de altura, por si el mono es insoportable.
6. Coliflor de loto
Verduras y humo
En Fat Veggies (Bailèn, 81) han decidido centrarse en los vegetales y no darle tanto protagonismo al fuego. En su cocina de temporada y proximidad no hay sitio para la proteína animal, no la necesitan para nada. La casa sigue dándole un toque final de fuego o humo a algunas preparaciones, porque el protagonismo es ahora para su producto, de ahí que ganen entidad los fermentados, encurtidos y salazones.
Tiene mucho mérito que uno de sus platos más conocidos sea una coliflor, una pieza especiada y acompañada de una salsa de coliflor y chocolate blanco golosísima. Su propietario, Juan Martini, destaca también la 'parmentier' de ajo negro con setas, la calabaza con picadillo de tomate seco, salsa de anacardo y sus vinos de intervención mínima. Pocas veces comerás tan bien con tan pocos remordimientos.
7. Verduras de alta costura
Verde que te quiero verde
A Virens (Gran Via, 619), uno va a comer verduras con el paladar en modo 'dress code: etiqueta'. El chef Rodrigo La Calle y su equipo le conceden todo el protagonismo a la huerta y el bosque. Y aunque no renuncian a la proteína animal en algunos de sus platos, su apuesta por lo verde es firme, innegociable.
Sin hacer ruido, picando piedra a golpe de creatividad y principios, Virens se ha convertido en un referente barcelonés de la alta cocina saludable. Siempre que he ido, me he maravillado ante su capacidad para convertir las verduras en explosiones de sabor tan placenteras. Mi recomendación, elige el menú degustación que mejor se ajuste a tus apetencias y déjate llevar. Digestión en perfil bajo garantizada.
8. Menús del día
Slow good
Tienes un día de trabajo horrible, tendrás que recurrir a un menu del día, pero, sorpresa, no hace falta que recurras a fritangas o milanesas. En el mismo centro de Barcelona, Teresa Carles (Jovellanos, 2) lleva años ofreciendo uno de los menús del día veggies con mejor relación calidad-precio. Por 15,50 euros tienes, entrante, principal y postre, aunque hay opciones más cortas y económicas. Cazuela de habas, alcachofas y setas. Ensalada griega. Crema de calabaza. Guiso de setas con arroz integral.
Si buscas un menú un pelín más elevado en todos los aspectos, en Gat Blau (Comte Borrell, 122) te harán feliz por 27, 95 euros. En esta casa, las verduras ecológicas de proximidad son supremas y tienen mucha presencia en el listado de platos, donde también hay proteína animal y siempre encontrarás una pieza de pescado, por si te apetece ir más allá de la huerta.
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