Conde del Asalto
Yo viví en la casa de Dickens
Por alguna razón en nuestro país, y en nuestra ciudad, no se pueden visitar las casas de los escritores
El extraño caso de la desaparición de abrigos en Barcelona
El caso de la batería koala (y los hijos del rocanrol)

Comedor de la casa de Charles Dickens en Londres / Miqui Otero


Miqui Otero
Miqui OteroEscritor
Del mismo modo que, antes de viajar a una ciudad, prefiero leer una buena novela ambientada allí (aunque sea de hace dos siglos) que una guía de viajes (última edición), también me llena más visitar las casas de sus escritores que sus más grandes monumentos.
Ahora, por ejemplo, siento la extraña pulsión de enmoquetar absolutamente todo, desde mi lavabo hasta el paseo de Gràcia. Y eso es porque la semana pasada estuve unos días en Londres. Y, en concreto, viví (durante una hora) en casa de su más ilustre novelista: Charles Dickens.

Interior de la casa de Charles Dickens en Londres / Miqui Otero
Siempre descubro algo cuando piso las casas, convertidas en museos, de los novelistas que admiro. Por ejemplo, cuando visité la Finca Vigía, la casa de Hemingway a quince kilómetros de La Habana, me divirtió ver la campana que tenía en la puerta y que sólo tañía cuando lo visitaba Ava Gardner, pero sobre todo me chocó otro detalle: descubrí en la pared del baño unas anotaciones a lápiz con su peso. Por lo visto, y a pesar de la aparente seguridad en sí mismo, estaba un poquito obsesionado con su gordura. En la de James Joyce, en Dublín, me carcajeé al ver el desorden de su habitación, más caótica que sus manuscritos demenciales del Ulises.
En el caso de la de Dickens, en el 48 de Doughty Street, me intrigaron los muchos espejos en las paredes. Cuenta Peter Ackroyd, en la biografía Dickens. El observador solitario, que las malas lenguas decían que se debía a su vanidad. Pero allí descubrí que los tenía porque solía ensayar, gesticulando y en voz alta, la forma de hablar de sus personajes.
Charles Dickens hizo una oferta por esta casa el 18 de marzo de 1837, cuando ya era una pluma célebre en Londres. Entró cuando la reina Victoria subió al trono, en el inicio de esa época inglesa en la que su país se convirtió en el corazón (a vapor) del mundo, en la que se triplicó la población de sus ciudades o en la que se consolidaron los pubs (para saber más de esos años, recomiendo el libro Londres victoriano, de Juan Benet).
Me enternece saber que el joven Dickens dudó antes de firmar el acuerdo. Pensaba si no sería “una ostentosa mansión familiar, cuyo disfrute le impondría tremendas responsabilidades”. De infancia humilde, él quería escribir, por lo que quizá se sentía algo abrumado teniendo, a los 25 años, a tres empleados a su servicio. Aun así, pintó de rosa las monturas de las puertas y llenó todo de muebles Regencia.
En esa casa, de tres pisos más el sótano, vivió sus mejores momentos (el éxito de Pickwick y de Oliver Twist, las muchas fiestas con sus amigos) y también los peores (falleció su cuñada, con la que tenía una relación demasiado estrecha). Pero paseando por sus habitaciones, viendo dónde horneaban los pasteles y qué vajilla usaban y cómo se deshacían de los ratones que rondaban la cocina, puedes entender cómo era la vida del tipo que inventó Londres tal y como lo conocemos, del que se fijó en todas las clases sociales, del que inventó las Navidades.
Por alguna razón en nuestro país, y en nuestra ciudad, no se pueden visitar las casas de los escritores (quizá lo más parecido sea la visita a la masia de Miró, en Montroig). No me importaría asomarme a las quelis de Sagarra o Roig, por ejemplo, o en el caso de Madrid, a la de Cervantes o a la de Jardiel. De momento, os dejo, que voy a ordenar un poco la mía, no vaya a ser que me visite alguien en un rato.
Suscríbete para seguir leyendo
- Máximo Pradera: 'Tuve cáncer porque ningún médico me hizo nunca la pregunta clave: ¿qué comes?
- Ya es oficial: Así puedes solicitar la nueva ayuda de 700 euros compatible con el Ingreso Mínimo Vital
- El pediatra Carlos González explica la teoría de la abuela: 'Es normal que algunos padres sientan celos o frustración...
- Gonzalo Bernardos avisa del 'festival' de compras de vivienda en 2025: 'La demanda está dispuesta a pagar mucho más
- Ya es oficial: Estos son los extranjeros no tienen que hacer el examen para tener la nacionalidad española
- El 60% de las personas mayores de 30 años tienen nódulos benignos en las glándulas suprarrenales
- Un profesor carga contra la 'Isla de las Tentaciones': 7 motivos para prohibirle este programa a tu hijo
- Según los carniceros, esto es lo que hay que hacer al llegar a casa después de comprar carne