Visita al Baix empordà

El pasado medieval de Pals

Josep Pla lo tenía muy claro y ya dejo escrito en una de sus obras que la localidad «no merece una visita, sino cien visitas»

Una de les vistes que es poden admirar des de Pals amb les Medes de fons

Una de les vistes que es poden admirar des de Pals amb les Medes de fons

DAVID CÉSPEDES

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El escritor Josep Pla, que tenía su masía en la cercana Llofriu, lo tenía muy presente. Y así lo expresó en 1968 en el libro El meu país: «Pals no merece una visita, sino cien visitas, porque su ubicación ofrece la posibilidad de ver uno de los paisajes más bellos e inolvidables del país». Lo cierto es que nos encontramos ante una de las poblaciones más espectaculares de la Costa Brava, en la que su pasado medieval se respira en cada rincón, en cada plaza y en cada callejuela de su núcleo antiguo. Pals, tierra de arroz y de cultivos, está elevado en un montículo desde donde se divisa una panorámica del denominado Empordanet que tan bien describió Pla en su obra literaria.

Desde VisitPals nos invitan a pasear «por las callejuelas de la villa» para transportarnos directamente a la época medieval. «Encontramos bóvedas, arcos de herradura, pórticos y ventanas románicas y góticas y la huella de los antiguos pobladores plasmada en la piedra donde se esculpieron las sepulturas antropomórficas anteriores al año 1000». 

La población da la «bienvenida en la distancia, justo en el momento en que vemos, en el horizonte, la silueta de su muralla abrazando a la villa, donde se alzan la iglesia y la majestuosa Torre de las horas, uno de los pocos vestigios que se conservan del antiguo castillo y convertido en emblema del pueblo». Desde diferentes rincones se puede divisar el horizonte donde confluyen los campos agrícolas, las extensiones de campos de arroz y todo ello presidido por el macizo del Montgrí.

Dentro del núcleo histórico de Pals el visitante encuentra diferentes elementos patrimoniales de interés como la Plaza Mayor, las torres de la época visigótica, la iglesia de Sant Pere, la zona del castillo y la muralla. Ya hemos recordado los elogios que Pla dedicó a Pals. Pues bien, la población también quiso tener un recuerdo para el autor de El carrer estret y erigió un mirador con su nombre. Desde este punto se puede «contemplar la belleza y sobriedad de la llanura ampurdanesa presidida por el macizo del Montgrí, con su castillo, y con las islas Medes al fondo».

La belleza de este entorno queda bien resumida con esta frase: «Pals es un lugar mágico, cuna de vivencias y leyendas populares que nunca dejan indiferente al visitante». El cultivo del arroz en el municipio se inició durante el siglo XV, época en la que ya existía un molino que data del año 1452, así que se puede degustar algunos de los arroces que se sirven en los restaurantes de la zona. Y bajar hasta alguna de las playas cercanas.