Toma pan y moja
Cruixent Barcelona: la panadería artesana de Poble Nou que está que cruje
En pocos sitios encuentra el cliente tantas variedades de pan: las piezas se acumulan en el mostrador y una estantería interminable
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Òscar Broc
Òscar BrocHay un Poble Nou que resiste como puede las embestidas de las cafeterías de especialidad y los bares de vinos naturales. Es la trinchera que habita la panadería-pastelería Cruixent (Pujades, 173), un negocio familiar que mantiene viva la llama de los hornos de barrio de toda la vida, y desprende el aroma de las panaderías que visitaba servidor, hace eones, cuando era niño.
En pocos sitios encuentra el cliente tantas variedades de pan. Las piezas se acumulan en el mostrador y una estantería interminable. Molde de maíz y pipas. Molde de cebolla. De aceitunas. Hogaza de aceite y sal. Pan gallego. Por tener, tiene hasta panes de temporada, con producto del tiempo. En Navidad, por ejemplo, vende pan de centeno con arándanos y nueces, entre otras lindezas. Barras, cocas, chapatas, pagès, panecillos, ¡hasta bretzels artesanos! Un santuario del pan comandado desde hace tres años por el joven Oriol Ribas, que también tiene una muñeca privilegiada para la bollería y pastelería.
En la vitrina de los pecados, llena de viejos conocidos como el búlgaro, descansa la sara en dos formatos: pastel individual o lingote. Me cuenta Oriol que es el dulce más preciado por la clientela, y no me extraña, en un espacio atemporal como Cruixent, un pastel tan barcelonés tenía que ser el ganador. Es una sara ligera, golosa, equilibrada. Está muy rica, sí. Como buena panadería catalana, Cruixent dispone de cruasanes de manteca, aunque no renuncia a las creaciones de autor, como el cruasán de crema de almendra. Le hinco el diente: espectacular. Y vuelvo a certificar la calidad de las masas, masticando otro invento delicioso, el pain praliné con chocolate, un puente entre Francia y Catalunya crujiente, denso y armado de sabor.
Ahora que tanto se abusa del anglicismo bakery, se agradece que propuestas de barrio como Cruixent sigan al pie del cañón y evolucionen sin perder su vocación popular ni olvidar sus raíces. Expats, abstenerse.
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